La buena temporada precedente, a pesar de caer en cuartos de final contra el Oviedo y con la ventaja de campo, no bastó para poder mantener el grueso del plantel, del que sólo sobrevivieron Ángel Hernández y
Chus Castro. Ocho caras nuevas, y una mala: el Leyma se quedó fuera de la postemporada por primera vez desde el regreso a la LEB Oro.
Entre los fichajes, sin embargo, estaba un jugador que haría historia con la naranja: Beqa Burjanadze. En su primera temporada en el baloncesto profesional, tras abandonar la cantera del Real Betis, esbozó que había jugador de categoría. Como se demostró en los años posteriores.
El arranque fue parecido al del curso 13/34. Dos victorias en casa –la segunda, por 71-68, contra el Tizona burgalés, posterior campeón de la fase regular–, dos derrotas fuera y el ya tradicional éxito con Tito Díaz en el banquillo en la cancha del Breogán (67-69).
La diferencia con la campaña anterior es que la primera racha negativa llegó pronto. Tras el triunfo en Lugo, el BC encadenó derrotas en la pista del Clínicas Rincón (82-73), en el derbi ante el Ourense (63-70) y en Palma de Mallorca (83-70). Ocho jornadas consumidas, y el equipo sin llegar una sola vez a los 80 puntos.
Los problemas para anotar con fluidez no remitirían en los 30 encuentros de la fase regular –el guarismo más alto serían 78 tantos, en Riazor ante el filial del Unicaja y en la cancha del Oviedo–, en la que los pupilos de Tito Díaz sólo promediarían más puntos que tres equipos (Clínicas Rincón, CB Prat y Força Lleida).
Aun así, la defensa consiguió que los naranjas mantuviesen el equilibrio en la siguientes ocho jornadas, compensando un tropiezo en el Palacio (Navarra) con un éxito a domicilio (Clavijo). Aunque insuficiente para cerrar la primera vuelta en puesto de playoffs: décimo, con seis victorias, pero a únicamente una del noveno (Força Lleida) y el octavo (Melilla). Sin embargo, esa sería la posición al final de la campaña regular.
El equipo catalán fue, junto con el Palencia, los verdugos en la última jornada de la primera vuelta y en la primera de la segunda respectivamente En cancha castellana, el Básquet Coruña tocó fondo en ataque (64-46).
Hacía falta algo más que ganar como local y perder a domicilio. La cosa la complicó un poquito más la derrota en casa contra el Breogán, en otro partido nefasto de cara al aro rival (57-62). La visita del Palma a Riazor (68-77) supuso otro golpe duro para un BC que en toda la segunda mitad del campeonato tan sólo consiguió un triunfo a domicilio, por 62-69 ante el Prat.
Con cinco jornadas por delante, la novena posición, en la que seguía el Melilla, estaba a dos éxitos, distancia que se mantuvo una semana después tras la derrota en casa contra la bestia negra Oviedo (78-84) y la del equipo de la ciudad autonóma en Valladolid (72-63). El cuadro astur se colocaba décimo, mandando a los naranjas a la undécima plaza.
Dos de los tres aspirantes al último pasaporte para disputar las series por el ascenso cayeron en la siguiente jornada. El Melila ante el Burgos (57-68) y el Leyma en Navarra (85-67), mientras que el Oviedo cumplió con la jornada de descanso (este curso contó con 15 equipos en liza).
La siguiente fecha, la antepenúltima del calendario, devolvió a los de Tito Díaz a la órbita de la novena posición. Victoria por 71-66 contra el Clavijo, liderada por Chus Castro (22 puntos), y reveses del Melilla en Huesca (80-76) y del Oviedo en la pista del Clínicas Rincón (88-86). Y llegó el partido decisivo. En el Pabellón Javier Imbroda de Melilla. Con un ojo puesto en el duelo entre el conjunto astur y el Ourense.
El equipo de la ciudad de As Burgas cumplió ganando en Pumarín (75-84). Al Leyma, que en la primera vuelta había vencido al conjunto norteafricano por 10 puntos (85-75), solamente le valía ganar para llegar con opciones a la jornada final, donde también necesitaría otra derrota del Oviedo.
Pero los de Tito Díaz naufragaron en los cuartos impares (21-12 y 18-8), acabaron cediendo por 83-70 y se despidieron de toda opción de enmendar en el último suspiro un ejercicio decepcionante. La victoria final ante el Palencia (76-73) al menos fue una despedida digna ante su afición.
Nada salió bien, excepto el fichaje de Beqa Burjanadze y la lección aprendida por el técnico lucense: la defensa no era el camino. La directiva seguiría confiando en él, y él acertaría, de pleno, en la inolvidable siguiente temporada.