Que Yunio Barrueta es un anotador nato no lo duda (casi) nadie. Como tampoco se puede poner en cuestión la anomalía que representa el hecho de que un anotador nato se quede a cero en un partido sin circunstancias eximentes como lesión o descalificación o reducción radical de minutos por la causa que sea.
El cubano-estadounidense, que el sábado 19 de abril, en el triunfo contra el Bàsquet Girona en el Coliseum, se convirtió en centenario con la camiseta del Básquet Coruña, pasó el sábado 27 al otro lado de la escala, aunque –evidentemente– no de encuentros disputados, sino de puntos.
El el pabellón Santiago Martín, de La Laguna, el alero del Leyma sufrió una laguna grande en su rendimiento y se volvió sin un mísero tanto que sumar a su hoja de servicios. Su primer ‘rosco’ desde que llegó a A Coruña hace tres temporadas.
Su extraño primer periodo contra el segundo clasificado de la ACB resultó ser una premonición. El Papi lo disputó completo, pero no lanzó ni una sola vez a canasta. Increíble en un jugador que primero dispara y después pregunta.
De hecho, su primer tiro fue ya muy cerca del descanso. Concretamente a falta de solamente 27 segundos. El segundo intentó, este por obligación, coincidió con la bocina del segundo cuarto, un triple forzado y lejano que ni siquiera se acercó al aro.
En el tercer acto se animó un poco más. Ejecutó tres tiros lejanos consecutivos. Y ahí se acabó su carta de tiro. Porque tampoco miraría al aro en los casi tres minutos que estuvo en pista en los 10 finales.
Así se fraguó el sexto encuentro sin anotar de Barrueta en su carrera profesional, que inició tras jugar solamente tres en la primera división de la NCAA, con East Tennesse State, en los que, curiosamente, anotó. En el que menos minutos tuvo, cinco contra Mercer, convirtió un libre (de cuatro).
Antes había pasado tres cursos en la modesta Barry, de la NCAA II, donde se convirtió en leyenda del centro: máximo anotador y reboteador de la historia de los Bucs.
En su primera experiencia fuera de Estados Unidos, en el Okapi de la segunda división belga, registró sus dos primeros ‘roscos’, eso sí, en partidos de escaso minutaje: siete contra el Liege y uno menos ante el Kangoeroes.
En la primera de sus cuatro campañas en la A2 francesa, con el Denain, sumó un cero en 34 encuentros. Fue contra el Roanne y falló los cuatro triples que lanzó. Un 0 de 4 muy presente en sus actuaciones menos productivas.
Su carrera prosiguió en el Nancy, con el que en dos temporadas disputó 56 partidos de fase regular, y de solo uno, frente al Fos-sur-Mer, en la 2019-20 se marchó sin sumar. La siguiente parada, también en el país galo, se saldó sin ceros en 20 salidas a pista con la camiseta del Evreux.
De Francia saltó a Israel, al Macabi Ashdod, también de la segunda categoría, con el que disputó 26 encuentros y anotó en todos. Esa misma temporada, la 2021-22, la terminaría en otro conjunto galo, el Lille. Jugó cuatro encuentros y en uno de ellos no anotó.
Fue contra el Antibes, el 3 de mayo de 2022. Y también con un 0 de 4 desde el arco. Por lo tanto han pasado casi tres años hasta que Yunio Barrueta ha vuelto a catar el amargo sabor de un ‘rosco’ en su casillero, el sexto de su carrera profesional, en los cuales al menos ha podido cantar victoria en cuatro, los dos del Okapi (2016-17), el del Denain (2017-18) y el del Nancy (2019-20).
Su peor registro anotador desde que aterrizó en España databa de esta misma temporada. Con dos puntos en los compromisos en las pistas del Bàsquet Girona (81-98) y Real Madrid (90-74).
Un tanto más sumó en la derrota por 56-51 en la cancha del Menorca, en la temporada 2023-24, la del histórico ascenso a la ACB. Barrueta completó un total de nueve encuentros por debajo de los dobles dígitos en anotación, de los cuales el Leyma dobló la rodilla en cuatro, más de la mitad de las siete veces que lo hizo en los 34 duelos de la fase regular. En la Copa Princesa, perdida en Madrid frente al Estudiantes, registró 11 puntos.
En los 29 que ha jugado esta campaña, el de Cienfuegos lleva 10 anotaciones por debajo de los 10 puntos, dos más que en la de su debut con el Leyma, en la que disputó 38 encuentros. Dos de las ocho sin llegar a la decena fueron en el tercer y el cuarto partidos del playoff perdido contra el Gipuzkoa.
El balance del Básquet Coruña cuando el Papi no alcanza los dobles dígitos es de 3-7 esta temporada, de 5-4 en la 2023-24 y de 3-5 en la 2022-23. El saldo total de la botella medio llena es del 40,7% de victorias; el de la botella medio vacía, del 59,3% de derrotas.
El traspié en Tenerife confirmó, además, su gafe con los equipos canarios: cuatro derrotas en otros tantos choques y una terrible carta de tiro desde larga distancia: 7 de 35, un 20,0% de (des)acierto, nada más y nada menos que un 14% por debajo de su media, que sin canarios en el camino sería del 37,1% (68 de 183).