Siete de cada diez coruñeses están a favor, según una encuesta encargada y publicada por este mismo periódico, de que A Coruña sea una de las sedes del Campeonato del Mundo de fútbol de 2030. Y lo confieso: Yo soy una de esas tres restantes. A ver, antes de tener que abrir el paraguas. Tampoco es que sea una oposición rotunda. Quién soy yo para quitarle la ilusión a los coruñeses de ver un 0-0 entre Camerún y Perú (por muy poético que lo contara Vargas Llosa). Y tampoco es que sea una cínica. Reconozco el proyecto de ciudad y la oportunidad de enseñarnos al mundo: El camino a Riazor es el más bonito que hay. Así que si me pongo, hasta podría ser un apoyo con condiciones. Porque tampoco voy a ser yo quien le diga a unos señores cómo gastar sus cien millones de euros (salvo que sea dinero público). Pero yo me siento en la obligación de pedir para mi polideportivo. Me subiré al barco si, por ejemplo, en esa gran inversión que incluye los alrededores del estadio, cayera alguna limosnilla para las mejoras necesarias en el Palacio de los Deportes de Riazor o para las ancianas Polideportivas. ¿Ven qué fácil he vendido mi voto? En apenas veinte líneas ya he cambiado de opinión.
Ahora en serio. Justo la semana pasada el Concello presentó ante el Consello Municipal de Deportes el cronograma de ejecución del Plan Director de Instalaciones Deportivas y Equipamientos Deportivos que ha encargado a la empresa Wayedra por un presupuesto de 72.000 euros y avanzó que habrá encuentros con clubes, asociaciones vecinales y deportistas para incluir sus impresiones y sugerencias y también para conocer de primera mano sus necesidades. Y ya se lo adelanto. Son muchas. Y esto no es una cuestión de partidos políticos o instituciones, Concello, Diputación o Xunta, que a veces se pasan la pelota caliente. Tú más. No, tú más. No se libra ni la Universidad. Es sacar el tema de las instalaciones en cualquier conversación y es como abrir la caja de Pandora. Escasas para el tejido deportivo de la ciudad que no para de crecer (vaya guirigay hay cada año para montar el tétrix de los horarios, no querría verme yo en esas porque no queda nadie contento). Les faltan servicios. Y están viejas. Muy viejas. Casi no hay una sin goteras, problemas de condensación, de agua caliente... Y muchos etcéteras.
Así que perdónenme si cuando unos hablan del Mundial 2030 yo piense en que vaya despilfarro estando como estamos. Qué le voy a hacer. Siempre miro para mi polideportivo, que sobrevive con lo justo. Ya no solo en el Liceo o en el Leyma, en Yulenmis con su jabalina o Almudena Quereda en la piscina. También en el niño que va a entrenar a la Sagrada Familia y en el mayor que hace gimnasia en el Ventorrillo. Porque al final, el Mundial son tres partidos (vale, el estadio puede quedar para el Dépor, si es que lo quiere). Y los coruñeses estamos en la ciudad todos los días.