El Giro no olvida a sus campeones. Tampoco a los caídos. Hace diez años, Wouter Weylandt falleció minutos después de sufrir una brutal caída bajando el Passo del Bocco. Unos 240 kilómetros al noroeste, en Stupinigi, a las afueras de Turín, el pelotónrecordó al prometedor esprínter belga antes de tomar la salida. Y tras un paseo por la llanura Padana, Tim Merlier, otro promisorio velocista flamenco, se impuso en la primera volata con meta en Novara, todavía en el Piamonte de Filippo Ganna, todavía de rosa.
Merlier es uno de los hombres rápidos del Alpecin-Fenix, un equipo de primera división escondido en una licencia de segunda. Sólo Deceuninck-Quick Step (24), Ineos Grenadiers (17) y Jumbo Visma (14) tienen más victorias esta temporada que el conjunto belga (11). Todas las miradas se centran en el fenómeno Mathieu van der Poel (4), pero su delfín, también surgido del ciclocrós, le iguala en número y calidad de triunfos. Suyo es el primer éxito de la estructura en una gran vuelta. Ya han hecho los deberes.
La segunda jornada del Giro se ajustó a lo que pedía una siesta de domingo. Fuga consentida para los invitados, los primeros puntos de la montaña –Albanese se vistió la maglia azzurra– y un final para el lucimiento de los hombres rápidos. Los del sueño ligero y los que nos comemos hasta el Tour de Ruanda nos quedamos con varias imágenes significativas.
En el primer esprint puntuable, Gaviria, Viviani, Sagan y Pasqualon se lanzaron a por la pedrea –ya sabemos quién peleará por la ciclamino–. Tenían tantas ganas que confundieron la pancarta de los últimos 40 kilómetros con la meta volante. En el segundo, una vez engullida la escapada, Ganna y Evenepoel bonificaron tres y dos segundos. No es un detalle menor. El belga recuperó lo que perdió con Almeida, su compañero y teórico líder, en la contrarreloj de Turín.
En los kilómetros finales, los equipos más potentes enfilaron el pelotón, ya fuera para preparar la llegada de sus velocistas o para llevar delante a los hombres fuertes de la general. Y en la punta del gran grupo se dejaron ver un buen rato los Movistar, arropando a Marc Soler, y el imponente Ganna, muy atentos hasta que entraron en la zona de seguridad.
El treno irrumpió a toda velocidad en las calles de Novara, que guardaban una trampa en forma de chicane a 600 metros de la meta. Ahí entró muy bien colocado Merlier, que se anticipó a los favoritos y ganó por delante de los italianos Nizzolo, ningún ciclista sin victorias en el Giro ha quedado tantas veces segundo (10), y Viviani, tercero.
Nunca sabremos qué hubiera sido de Gaviria si su lanzador, Molano, no le hubiese cerrado contra las vallas cuando se apartaba. El colombiano evitó la caída por su habilidad sobre la bici y porque las protecciones estaban bien sujetas y con las patas por dentro. No fue así en el terrible incidente de la Vuelta a Polonia que el pasado agosto condenó a Groenewegen por tirar a Jakobsen, vivo de milagro. Dylan, con nombre de poeta y cuerpo de boxeador, fue cuarto en su primera volata desde que cumplió la sanción.
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