El lunes estaba todo el pescado vendido, Bernal no tenía rival y sólo le quedaban cinco días de paseo con la maglia rosa hasta Milán. La segunda jornada de descanso, siempre traicionera, y unos 190 kilómetros después, en las durísimas rampas de Sega de Ala, el líder entró en crisis y el Giro sigue vivo.
¿Os acordáis del Simon says? Es un juego infantil que sólo viene a cuento por el juego de palabras. ¿Y de Simon Yates? Es el británico que perdió el Giro del 18 y hasta el apellido en el sterrato de la Finestre tras dominar las dos primeras semanas. Simon dice que hay carrera.
La terrible ascensión hasta Sega de Ala, 11,2 kilómetros al 9,8% de pendiente media sobre una estrecha y empinada carretera entre coníferas donde termina el Trentino, al sur de los Dolomitas, se endurece por el calor y la humedad. Es lo que tiene la primavera: pasas del invierno al verano en 48 horas. Y el cuerpo de Bernal, que empezó el Giro entre algodones por sus misteriosos dolores de espalda, lo pagó.
Egan subió los siete primeros kilómetros de ascensión al trantrán de sus granaderos: Castroviejo, fiel gregario de Getxo que en el Tour del 19 escuchaba sus confesiones antes de que Brailsford llenase el equipo de colombianos, y Moscon, natural del Trentino que se metió en la fuga y se dejó coger cuando perdió gas.
Yates, que ya había ordenado zafarrancho subiendo el Paso San Valentino a sus BikeExchange –mención especial para el eterno Nieve el día de su 37 cumpleaños–, lo probó, quizá un poco tarde, más pensando en el podio –Ciccone, Vlasov, Carthy, Bardet cedieron antes– que en otra cosa.
La sorpresa fue que Bernal hizo plof cuando tiraba su compañero Dani Martínez, otro escarabajo, el último hombre de Ineos y uno de los cinco que más andan para arriba en este Giro. Simon se dio cuenta y volvió a cambiar, se llevó con él al valiente Almeida –ay, los cuatro minutos de Sestola– en busca de la etapa, su lugar en el podio y, por qué no soñar, la maglia rosa en Milán.
La victoria fue para Dan Martin, un irlandés de nutrido palmarés que vive entre Girona y Andorra, el más fuerte de la escapada y que entra en el selecto club de ganadores de etapa en las tres grandes: tiene dos en el Tour, otras dos en la Vuelta y, ahora, una en el Giro. Con él son 101. El bueno de Daniel ya puede mirar de tú a tú a su tío, un tal Stephen Roche, campeón de todo, pero que nunca ganó en la Vuelta.
Almeida entró detrás de Martin y se apunta a la pelea por el cajón, todavía lejos. Yates fue tercero y le recortó 57 segundos a Bernal (la diferencia es de 3:23 en la general). El líder encontró la extraña colaboración de Caruso, que sigue segundo en la clasificación, su gregario Bilbao y el inesperado Ulissi. Egan aguantó. Y no es poco. Hasta el Duomo todo es Giro.
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