El Deportivo cayó derrotado en el Pepico Amat contra el Eldense en un partido que dejó sensaciones amargas por varias razones. Más allá de su incapacidad para generar respuestas a los ajustes tácticos del rival o para reaccionar tras los goles encajados, el equipo coruñés volvió a exhibir su falta de picardía en el uso de las faltas tácticas y su escasa agresividad bien entendida. Solo hizo cinco infracciones y vio una única tarjeta amarilla –a Pablo Vázquez tras su placaje en el área a Masca–, unos números que confirman una tendencia: el Dépor es el equipo que menos tarjetas amarillas recibe en la Liga (43), con una notable diferencia respecto al siguiente en la lista, y el segundo que menos faltas comete (264), solo por detrás del Albacete (260). Son los dos únicos equipos que todavía no han superado las 300 infracciones.

No es la primera vez, ni será la última, que el Deportivo está en la parte alta de la clasificación del juego limpio. Históricamente, ha sido así. Sin embargo, este excesivo fair play juega en contra del equipo en numerosas ocasiones. Sin ir más lejos, el segundo gol del Eldense en la última jornada es un buen ejemplo. El cuadro alicantino hilvanó una pared en la banda derecha y Víctor García se escapó con facilidad, dejando atrás a un debutante Nemanja Tosic que pudo haber frenado la jugada con una falta. No lo hizo, y la acción acabó en gol de Javi Llabrés tras un recorte a Ximo Navarro.

Gilsanz: “Tenemos un perfil de futbolistas de más juego que de poder hacer faltas"

Óscar Gilsanz, entrenador del Deportivo, reconoció tras el partido que la falta de interrupciones en momentos clave es una asignatura pendiente del equipo. El técnico betanceiro admitió que la juventud de su plantilla influye en este déficit.  “Tenemos un perfil de futbolistas de más juego que de poder hacer faltas, sobre todo al inicio de las jugadas. La juventud va corrigiendo eso, seremos un equipo que haga más faltas. Hay que aceptar que a veces hay que cortar la jugada en su inicio. No lo hicimos”, reflexionó Gilsanz. 

El entrenador también quiso defender a sus jugadores en lo que respecta a la toma de decisiones a la hora de cometer una infracción cuando el rival ya se ha adelantado en el marcador. “Cuando vas por debajo en el marcador, las faltas son más por frustración que por necesidad. Esta derrota nos va a enseñar muchas más cosas que la victoria ante el Almería”, comentó el preparador, en referencia al contundente 3-1 de la jornada anterior en Riazor.

A años luz del resto

El Deportivo y el Albacete, los dos equipos que menos faltas han cometido en lo que va de campeonato, están a una distancia sideral del resto. Es cierto que el Dépor es el quinto equipo de Segunda con más posesión (53%), un factor que suele asociarse con un menor número de infracciones. Sin embargo, la diferencia entre manchegos, gallegos y el resto es abismal.

El Levante es el tercer equipo con menos faltas (318), seguido por otros ocho clubes que no superan las 350: Burgos (321), Huesca (323), Cartagena (331), Racing de Ferrol (332), Castellón (339), Almería (340), Elche (348) y Racing de Santander (349).

En el extremo opuesto se encuentra el Córdoba de Iván Ania, con 434 faltas en lo que va de temporada en Segunda. El conjunto andaluz ha convertido la presión alta y agresiva en una de sus señas de identidad, sobre todo en El Arcángel, donde asfixia la salida de balón del rival sin dudar en recurrir a faltas tácticas para impedir avances peligrosos. 

El Deportivo ya sufrió en sus propias carnes ese estilo en la primera vuelta, cuando cayó 2-0 en Córdoba. Aquel equipo, entonces dirigido por Imanol Idiakez, nunca se sintió cómodo en la salida de balón, fue víctima de numerosas faltas cuando intentaba zafarse de la presión y, aun así, dispuso de oportunidades para correr a campo abierto debido al carácter agresivo de la idea de juego implantada por Iván Ania.

Del Córdoba al Dépor

Como era de esperar, el Córdoba también lidera la clasificación de tarjetas amarillas, con 82 amonestaciones. Casi el doble de las 43 que ha recibido el Deportivo. En su última derrota en Elda, los blanquiazules solo vieron una cartulina, y en una acción sin discusión: el penalti de Pablo Vázquez a Masca tras un claro agarrón en un centro lateral.

Gilsanz, que evitó pronunciarse sobre la polémica de la pena máxima –“un penalti por empujón siempre depende de la interpretación del colegiado, es complicado tomar la decisión”–, también comentó el escaso número de tarjetas recibidas por su equipo. “Me hubiera gustado alguna más y ganar, pero creo que somos dos equipos limpios. A veces es necesario y forma parte de la competición, ayuda a que el rival no ataque”, explicó el preparador gallego.

A pesar de las dos expulsiones sufridas esta temporada (David Mella contra el Cádiz y Diego Villares ante el Mirandés), el Deportivo mantiene una amplia ventaja sobre el siguiente equipo con menos tarjetas amarillas, el Castellón (50). La distancia se amplía con el resto de equipos menos sancionados: Racing de Ferrol (51), Albacete (51), Tenerife (52), Levante (55), Mirandés (56) y Elche (57).

El Deportivo sigue empeñado en mantener el juego limpio como una de sus señas de identidad, pero el fútbol no siempre premia la deportividad. La falta de agresividad en momentos clave ha penalizado a los blanquiazules en más de un partido. Gilsanz es consciente de ello y confía en que su equipo aprenda a gestionar mejor este aspecto del juego sin renunciar a su esencia. El conjunto herculino  parece caminar sobre la fina línea que separa la deportividad de la ingenuidad.