El estadio de Anduva acogerá este domingo a las 18.30 horas un choque de estilos entre un Mirandés que lucha por el ascenso directo a Primera División bajo la dirección de Alessio Lisci y un Deportivo que pretende sellar la permanencia y seguir soñando con el playoff bajo la batuta de Óscar Gilsanz. Dos equipos, dos objetivos diferentes y dos estilos contrapuestos.
El Deportivo disfruta corriendo a la contra. Las características de sus atacantes, sobre todo de Yeremay y Mella, propician que se convierta en un equipo letal cuando tiene espacios por delante. No obstante, el equipo coruñés es más que eso. Por un lado, los rivales tratan de minimizar las posibilidades de los blanquiazules para correr, y, por otro, el cuadro de Óscar Gilsanz también ha demostrado que es uno de los equipos de Segunda División con una mayor capacidad de control a través del balón.
De hecho, no es de extrañar que el Deportivo sea el quinto equipo de la categoría con un mayor porcentaje de posesión (53,3%), un dato que lidera el inalcanzable Elche (62,1%), mientras que el Mirandés, aunque es el cuarto clasificado a cuatro puntos del ascenso directo, tiene un estilo completamente distinto en el que suele ceder la iniciativa con balón a su rival y promedia el 44,4% de la posesión, siendo el décimo noveno equipo en esta estadística.
De este modo, el Dépor es uno de los equipos más combinativos de la categoría, ya que promedia 375 pases exitosos por partido (el 82,5% de los que intenta), mientras que el Mirandés se presenta como un conjunto directo, agresivo y vertical, ya que su media de pases precisos por encuentro es de 253, con una efectividad del 74,6%. Quizá la diferencia no parezca tan significativa, pero la realidad es que el Dépor es el segundo equipo que más pases completa en la categoría y el Mirandés es el último. Un abismo entre cómo afronta uno y otro equipo el fútbol con balón.
Óscar Gilsanz ha trabajado para diseñar una estructura que le permita adaptarse a diferentes escenarios, algo que se ha empeñado en comunicar tanto dentro del vestuario como a nivel público. Y el Dépor con balón se ha convertido en un equipo reconocible que, debido a las recientes bajas, está teniendo que matizar una estructura asentada desde el inicio de 2025, con el regreso de José Ángel al once titular tras su lesión de pubalgia.
El mediocentro se incrusta entre centrales en salida de balón, los laterales aportan profundidad, Villares y Mario Soriano se reparten las alturas en el centro del campo y los extremos Yeremay y Mella tienen libertad para meterse por dentro y decidir entre combinar y romper al espacio. Un complejo engranaje que ha permitido al conjunto coruñés estar cómodo con balón en numerosos contextos. De esta forma se explican unos datos de posesión y pases que ya eran altos con Imanol Idiakez al mando, aunque el equipo se mostraba más vertical.
Por su parte, el plan del Mirandés es diferente, pero al mismo tiempo cuenta con una organización similar cuando tiene el balón en su poder. El equipo de Alessio Lisci forma con tres centrales y dos carrileros de recorrido, con especial mención para Hugo Rincón, cedido por el Athletic, en la banda derecha. Por dentro, Jon Gorrotxategi, que se está ganando un hueco en la Real Sociedad tras su préstamo, aporta el equilibrio, el orden y la inteligencia posicional a un equipo diseñado para volar. De hecho, los dos interiores del centro del campo son dos futbolistas con llegada y con capacidad para hacer daño en la frontal: Alberto Reina y Mathis Lachuer.
Y para completar el mecanismo de un equipo directo y profundo en todo lo que hace, dos delanteros complementarios. Joaquín Panichelli, ‘9’ clásico y pichichi del equipo con 16 goles, es un fijo en una doble punta que comparte habitualmente con Urko Izeta, atacante veloz y con potencia para atacar los espacios, o con Joel Roca, un jovencísimo extremo habilidoso que puede actuar de segunda punta. Sea cual sea la pareja atacante, el Mirandés se asegura una combinación para poder optar por el juego directo, combinar con sus atacantes para dar continuidad al juego o estirar al rival con desmarques de ruptura. Una mezcla que, sumada al resto del engranaje, está convirtiendo al Mirandés en un equipo predecible y al mismo tiempo difícil de contrarrestar.
Otros datos que refuerzan la evidencia del choque de estilos en el partido que se vivirá en Anduva son los pases exitosos en cada mitad del campo. El Dépor se toma su tiempo para construir la jugada desde atrás y el juego directo no está entre sus planes principales, en parte porque no ha encontrado un ‘9’ capaz de ofrecer un rendimiento óptimo en ese sentido.
