Decía Bill Shankly, en una serie de frases no literales atribuida en muchas ocasiones por error al extécnico deportivista John Benjamin Toshack —que fue jugador suyo en el Liverpool entre 1970 y 1974— que si pierdes un partido el sábado, te vas jodido a casa y pensando en cambiar todo la semana siguiente. Luego poco a poco van pasando los días. El lunes vas a cambiar solo a siete u ocho. Después del entrenamiento del martes piensas, “joder, este no estaba tan mal, cualquiera puede tener un día malo, voy a cambiar solamente a cinco”. Llega el viernes y piensas, “si esos eran los mejores antes del partido de la semana pasada, pues voy a seguir jugando con los mismos once cabrones de siempre”.
Óscar Gilsanz no tiene el problema que le surgía a Shankly, porque lo que es perder, ha perdido poco. Pero sí se encuentra en una situación similar en cuanto a la utilización de su plantilla, muy reducida en cuanto a número. Tanto, que este Dépor parece un equipo de otra época. De aquellos tiempos en los que el Liverpool de Shankly ganaba la Division One 1972-73 utilizando en un campeonato de 42 jornadas a 16 futbolistas, de los que uno participó en cuatro partidos y otro en uno. O de aquel SuperDépor que todos recitábamos de carrerilla y que parecía disponer de tres únicas variantes al once titular: Mariano, Alfredo y Manjarín.
Sí, el asunto está un poco exagerado, porque realmente el número de jugadores utilizados es muy superior al de aquel Liverpool. Nada menos que 27 futbolistas han sido titulares con el Deportivo en alguno de los 34 partidos de Liga, aunque solo 17 han jugado más de 450 minutos, el equivalente a cinco partidos completos. El técnico betanceiro hace semanas que encontró su equipo tipo y de ahí poco se mueve. Si lo hace, es por obligación. Solo las lesiones, las sanciones y las despedidas inesperadas han sacudido el árbol porque no hay más cera que la que arde.
Otra máxima del fútbol dice que la función principal de un entrenador es tratar de tener contentos a los futbolistas que no juegan, porque los que saltan al campo ya lo están. Si en este Dépor fuera así, Gilsanz estaría inmerso en una tarea hercúlea. El preparador deportivista afirmó ayer que “es buena señal que el entrenador esté siendo injusto con los que no juegan”. Hay buena sintonía y todos —o casi—, sean titulares o suplentes, reman en una única dirección, la de la permanencia.