Leyma | Comunicación y atención, las claves del 'renacimiento' de Thompkins
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Leyma | Comunicación y atención, las claves del 'renacimiento' de Thompkins

Leyma | Comunicación y atención, las claves del 'renacimiento' de Thompkins
Trey Thompkins y Gus Gago, cabeza visible del equipo de readaptación del ala-pívot estadounidense, posaron para este reportaje sobre el parqué del Coliseum | Patricia G. Fraga

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Comunicación y atención. Las dos palabras instrumentales en la “readaptación” física de Trey Thompkins, un ciclo que empezó con su llegada a A Coruña y remató con su debut con el Leyma en la tercera jornada liguera.


Un acondicionamiento que, subraya el estadounidense, fue provocado por “una lesión de gemelo que tuve en Belgrado [la pasada temporada jugó en el Estrella Roja], no con la de rodilla que tuve en el Madrid”, aclara Thompkins. Asevera el preparador físico del equipo naranja, Gus Gago.


Una lesión, sufrida en mayo de 2021, que, aclara de nuevo el ala-pívot, no tiene nada que ver con el edema óseo que padeció en 2012, cuando jugaba en los Clippers, aunque también fue en la rodilla izquierda.
 

Respecto a la que tuvo hace tres años, el club blanco nunca llegó decir a los medios de comunicación qué tipo de lesión era. Sorprende, mucho, que el propio Thompkins responda a esta cuestión con un contundente “a mí tampoco”.


Una dolencia de la que el fichaje de más renombre del Leyma admite que “hay días que me siento raro, por el tiempo. Después del Madrid me voy al Zenit [de San Petersburgo], y me voy jugando”, cuenta entre risas irónicas. En el equipo ruso completó la recuperación, tan rápido que, relata, “en el primer partido ya estaba jugando sin problema. Luego voy a Belgrado, y bien, y después ya llego aquí, y bien”.


No hay demasiado conocimiento sobre el protocolo que siguen los clubes, en lo que a temas médicos atañe, cuando se ficha a un jugador. Nadie mejor que Gus Gago para explicarlo. “Nosotros no hablamos específicamente con Belgrado, pero sí con muchas personas que han trabajado con él a lo largo de estos años, tanto en equipos como fuera de temporada. Por eso ya empezábamos con el contexto en el que nos movíamos”.


No obstante, el preparador físico del Leyma detalla que “lo primero es siempre hablar con el jugador, y que él te diga cuáles son sus problemas, sus preocupaciones, sus molestías en el día a día... Y en base a lo que te dice vas preguntando a otros profesionales que han trabajado con él, para que te expliquen qué es lo que le va bien y qué es lo que le va mal, que te aconsejen y, con ello, poder dar continuidad a lo que esos profesionales han hecho antes con él”.


A la pregunta, a los dos, de cuál era el estado físico del jugador cuando llegó a A Coruña, Thompkins contesta que “estuve entrenando en verano con mis médicos de Madrid, preparándome para la temporada. Y llego aquí y ahora... (señala con la cabeza Gago)”. 


El preparador es más concreto: “Trey no llega lesionado. Analizamos cómo habían sido sus últimas temporadas y decidimos, en conjunto con él (Thompkins asiente), que si hacemos un entrenamiento individualizado con él, podemos lograr que durante la temporada él sea capaz de entrenar con el grupo con regularidad”. 


En medio de la respuesta interviene el ala-pívot: “Gus y yo hablamos mucho. Él me dijo que sabían todo y que tenían un proyecto para manterme bien”. Y admite, con un “sí” que no deja lugar a la especulación, que desde el minuto uno aceptó que era la mejor decisión.

 

Hambre de jugar

La cabeza juega un papel muy importante, casi tanto como el terapéutico, a la hora de superar reveses físicos. El nativo de New York lo confirma tras preguntarle cómo se encontraba a nivel mental en la pretemporada. “Yo siempre tengo hambre de jugar y de ganar. Quiero jugar siempre. Y están ellos (señala de nuevo a Gago), que nos frenan si vamos demasiado rápido (risas)”.


El natural de A Pobra do Caramiñal admite que “no sería capaz de decir un porcentaje”, respecto al nivel físico con que Thompkins llegó al equipo. “Él había completado procesos de rehabilitación, pero nosotros lo que queríamos era readaptarlo; ponerlo de cuerpo sano a cuerpo de deportista”.


Insiste Trey: “Mi problema es que yo siempre quiero estar en la pista”. Y aclara, respecto a Gus Gago: “Él me dice: ‘¿quieres jugar así?’ (muestra el pulgar y el índice muy poco separados) ¿o quieres jugar así? (separa mucho las manos en vertical)’”.


Una vez completada la readaptación, es hora de jugar. Y de preguntar si un preparador físico le dice a un entrenador “a este no le des más equis minutos porque...”. Responde Gago. “Aunque suena a veces muy teórico y parezca que es difícil de plasmar, la comunicación entre todos los miembros del staff médico y del técnico es trascendental para cualquier proceso de readaptación. Sin una comunicación constante sería imposible hacerlo con éxito”, subraya.