El equipo coruñés promedia 214 pases completados por partido en su propio campo, con un porcentaje de acierto del 90% respecto a los envíos totales en su mitad. En cambio, el Mirandés minimiza riesgos en ese sentido y opta por reducir los pases en su campo todo lo posible (133 completados por partido, con una efectividad del 74,6%). La distancia es evidente, pero se reduce en cuanto se traspasa la línea divisoria.
El Mirandés casi promedia los mismos pases acertados en campo rival (125, un 85,4% de los totales que intenta), mientras que el conjunto herculino baja hasta los 165 pases exitosos en la mitad contraria del terreno de juego, aunque con un más que digno 71,2% de acierto en ellos. Un porcentaje que habla bien de la precisión de jugadores como Mario Soriano, Yeremay y compañía cuando se encuentran rodeados de piernas rivales.
El panorama cambia por completo cuando se analizan los datos más relacionados con el juego directo. Teniendo en cuenta que el montante total de pases acertados está ostensiblemente inclinado a favor del Dépor, los datos de envíos exitosos en largo son parejos.
El conjunto jabato promedia 17,1 por partido, por los 18,7 de los blanquiazules. El porcentaje de acierto también sonríe ligeramente al Deportivo, con un 45,8% frente al 42,6% de los burgaleses. No obstante, estos registros no hacen más que confirmar que el pase en largo para el Dépor es un recurso aislado en un engranaje diseñado para la asociación en corto, mientras que el juego directo es una de las herramientas principales del Mirandés.
Por último, otra muestra de la verticalidad del Mirandés y de su capacidad para atacar el área es el promedio de centros completados por partido: 4,7. Un dato superior a los 3,8 centros que intenta por encuentro el conjunto deportivista. Además, el cuadro burgalés tiene un mayor nivel de acierto (27,8%) que los coruñeses (25,9%). Un dato derivado de la espectacular fortaleza del Mirandés en el área rival, con especial mención a su delantero Joaquín Panichelli, una auténtica bestia atacando los centros laterales.
En cambio, el Dépor no se suele encontrar cómodo centrando al área, ya que su actual delantero titular, Eddahchouri, no es un rematador clásico, mientras que Barbero y Bouldini, los otros dos puntas natos de la plantilla, se ajustan más a este perfil, pero no han logrado imponerse de forma regular a lo largo de la campaña.
El duelo de la primera vuelta en Riazor fue una buena muestra de este choque de estilos. El equipo de Alessio Lisci goleó a los blanquiazules (0-4) en el cierre del 2024 en un encuentro que se desequilibró tras una acción polémica. Posteriormente, el Mirandés, que ya había demostrado solidez y personalidad con 0-0, aplastó al Dépor con una actuación vertical y efectiva en la que brilló Urko Izeta, autor de un triplete.
El cuadro visitante sacó a relucir su mejor versión en ataque y lo hizo sin su killer, Joaquín Panichelli. Decidió plantar la defensa casi en el centro del campo y se fue a presionar arriba al Dépor. El Mirandés no solo destacó por su voracidad en la presión tras pérdida, su repliegue y su solidaridad defensiva, sino que demostró criterio con balón y maldad en cada ataque, sobre todo por la derecha, donde se juntaron Rincón y Reina.
Una polémica mano de Mario Soriano en el área blanquiazul tras una volea de Joel Roca desniveló el choque. Izeta hizo el 0-1 de penalti y propició un contexto idóneo para el estilo de juego del Mirandés. El conjunto visitante solo acumuló el 40% de la posesión y sumó un total de 300 pases, de los que solo 211 fueron completados. No necesitó más.
Un centro mal despejado acabó en las botas de Joel Roca para hacer el 0-2, Izeta aprovechó un desajuste defensivo local y el pase de un inspirado Reina para poner el 0-3 y el jugador cedido por el Athletic culminó la fiesta jabata con un remate al primer toque a un centro de Roca. 0-4 ante un Dépor que lo intentó todo a través de la asociación y que acumuló 458 pases, 388 de ellos completados de forma exitosa.
Los dos equipos desplegaron sus armas y el primer enfrentamiento del curso se inclinó claramente a favor del Mirandés. El segundo capítulo se verá en Anduva y el Dépor espera potenciar o adaptar su estilo, según sea la decisión de Óscar Gilsanz, para tomarse la revancha en un duelo entre filosofías contrapuestas.