Pablo Cancela ya tiene el alta médica de la operación de ligamento cruzado en su rodilla derecha a la que se sometió el pasado 3 de octubre. Cinco meses después, el jugador del Liceo ya solo está pendiente de recibir el alta deportiva para jugar su primer partido de la temporada. No será todavía para este fin de semana, cuando los verdiblancos reciban el domingo al Alpicat (Palacio de los Deportes de Riazor, 12.00 horas). Pero la posible sanción a Tato Ferruccio por la tarjeta roja en el final del partido de semifinales de la Copa del Rey contra el Reus dejará un hueco libre en las convocatorias de Juan Copa.

El coruñés, que el pasado fin de semana cumplió 37 años, no pudo empezar la temporada, la segunda tras su regreso a A Coruña después de un periplo que lo llevó por Portugal e Italia. A finales de septiembre, después de la pretemporada, el club anunció que el jugador se sometería a una intervención al sufrir una rotura de ligamento cruzado en la rodilla de la pierna derecha. Desde ese momento, Cancela se fijó como único objetivo volver a las pistas, sin prisas pero sin pausa. Quería, sobre todo, hacer las cosas bien, sin obsesionarse con marcarse unos plazos para su regreso que le hicieran correr demasiado o saltarse etapas.

En la primera estuvo un mes sin poder apoyar la pierna y viviendo prácticamente pegado a la máquina de hielo que le prestaron los fisios del Básquet Coruña para ayudarle a bajar la inflamación. Después llegó el momento de poco a poco empezar la rehabilitación hasta que ya el pasado mes se volvió a poner los patines. “Los compañeros se dieron cuenta de que me cambiaba la cara”, reconoció a DXT Campeón hace unas semanas. En ese momento ya estaba compaginando las sesiones en el gimnasio, con algunas en pista junto a Marc Godayol, un poco de trabajo con sus compañeros, aunque al margen. Y por las tardes se incorporó a las órdenes del equipo sénior verdiblanco que dirige Pichu Galvani.

Incluso la semana pasada viajó a Calafell con el grupo para aportar a la convivencia en un momento importante de la temporada, pero sin posibilidades de jugar. Ahora, obviamente, todavía está falto de ritmo de competición para seguir el de sus compañeros, pero por trabajo y esfuerzo no va a ser ya que lleva cinco meses dedicado en cuerpo y alma a recuperarse. Una de sus grandes ilusiones es llegar a jugar un partido con el Liceo junto a su ahijado, Jacobo Copa, y está más cerca que nunca de que ambos cumplan su sueño.