Cuatro jugadores (Burjanadze, Chus Castro, Abia y Ángel Hernández) sobrevieron tras el bajón de la temporada precedente. Y Tito Díaz. El técnico lucense dio un giro radical a la filosofía del equipo y..., estuvo a punto de liarla parda. De lograr algo para lo que el club todavía no estaba preparado. En ello tuvo una parte importante de culpa un jugador que acabaría haciendo historia con el club naranja: Zach Monaghan.
El Mago de Palatine llegó de la mano de otro rookie en en el Viejo Continente, su compatriota Ben Stelzer, igualmente clave en la magnífica temporada. El ojo clínico de Charlie Uzal volvía a hacer diana.
Suele decirse que lo que mal empieza, mal acaba. El Leyma 15/16 tiró por tierra ese axioma popular. Una sola victoria –en Riazor ante el Breogán– en las primeras 8 jornadas. El peor arranque de la historia del equipo. La séptima derrota, en casa contra el Huesca (72-76), tras encajar un parcial de 16-33 en el último cuarto, lejos de hundir más al plantel, ejerció el efecto contrario.
La reacción nació en la cancha del CB Prat (61-80), con un desatado Burjandze (27 puntos y 9 rebotes) al frente. De ahí partió una serie de 6 victorias en las siguientes 7 jornadas. No fue pleno porque se cruzó la bestia negra, el Oviedo, que ganó por 98-95 en Pumarín un partido sensacional, resuelto tras una prórroga y con el local Jordan Swing firmando 42 tantos, un asombroso 8 de 9 en triples y 45 créditos de valoración.
Para entonces el Leyma ya había reclutado a Tomas Hampl como sustituto de Vladi Orlov. El ucraniano, descontento con sus minutos en pista, pidió irse después de la octava jornada. Todas las partes salieron ganando con este cambio.
Después, en febrero, llegaría otras de las piezas maestras, Dago Peña, para ocupar el lugar de Ángel Hernández, lesionado en la rodilla derecha. Antes, en octubre, Sergio Vidal había sido fichado por un mes para suplir la baja, también por lesión, de Chus Castro.
Pero los cambios más importantes se vieron sobre el parquet. El BC se había convertido en una máquina de baloncesto ofensivo y espectacular, con Monaghan a la batuta y varios solistas en la orquesta: Burjanadze, Sergio Olmos –sensacional su temporada–, Stelzer y Peña.
Dos derrotas en tres compromisos (en Palencia y en casa contra el Ourense) frenaron un poco la inercia positiva, recuperada con otro éxito (84-89) de Tito Díaz en su casa, la del Breogán. La visita del Castelló al Palacio de los Deportes (76-83) evitó un repóker de victorias consecutivas, entre ellas la muy meritoria en la cancha del Burgos (82-86). Con siete jornadas de regular por delante, la marea naranja ocupaba la séptima plaza. El objetivo, alcanzar al menos la quinta, se cumplió con seis triunfos más y el averaje particular ganado al vecino lucense, que sería el rival en cuartos de final.
La eliminatoria fue inolvidable. El Leyma golpeó primero (90-86). El Breogán contraatacó en el segundo episodio con un marcador casi calcado (85-90). En el primer envite en Lugo, la batalla se redujo a la mínima expresión (75-76). El cuarto (90-83) lo marcó la floja primera mitad naranja (52-38). El quinto fue..., una fiesta en un Palacio con una entrada nunca antes vista: 99-63, con Stelzer (24 puntos, con 4 de 5 desde el arco) encabezando un repóker local en dobles dígitos.
Las primeras semifinales de la historia del Basquet Coruña también tuvieron el Palacio como escenario de una posible fiesta mayor, pero aquel 15 de mayo los de Tito Díaz firmaron su peor partido del curso (61-81), con 2-1 en el marcador de la serie, después de perder el primero en Melilla (101-83), ganar el segundo a domicilio, por 97-99 y con un enorme Monaghan (25 tantos y 9 asistencias), y el primero en Riazor (82-71).
El equipo de la ciudad autonóma no perdonaría en el igualadísimo quinto (88-82). El maleficio del cuarto partido en casa para sentenciar una serie, nacida en la 12/13 y todavía no enterrada, volvía a golpear al Básquet Coruña.
El equipo norteafricano barrería (3-0) al Huesca de Goran Huskic en la la final. Cabe pensar que, de haber disputado esa eliminatoria definitiva, el Leyma podría haber doblegado al conjunto aragonés.
El Melilla, Decano de Oro, no llegaría a la ACB por motivos económicos. Aquel Coruña tampoco estaba preparado para dar el salto, pero a cambio continuaba reforzando, tanto en lo institucional como en lo deportivo y en lo social, los cimientos –y algo más– de su plan a medio-largo plazo.