E el Leyma Básquet Coruña afronta esta tarde la última oportunidad de agarrarse a la permanencia en la ACB. Suena tan crudo y duro como realista. Hace ya meses hablábamos de que la llave del futuro estaba en marzo. Pues marzo para el Leyma se cierra hoy en el Coliseum y el balance hasta el momento es desolador: una victoria y tres derrotas, todas, además encajando más de 100 puntos.
Desde el mismo salto inicial, ha dado la impresión de que tanto la ciudad como el propio club han querido vivir esta histórica temporada con cierta tranquilidad. Como si de un premio a muchos años de trabajo y a décadas de desierto baloncestístico de élite en la ciudad se tratase. Durante muchos momentos, tanto la fría actitud del público —no se me solivianten, que saben que tengo razón— como la forma de actuar del club —también lo saben— transmitió conformismo. Como si todos dijesen. “Vamos a disfrutar de esto que nunca hemos tenido y que dure lo que sea, aunque sea una temporada”.
El quinto recinto con mayor asistencia de la Liga estuvo lejos de serlo, durante muchos partidos, en ánimo a los suyos y en presión al rival y a los árbitros, que es algo que todavía ‘juega’ en un deporte como el baloncesto. Al público del Coliseum lo han llegado a bautizar como ‘La ópera’, pese a esa minoría bulliciosa y protestona —cuanta falta hace— que dirige Berrallouco.
En cuanto a la planificación deportiva, en estas páginas quedó demostrado que nadie tras un ascenso hizo una apuesta continuista tan grande como la de este Leyma. Ocho jugadores del ascenso, además del entrenador, renovaron contrato.
Y en estas, el presidente del club nos dice que hay plan en caso de descenso. Y que tiene nombre. Se llama “rebotar y subir”. Desde que el Bilbao Basket regresó a la ACB en 2019 doce meses después descender, nadie ha rebotado y subido. Manresa lo había hecho un año antes que los ‘hombres de negro’ y, retrocediendo un poco más en el tiempo, también lo logró Menorca. Fue en el lejano 2012. Que el caso se haya reproducido en tres ocasiones en los últimos quince años no es un precedente excesivamente halagüeño. La idea transmitida por el máximo mandatario parece lejana a acercarse a lo que se conoce como ‘plan sin fisuras’.
Ha faltado bastante de autocrítica y mucho de autoexigencia. Faltan también diez partidos, pero si hoy no llega la sexta victoria, los nueve restantes serán el largo epílogo de la ópera.