El deportivismo ya ha perdido la cuenta de las decisiones arbitrales que han perjudicado a su equipo en su temporada de regreso a la ‘Liga del VAR’. Todos suponíamos que presenciaríamos una considerable reducción del número de errores de los colegiados. Nada más lejos de realidad. En A Malata fuimos testigos de otra muestra del sinsentido en que el gremio arbitral se ha empeñado en convertir el mayor avance del fútbol en más de un siglo y medio de existencia.
En primer lugar, la entrada de David Castro a Mella. Falta sin opción de jugar el balón, en una acción en la que el blanquiazul quedaría prácticamente en solitario en campo contrario, con la rodilla a la altura del muslo. Hasta tres posibilidades de castigar con roja directa tuvo González Esteban, que prefirió solventar el asunto con una amarilla.
El colegiado anuló después un gol al Deportivo por una falta en ataque que solo existió en su imaginación. Estaba el árbitro vasco ya con su silbato en la boca, presto y dispuesto a pitar lo fácil, desde que avisó a varios futbolistas —sobre todo a Pablo Vázquez— antes de que se lanzase el córner. El balón se le escapó de las manos a Yoel, víctima del sol de cara, y acabó en el fondo de las mallas. Ningún jugador se encontraba a menos de cinco metros del portero. Unas cuantas parejas bailaban agarradas, como en cualquier saque de esquina. No hubo derribos, ni golpes, ni obstaculizaciones flagrantes. Ni gol, claro. Porque al VAR no se le ocurrió decirle a González Esteban —vasco como Pérez Lasa, aquel colegiado que anuló el gol de Songo’o en Soria— que se había equivocado.
Otras dos faltas de los defensas racinguistas fueron merecedoras del mayor castigo. La más clara fue la de Aleksa Puric sobre Yeremay. Patada lanzándose al suelo con el pie a la altura de la rodilla, después de que el canario llegase antes al esférico y lo lanzase hacia delante. Con muchos metros por delante hasta la portería, sí, pero en franca ventaja. Ante esta acción hay que hacerse una pregunta. ¿Por qué puede cambiar la decisión arbitral el hecho de que Yeremay salte y el contacto sea bota con bota en lugar de bota con rodilla o con muslo? Nueva cartulina amarilla. Y nuevo silencio desde el cuarto de Las Rozas.
De postre llegó la amarilla a Aitor Buñuel. El tantarantán del lateral a Diego Gómez hizo que el canterano diese varias vueltas de campana. El juego estaba detenido desde un segundo antes por bote neutral, después de que la pelota golpease fortuitamente en González Esteban. Aún así, el árbitro castigó la entrada, aunque no con el color. Como el balón no estaba en juego, casi habría sido mejor que hubiese omitido la amonestación.
El Dépor anduvo rápido con su tuit. “Hoxe gañamos 0-2”, junto al vídeo del gol anulado. Otros clubes ya han comunicado de manera oficial su hartazgo por los errores. Por algo se empieza.