A pesar de la magnífica campaña de redebut en la segunda categoría, el Básquet Coruña tuvo que volver a reinventarse. Desde la base. Tito Díaz ocupó el puesto de Antonio Herrera. Y con el técnico lucense llegaron siete jugadores: Amoke, Cabanas, Cain, Chus Castro, Herrero, Ogirri y Haanpaa.
Ocho en realidad. Dominic Calegari hizo la pretemporada con el equipo antes de decir que dejaba el baloncesto por una lesión de rodilla. Que se le curó cuando lo llamó el Zaragoza (de ACB, claro). Posteriormente esgrimió que echaba de menos a su novia, que estaba en San Francisco. Y finalmente adujo que se había equivocado y no tenía la motivación suficiente. A su país voló. Y nunca más se supo de él.
Contrariamente a lo que suele suceder cuando un equipo presenta muchas caras nuevas, el inicio de campaña fue bueno. Los naranjas ganaron sus cuatro primeros encuentros en Riazor: Clavijo, Melilla, Lleida y Oviedo. Y además rascaron un triunfo fuera. No uno cualquiera: en la cancha del Breogán, por 60-63. Tito Díaz hacía diana en su casa.
Un Tito Díaz que en este arranque de curso mostraba su preocupación por el rendimiento de Haanpaa, de quien aseguraba que vivía como en otro mundo, en una isla respecto a sus compañeros, aunque valoraba muy positivamente su entrega en los entrenamientos.
La racha en el Palacio la cortó el Navarra (65-66), en un duelo donde los locales rozaron la gesta con un parcial de 23-11 en el último cuarto. Este tropezón quedó compensando, con creces, en las dos siguientes jornadas, con sendas victorias de prestigio: 88-74 al Andorra –acabaría campeón de la fase regular– y 78-85 en Burgos, donde Diego Epifanio ejercía de ayudante de Andreu Casadevall. Un equipo este Tizona que terminaría haciéndose con el otro billete a la ACB –luego frustrado en los despachos– al ganar al Palencia en la final de los playoffs. La primera vuelta remató con patinazo, 71-75 frente a un Ourense que llegaba a Riazor como antepenúltimo clasificado.
La segunda arrancó con una secuencia de victorias domésticas (Huesca y Breogán) y derrotas a domicilio (Clavijo y Melilla). La tendencia se interrumpió en el Palacio, de donde el Palencia se anotó el triunfo por 63-70.
Derrota enjugada con el 76-84 en el Barris Nord de Lleida, una de las pistas más fructíferas en la historia del BC en su periplo por la LEB, y donde unos meses antes había sellado, con un triunfo en la jornada final, la primera clasificación de su historia para playoffs.
Éxito este que no tuvo continuidad, ya que, de vuelta a Riazor, los naranjas se estrellaron (72-77) contra el Clínicas Rincón, filial del Unicaja, donde jugaban Alberto Díaz y Dejan Todorovic. Y el veteranazo Richi Guillén, con 27 puntos y 6 rebotes el MVP de ese duelo.
La habitual derrota en Oviedo (80-78) dio paso a la visita al Palacio de otro filial, el del Barça, que cayó por un contundente 89-62, con dos jugadores naranjas por encima de 35 créditos de valoración: Jason Cain (26 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias) y Javi Lucas (22, 8, 5, 2 robos y 3 tapones). En el impotente equipo azulgrana estaban, entre otros, tres actuales ACB, Lude Hakanson, Oriol Paulí y Emir Sulejmanovic.
A falta de cuatro jornadas para el final de la fase regular, el Leyma marchaba sexto, con un triunfo menos que el Oviedo, con el que se jugaría la última ventaja de campo para la postemporada.
El equipo carbayón perdería los dos siguientes partidos; el BC ganaría uno de ellos, pero seguía por detrás a causa del averaje particular. En la penúltima jornada, los de Tito Díaz encajarían la derrota más dura del curso, 53-81, a manos del Tizona, mientras que el Huesca sorprendía en Pumarín (76-84). Había opciones. Y el Leyma no falló. Se la devolvió al Ourense (75-88) y el Oviedo cayó por un contundente 98-82 en la cancha del Clavijo.
Pero la maldición tampoco falló. El Oviedo golpeó en Riazor (64-70), gracias a un devastador último cuarto (11-23) que anuló un gran partido de Cain (30 puntos). Así, el equipo carbayón afrontó el primer match-ball –los cuartos de final eran al mejor de tres partidos– en su fortín, donde el actual obradoirista Álvaro Muñoz comandó, con 23 tantos, el 76-67 que ponía el punto final a la temporada del equipo naranja.
El Basquet Coruña aún tardaría ocho años en ganar por primera vez en Pumarín. Lo haría también en una serie de cuartos al mejor de tres. Pero esa fue otra historia. En todos los sentidos.