Óscar Gilsanz disfruta de su primera semana de trabajo íntegra ya como técnico a todos los efectos del Deportivo y tiene ahora más tiempo para imprimir su sello al equipo.
Algo ya nos desveló en el pasado partido contra el Cartagena, entonces como entrenador interino, donde observamos como ubicaba a jugadores clave, como es Lucas Pérez, en una posición más atrasada del campo. En un esquema de 4-3-3 el de Monelos se ubicaba por delante de Diego Villares, colocado como pivote defensivo, con Mario Soriano un poco más adelantado y un paso por debajo Lucas.
Un escalonamiento de los tres futbolistas del medio campo, con el jugador coruñés ejerciendo, en ocasiones, como un tercer centrocampista. Su posición un poco más atrasada creó huecos por dentro por donde se podía colar Yeremay, al que le gusta atacar desde fuera para a continuación internarse en el área.
Por dentro también jugó, sobre todo para sacar el balón controlado desde atrás, el lateral Sergio Escudero. La situación de Lucas también dejaba más espacio para un Soriano, que en otros partidos se había encontrado con apenas campo. El motivo era que él y Lucas ocupaban en muchas ocasiones las mismas parcelas del rectángulo.
Un atasco en el último tercio del campo que no favorecía la creación del juego. El de Monelos tuvo una mejor actuación dando un pasito atrás y ayudando a repartir el juego, más cercano a la medular.
Contribuir a la salida de balón es algo que el atacante ya hacía cuando jugaba más arriba, pero entonces eso le obligaba a recorrer más metros y multiplicar así los esfuerzos.
La colocación de Lucas en un puesto más cercano a la medular puede tener continuidad en el tiempo, a la vista de los buenos resultados, aunque también dependerá del plan de partido previsto por Óscar Gilsanz, de cara al choque contra el Eibar. Este curso Lucas ya ha jugado en varias demarcaciones.
Aunque su demarcación habitual suele ser la de mediapunta, justo por detrás del ‘9’ este año también se le ha visto como referencia arriba.
Una posición que no es la idónea para sus características, ya que no se trata de un jugador que sea especialista en fijar centrales y que siempre se ha desmarcado más por su velocidad y su golpeo, en los últimos años pulido por el buen desempeño de los lanzamientos de falta.
Después de haber jugado prácticamente todo de la mano de Imanol Idiakez, Óscar Gilsanz siguió apostando por él de cara al partido contra el Cartagena. Aunque no siempre ha brillado en todos los partidos y ha tenido momentos peores y mejores en este arranque es uno de los capitanes y su carácter y peso en el vestuario lo convirtieron en un fijo para el técnico vasco cada fin de semana.
Este curso lleva un gol, el que marcó en el empate ante el Granada y ha servido tres asistencias, empatado en esa faceta con David Mella. La temporada pasada tardó en ver puerta pero desde que marcó su primer gol, en enero ante la Real Sociedad B, marcó un total de 12. Sus prestaciones fueron a más y en la retina del deportivismo quedó ese gol marcado ante el Barcelona B que dio el ansiado ascenso.
Este año, de regreso a Segunda, apunta a seguir siendo importante. No obstante, el haber dado un paso atrás en su colocación en el campo, a pesar las apariencias, puede darle más al equipo. Óscar Gilsanz quiere perfilar así al mejor Lucas.