EL REBUMBIO | El final de los paños calientes
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Los paños calientes reconfortan. Sienta bien el calorcito cuando el dolor reconcome, pero las soluciones suelen llegar mediante otro tipo de tratamientos. En el entorno del Básquet Coruña empieza a anidar la especie de que el equipo se cae porque es maltratado por el arbitraje. Es así. Subyace una falta de respeto al novato no ya en matices de las decisiones que se toman en la cancha sino en derivas que influyen en los resultados. El pasado sábado en Badalona el partido se le escapó de la yema de los dedos a un equipo que tiró 16 tiros libres (y, por cierto, los metió todos). Lo ganó el que lanzó 47. Y no fue un partido en el que uno repartió y el otro recibió. Los detalles laminan al equipo, que ya bastantes limitaciones tiene como para soportar además los desastres arbitrales, por otra parte inherentes al deporte. Con todo, y gracias también a este bendito parón en la competición, quizás llegue el momento de olvidarlo. O al menos intentarlo.

 

El ascenso del Básquet Coruña a la Liga ACB es una de las grandes noticias del deporte coruñés en décadas, no solo por el éxito intrínseco de colocar al equipo y a la ciudad en una competición así sino por el efecto llamada sobre el tejido polideportivo de nuestro entorno, ese que durante años clamó porque habitaba en un monocultivo futbolero. Igual algo no se acababa de hacer bien del todo.

 

Todos, equipo, afición, ciudad, nos merecemos intentarlo y pelear por un proyecto que tantísimos años y desvelos ha costado llevar donde está

 

El Básquet Coruña mete entre 7.500 y 9.000 personas en el Coliseum. Lo hace un equipo que no es ganador, que sufre, pero que destila orgullo. La gente está detrás. Algo está creciendo, un vínculo, un sentido de pertenencia, un afecto a unos colores que no todos sentían suyos: hace unos meses mucha de esa gente que hoy está con el equipo, que reclama y consume información sobre sus andanzas, no se pasaba por el Palacio.

 

Por eso llega el momento de que se retiren los paños y se aplique un tratamiento. Llega un nuevo fichaje, el dominicano Núñez, y otro de los recién llegados, Heurtel, ha demostrado el pasado fin de semana que tiene un nivel muy por encima del de un colista. Ocurre con los buenos jugadores que cuanto más tiempo estén en la pista mejor le va a sus equipos. Así que, con los buenos al mando, es el momento de volver a construir, de exigir sí, pero sobre todo de apoyar y convertir el Coliseum en una olla a presión. El equipo está a dos partidos del trío que le precede en la tabla. Los tres (Lleida, Granada y Girona) tienen que visitar A Coruña. El quinto por la cola (Andorra) también vendrá. Y el Breogán, que ha mostrado el camino para emerger, no muy diferente del que se recorrió la última jornada en casa del Joventut.

 

Nada está perdido; todo se ha complicado. Se habrán cometido errores, se podrá discutir decisiones o situaciones que no siempre tienen que ver con las decisiones internas. Porque también podríamos debatir sobre las motivaciones que empujan a decir adiós a una directiva que sabía jugar con cartas ganadoras. Pero todos, equipo, afición, ciudad, nos merecemos intentarlo y pelear por un proyecto que tantísimos años y desvelos ha costado llevar donde está. El tesoro es demasiado valioso como para no protegerlo.

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