La sorprendente decisión de la directiva de no renovar a Tito Díaz dio paso a la no menos sorprendente contratación de Gustavo Aranzana. El técnico pucelano, reputado en la ACB en la década de 1990, llegó a A Coruña tras cuatro años a caballo entre Venezuela y Marruecos. Y con un concepto un tanto anticuado del baloncesto.
Chuku, Cooney, Flis, Gilling, Sanz, Torres y el retornado Sonseca dieron forma al nuevo proyecto, en el que los veteranos fueron Monaghan, Abia, Olmos y Ángel Hernández.
La derrota inicial en la pista del ascendido Irarugi (72-71) indicó por dónde podían ir los tiros. Al menos en los primeros compases. Triunfos interesantes como el logrado en Ourense (84-87) o en Riazor ante el Palencia (96-78) no bastaron para compensar derrotas difícilmente justificables como la inicial ante el ascendido Iraurgi (72-71), en Cáceres (80-61) o en casa contra el valladolid (59-67). Y, cómo no, el tradicional patinazo frente al Oviedo (71-76).
El primer derbi deparó la anécdota del curso. En el calentamiento, un mate de Flis dañó el soporte hidráulico de la canasta, avería que no pudo ser reparada. El COB tampoco consiguió una canasta de sustitución y el partido fue aplazado. Se jugaría dos semanas después, y el causante del destrozo lideraría, con 20 puntos, el triunfo naranja.
Curiosidades al margen, el equipo de Aranzana alcanzó el primer tercio –y un pelín más– de la fase regular con un preocupante balance de 3-9.
La visita a Riazor del Barça B sirvió para cumplir con otra tradición: victoria naranja (89-79) ante el equipo con el que tiene el mejor porcentaje histórico de victorias en la segunda categoria nacional (11 de 12). En aquel filial militaban dos chicos que seis años más tarde se convertirían en héroes del ascenso a la ACB, Aleix Font y Atoumane Diagne.
El 90-97 en Mallorca hizo albergar esperanzas de recuperación, pero a continuación cayeron otros dos reveses seguidos, en Lugo (84-73) y frente al Huesca (70-76).
La reacción la encendieron las visitas, consecutivas, a Riazor de los dos últimos clasificados, Clavijo (80-66) e Iraurgi (79-59), seguidas de un meritorio éxito, por 80-99, en la cancha del Araberri.
En el buen momento se atravesó el de siempre, el Oviedo, que con un marcador 80-71 mantuvo al equipo herculino sin ganar en Pumarín, una larguísima racha que aún tardaría tres años en morir.
Uno de los mejores momentos del curso, si no el mejor, llegaría en el segundo derbi contra el COB. A falta de tres minutos, y con un peligrosísmo 63-72 en el electrónico, Aranzana devolvió a pista a un Monaghan que, extrañamente, llevaba muchos minutos sentado. Y el Mago de Palatine se sacó de la chistera 110 segundos para el recuerdo: asistencia, triple, canasta de dos, 3+1 y balón robado en la posesión final para dejar el triunfo en casa (77-75).
Dos derrotas, en Valladolid y contra el Prat, frenaron la euforia antes de otro clásico, la victoria en Lleida (72-78), a la que siguieron éxitos ante el Cáceres, en Melilla (por un brutal 58-85) y contra el Castelló. Racha que ascendió a los naranjas hasta la sexta plaza.
Pero el tramo final resultaría cualquier cosa menos bueno: una sola victoria, en la pista del filial azulgrana (72-79), en los últimos siete duelos de la regular, que el Leyma remató como octavo clasificado y emplazado a medirse al Manresa en los playoffs.
Y en este punto ofrecieron los naranjas su mejor cara, aunque luego se la partiría la interminable maldición del cuarto partido en casa para sentenciar una serie.
Tras la derrota inicial (70-59), los de Aranzana sacaron músculo en el segundo envite (74-80) y solventaron en la prórroga el tercero (75-72).
El maleficio del cuarto lo perpetuaron en esta ocasión un parcial de 0-16 en el tercer cuarto y los errores, por precipitación, en los segundos finales (80-85). En el quinto, de poder a poder, los naranjas no acertaron con el triple para forzar la prórroga y, con 71-68, despidieron el curso. Su verdugo acabaría acompañando a la ACB al Breogán tras superar por 3-2 al Melilla en la final de los playoffs.
Un frustrante punto final –por reincidente– a un curso extraño, un aviso del catástrofico siguiente, también con Aranzana al timón.