Para jugar en el Barça no hay mejor escaparate que destacar en el Liceo. Desde 1981, el conjunto azulgrana se ha abastecido de los mejores jugadores del conjunto coruñés. Algunas figuras se le resistieron, como los baluartes Daniel Martinazzo, Facundo Salinas, Jordi Bargalló o Josep Lamas, fieles a sus colores, pero no fueron pocos los que cambiaron una camiseta por otra a lo largo de la historia. En total, 16. Los peores años son los que comprenden entre 2009 y 2016: ocho fichajes azulgrana en clave liceísta con dos objetivos: reforzarse y debilitar al rival. Los últimos fueron en 2022 lo hermanos Carles y Marc Grau. Los dos estarán este domingo en el Palacio de los Deportes de Riazor junto a los argentinos Pablo Álvarez y Matías Pascual para volver a medirse al Liceo.
La historia comenzó en 1981 con Josep Enric Torner. Para el catalán, el hockey era una cuestión de familia. Por eso jugaba en el Tordera que había fundado su padre. Pero en 1980 decidió probar suerte en un Liceo que empezaba a poner dinero sobre la mesa y que había dado la sorpresa con la contratación del portugués Cristiano. Torner destacó vistiendo la verdiblanca, con 37 goles en una sola temporada. Pero entonces recibió la llamada del Barcelona, que añadía un aliciente emocional al contrato: allí jugaría con su hermano Joan, del que ya no se separó hasta el final de sus carreras, juntos primero de azulgrana y después en el Noia, para retirarse en su casa en el Tordera.
Torner llegó a A Coruña junto al portero Pepe Llonch. La estancia de este fue un año más larga, participando en los dos primeros títulos de la historia liceísta, la Copa el Rey y la Copa CERS de 1982, tras los que dejó su puesto a José Luis Huelves y puso rumbo a Reus, donde después de solo un ejercicio recaló en el Barcelona (1983), donde se reencontraría con Torner y vivirían años de encarnizada rivalidad con el Liceo, con el que se iban repartiendo los títulos.
Era la década de los 80 y principios de los 90, cuando el patrocinio de Caixa Galicia le dio al Liceo la hegemonía económica. El Barcelona no podía plantarse en la ciudad y mejorarles el contrato a sus jugadores. Pero no perdió el tiempo cuando se cerró el grifo en 1993 y aprovechó para llevarse de una tacada a dos de los fieles escuderos de Martinazzo: Fernando Pujalte, que llevaba siete años en A Coruña y jugaría tres de azulgrana; y Joan Carles, cuatro temporadas en el Liceo y después seis en el Barça. “En el tramo final de la temporada recuerdo la sensación de tristeza, de que se acababa un ciclo y todos éramos conscientes de que nunca volveríamos a competir como lo habíamos hecho juntos en el Liceo”, señaló Pujalte en una entrevista.
En el Liceo prácticamente sólo quedó Roberto Roldán, pero se marchó, también al Barcelona, en 1994. “Me resistía a cambiar de ciudad porque gracias a la gente de A Coruña me sentía como en casa”, reconoció el argentino, “pero un poco motivado por la posibilidad de volver a jugar con mis compañeros del Liceo me marché al Barcelona”. Estuvo solo un año.
Se dio paso a un período tranquilo, una década hasta el siguiente trasvase Liceo-Barcelona que protagonizó otro jugador argentino. Carlos López llegó a A Coruña en 1997, cuando tenía solo 20 años y nunca había salido de su país. Estuvo en el filial, pero no tardo en ganarse un puesto con la primera plantilla, en la que se mantuvo durante siete años. Los mismos que estuvo en el Barcelona antes de marcharse al Benfica y después cerrar su etapa europea en el Oliveirense.
A él le siguió su compatriota Reinaldo García, ya en 2009, cuando se abrió la sangría. Porque casi de forma seguida se fueron en 2011 Pablo Álvarez y Marc Gual (aunque tuvo un año en el Reus entre uno y otro); en 2012 Sergi Miras (solo estuvo un año y volvió al Liceo); en 2013 Matías Pascual; en 2015 Eduard Lamas (también volvió al Liceo) y Lucas Ordóñez (pasó antes por el Valdagno italiano, pero ya tenía contrato firmado con el Barça desde su etapa e A Coruña) y en 2016 Pau Bargalló.
Era el último hasta que en 2022, justo el año en el que el Liceo ganó la Liga, el Barça contraatacó al llevarse a los hermanos Carles y Marc Grau. Dos de una tacada. Llegaron juntos y se marcharon juntos. Como en pack. El último duelo contra el Barça fue a principios de mes en las semifinales de la Supercopa (5-2).Marcaron Pablo Álvarez y Matías Pascual. Carles Grau salió en la segunda parte y lo paró casi todo. Solo Marc Grau tiene un mal recuerdo por la roja que vio en el minuto 4. Este domingo, un nuevo capítulo de esta rivalidad.