“Nunca pasas de cero a cien; y eso es lo que quisimos hacer durante la diez semanas que duró el proceso de Trey. Antes de entrenar a diario con el grupo estuvo haciendo entrenamientos parciales. Es un proceso en el que el entrenador tiene mucho que decir. Diego [Epifanio] y yo estamos sentados a un metro de distancia varias horas al día y comentamos cada cosa de cada entrenamiento, cómo va a participar cada jugador, lo que buscamos con cada tarea de cada jugador... Al margen del tiempo que compartimos en la pista hay un montón de horas en las que intentamos pulir detalles y hacer que las piezas encajen de la mejor manera”, agrega el preparador físico del Leyma. 

 

Autoeficacia percibida

¿Cómo se llega a ese momento en que Gus Gago dice “ya está”? “Esto puede parecer algo estúpido, pero quien decide si estás o no estás es el jugador, su autoeficacia percibida [en prosaico, cómo sentimos el cuerpo para desarrollar una habilidad]. Si él se percibe competente, es inútil que tú digas ‘ya está’. Nosotros solo ponemos las herramientas”.


Thompkins (re)insiste en que “yo quiero jugar siempre, todos los partidos, todos los minutos (risas). Pero necesito ritmo, necesito tono, y eso es trabajo de Gus”, quien revela que el OK fue “consensuado. Yo le iba preguntando por diferentes tareas en cada entrenamiento; cómo eran las sensaciones antes y cómo las sensaciones después. Esto le ayudó a autoevaluarse y a dar el siguiente paso. Mi trabajo, al fin y al cabo, es que él se dé cuenta de si siente competente. Si no tiene esa confianza necesaria, es inútil que yo perciba que está bien”, subraya.


“Hay días”, dice Thompkins respecto a si su confianza llegó a ir por delante de la de Gago, quien a su vez resalta que “no hay una gran diferencia, porque hay mucha comunicación”. El ala-pívot interviene para enfatizar que “los dos nos gustamos trabajando. Por eso estoy físicamente como estoy ahora”.


El estadounidense, con un currículum que incluye clubes más potentes que el herculino, lo que lleva a pensar que ha tenido cuidados del máximo nivel, destaca “la atención” que se le dispensa en la entidad naranja. “Esa es la palabra: atención. Hay días que no quiero hablar con Gus; hay días que no quiero hablar con Epi. Pero ellos todos los días me preguntan cómo estoy. Todos los días. Hablamos, hablamos, hablamos”. La comunicación, siempre presente. 


Respecto a si el ala-pívot fue un paciente paciente o un paciente impaciente, Gago no duda ni un nanosegundo: “Excepcional. Cuando te dicen que viene Trey Thompkins, tú miras su trayectoria y dices, ostras, me da un poco de miedo porque pueda ser una persona distante, de ideas muy fijas. Y lo que nos encontramos fue una persona muy abierta, que a todo lo que le hemos propuesto siempre ha respondido con una sonrisa y un ‘vamos allá’. Y eso facilita mucho el proceso”. 


El preparador físico no se moja a la hora de estimar para cuántos minutos por partido está Thompkins. El ala-pívot, tampoco. “Para mí no es un número. No pienso en un número de minutos”, aunque de cero a cien físico se considera, a día hoy, “perfecto”. Y puntualiza: “Hay días que mi cien por cien es el ochenta por cien, y eso es lo que pongo ese día; y hay días en que mi cien por cien es el cien por cien, y eso es lo que pongo. En una temporada no estamos siempre al cien por cien”, matiza.

 

No mejoría, evolución

Gago asegura que “no me gusta la palabra mejorar, prefiero evolucionar. Él viene de unas últimas temporadas en las que no ha tenido regularidad. Si entrena todos los días como está entrenando, si no hay que parar alguna tarea, lo normal es que siga evolucionando. Su autoeficacia percibida es fundamental para ello. A medida que van pasando fases si él va teniendo éxito, reforzará su autoeficacia”.


E incide en el concepto más repetido en esta charla: “Por eso es tan importante la comunicación, decirle ‘vamos a hacer esto, por esto y es probable que pase esto’. De algún modo anticiparle lo que va a pasar, porque en caso de que eso suceda, él sepa que es normal dentro del proceso, que sepa qué riesgos podemos asumir y que él se sienta partícipe de la toma de decisiones”. Trey asiente a todo, y agrega: “Me viene muy bien mentalmente que Gus me diga qué puede ocurrir”. 


Desde que entró en la pista, al ala-pívot se le ve confiado. Incluso acercándose más al al aro que en sus útimos años en el Real Madrid. “Sistemas”, responde rápidamente. “Estilo, sistema, yo leyendo la pista... Me gusta meter triples, pero cuando haces un movimiento, un giro, una finta... la gente dice ‘oooh’. Y también me gusta”. 


Además de la importancia de los temas médico, terapéutico y mental, ambos reconocen que también ayuda el entorno, estar lejos del estrés que puede generar una gran ciudad. Thompkins, que vive en Santa Cruz con su mujer y sus dos hijos, asegura que “es perfecto para mí”, mientras que Gago es tajante: “Sin duda. Las condiciones del entorno siempre influyen en el día a día. Y aquí tenemos un contexto muy favorable para una toma de decisiones tranquila”. 


Gus Gago y Trey Thompkins. Una dupla fuera del rectángulo de juego que promete grandes prestaciones. El de A Pobra lleva más de dos décadas ofreciéndolas. El neoyorquino está en ello. 

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