El Cartagena ya es equipo de Primera RFEF. Quedan siete jornadas por disputar, veintiún puntos en juego todavía, y las matemáticas ya colocan al conjunto murciano en la categoría de bronce. No es demasiado habitual que un descenso se produzca con tanta antelación. Lo que sí es cierto es que este descenso y los que están al caer de Tenerife y Racing de Ferrol denotan la necesidad de que después de casi tres décadas, la Segunda División vuelva a los tradicionales veinte equipos en lugar de los actuales veintidós.
Ya no es solo una cuestión de nivel y de baja competitividad. Las dimensiones del campeonato afectan a otros niveles a los clubes. Por ejemplo, las convocatorias internacionales dejan en algunas ocasiones a ciertos equipos sin sus mejores elementos, ya sea por la llamada de selecciones absolutas o sub-21. Otro punto problemático es el playoff. Muy bonito, sí, con partidos a vida o muerte, con ciudades volcadas y ambientazos en los estadios. Pero lo bonito se acaba convirtiendo en un problema a la hora de planificar la siguiente campaña para los finalistas, que desconocen la categoría en la que jugarán el curso posterior hasta las últimas semanas del mes de junio. A esas alturas, la inmensa mayoría de equipos que acabaron el campeonato casi un mes antes están a punto de comenzar su trabajo de pretemporada y de por medio aparece la variable de la inmensa diferencia de ingresos por televisión entre Primera y Segunda.
LaLiga, o sea, los propios clubes, debería reflexionar sobre este asunto porque, además, los equipos (y jugadores) que ya nada se juegan clasificatoriamente en las jornadas finales pueden dar pie a suspicacias y sospechas.