No perdona ni olvida el deportivismo lo que ocurrió hace tres años con el Fuenlabrada, los casos de covid, la alerta sanitaria, la adulteración de la competición y el descenso, en diferido, del Deportivo.
Pero esos amargos recuerdos del verano de 2020 no puede nublar ni un ápice la mente de la escuadra blanquiazul. El equipo está necesitado de volver a reencontrase con la victoria, tras el descalabro ante Unionistas y que tiene en la visita del cuadro madrileño una nueva oportunidad de lamer sus heridas en Riazor.
Los coruñeses, a pesar de solo haber sumado cinco puntos de los últimos 15, están solo a cuatro del Alcorcón, el actual líder, al que pueden meter presión si se imponen. Los alfareros, que han tenido algún tropiezo, pese a seguir ocupando la primera plaza, recibirán el domingo la visita de un Pontevedra que va a más en estas últimas jornadas.
Quedan ocho partidos por delante, todos son finales, como admitía el central Pablo Martínez esta semana, pero el Depor tiene que dar un paso adelante a domicilio si quiere aspirar al ascenso directo.
No depende solo de él y tiene el calendario más complicado de los aspirantes, con tres duelos ante rivales directos (Alcorcón en casa y Racing de Ferrol y Córdoba a domicilio).
Nada de eso es excusa para que la escuadra entrenada por Óscar Cano dé de una vez un golpe sobre la mesa y demuestre que puede ganar lejos del abrigo de su feudo. Todo un fortín al que los coruñeses no pueden fiar todo, pero que se ha convertido en el salvavidas de un equipo que termina deshaciendo como visitante parte de lo que construye como local. Solo han perdido un partido, entonces con Borja Jiménez como técnico, han ganado 10, empatado cuatro y solo han encajado nueve goles.
Enfrente los del Alberto Sánchez, a dos del descenso, pero que desde su llegada han logrado cuatro triunfos y tres derrotas, pero que siguen adoleciendo de problemas cuando salen del Fernando Torres.
Tan solo dos victorias como visitante en todo el curso ante un fortín como Riazor, que no parece ser el mejor escenario para romper el maleficio.
Un campo que volverá a mostrar una entrada de otra categoría, pues empieza a ser costumbre pasar de los 20.000 espectadores, y una hinchada que renueva ilusión cada semana, a pesar de los ‘palos’ que se lleva por el camino.
Un duelo que servirá para que el Depor reciba, de la mano del presidente de la RFGF, Rafael Louzán, su séptimo título, que acaba de oficializarse, la Copa de España de 1912. Sobre el verde se espera el once tipo de Cano, que recupera a Antoñito para el carril derecho, por lo que Villares regresará a su posición natural, la medular. Completarán la zaga Lapeña, Pablo Martínez y Lebedenko. Bajo palos, Mackay. La baja por sanción de Olabe invita también a la vuelta de Rubén Díez, que acompará a Isi Gómez.
Por delante, el tridente habitual, con Mario Soriano y Alberto Quiles, como alas y en punta de ataque Lucas Pérez. Una alineación de garantías para que, con cabeza, el Depor se lleve la victoria.