“No quiero que una semana ganemos y pensemos en ir a la Champions y a la siguiente, por perder, nos veamos ya en Primera RFEF”. Enemigo declarado de los elogios, los movimientos pendulares y de cualquier situación que pueda atraer pájaros a la cabeza de los suyos, Óscar Gilsanz trataba de relativizar la montaña rusa que había supuesto la goleada al Almería en Riazor y caer en Elda en cuestión de siete días. O, lo que es lo mismo, pasar de tener un colchón de más de tres partidos con el descenso a ver cómo se reducía a la mitad.
El vagón blanquiazul vuelve a estar ahora en subida tras los tres puntos agónicos del Carlos Tartiere y ver cómo la zona roja se alejó a ocho. Pero si lo vivido recientemente no ha servido de lección para el cuadro coruñés y su entorno, quizá echar un ojo a la historia ponga en perspectiva la dificultad de aspirar ahora mismo a cotas mayores que la de seguir apretando para pasar un final de campaña tranquilo con el puesto asegurado en el fútbol profesional un año más. Cuestión que por otra parte no es baladí.
Porque si bien es cierto que prácticamente en todas las temporadas de Segunda hubo algún tapado que acabó colándose en playoff, nunca en la corta historia de este formato adoptado en la 2010-11 un equipo consiguió salvar los 11 puntos de desventaja tras la jornada 29 con los que hoy el Dépor, décimo en la clasificación, encara la recta final de la categoría de plata. Incluso en dos ocasiones, la 2014-15 y la 2022-23, los cuatro participantes de las eliminatorias por el último billete a Primera eran los mismos a estas alturas de competición que cuando terminó la Liga. Las gestas remotamente similares a la que tendrían que hacer los Yeremay, Mella y compañía se cuentan, literalmente, con los dedos de una mano:
El listón más alto de los equipos que vinieron desde atrás para colarse en playoff lo pone el Girona con un espectacular final de temporada regular que lo dejó al borde del ascenso a la máxima categoría. El equipo catalán, entonces dirigido por Francisco, encaraba la jornada 30 con los mismos puntos que tiene ahora el Dépor y a siete de la zona noble. Terminaron sobrándole partidos.
Un total de 10 victorias, 7 de ellas consecutivas en una racha espectacular, y únicamente una derrota en las 13 fechas finales para meterse en la fase final como quinto, eliminar al Almería y morir en la orilla como más duele. Después de vencer en Vallecas por 1-2 al Rayo de Iraola, dejaron escapar la gloria en Montilivi al salir derrotados por 0-2.
Viendo el ritmo de puntos del pelotón de cabeza este año, ni siquiera una gesta similar del equipo de Gilsanz garantizaría un billete para el todo o nada de junio. Eso sí, apretaría las tuercas de los Oviedo, Huesca o Levante, todos con 50 puntos, que tendrían que mantener el pie en el acelerador para sumar algo más de la mitad de lo que todavía queda en juego.
El inicio de la pasada década tuvo un equipo de culto en Segunda División. Aquel Alcorcón de Anquela, cimentado sobre los ecos de la victoria en Copa ante el Madrid unos años antes, hacía de cada visita a Santo Domingo una cita con el dentista. También el conjunto alfarero se quedó a un paso de la gloria en los cruces de junio después de hacer un sprint final de campaña sobre saliente.
No venían de tan atrás, claro. Menos todavía que el Girona, pero esos seis puntos hasta el sexto puesto obligaban a recuperar una distancia de dos partidos. Y vaya si lo hicieron. Nueve victorias y dos empates para convertir los 44 puntos en 73 y firmar un valioso cuarto puesto. En la promoción dejó fuera al Hércules antes de caer con el Valladolid, que se llevó la merecida gloria después de un curso en el que peleó hasta el último segundo contra los dos equipos que ascendieron directos: el Celta y el Deportivo del aun hoy vigente récord de puntos de Oltra.
El cambio de formato ya se estrenó con outsider. Con asterisco, pero outsider al fin y al cabo. Porque a estas alturas de la 2010-11 muchos daban ya por amortizado a un recién descendido Valladolid que estaba teniendo muchos problemas en su adaptación a Segunda. Una situación que podría equipararse a la del Cádiz 24-25, que es 14º a pesar de partir con una de las plantillas más potentes de la categoría.
El conjunto pucelano marchaba entonces en 13ª posición, con 39 puntos como el actual Dépor, a 5 de la tierra prometida. Tres entrenadores después y con Abel Resino en el banquillo, los de Zorrilla hicieron un esfuerzo de ocho victorias y tres empates que le valieron un puesto en el primer playoff de la época moderna. Le pasó factura y se fueron a la calle ya en semifinales ante el Elche.
.u De nuevo el Girona (2015-16): No es casualidad que el Girona, hoy asentado en Primera y participando en competiciones europeas, aparezca por segunda vez entre los equipos que se apuntaron a última hora a la pelea por subir. El cuadro rojiblanco no paró de llamar a la puerta durante varias temporadas, algunas incluso en las que podía tener la tentación de tirar la toalla tras un inicio delicado.
Como el anteriormente citado Valladolid, los de Pablo Machín partían en la jornada 29 de la 2015-16 desde la mitad baja de la clasificación. Porque sí tenían el sexto puesto a solo cinco puntos, pero se interponían entre esa frontera y ellos hasta cinco equipos. Siete victorias y una única derrota para llegar al playoff y quedarse de nuevo a punto tras eliminar al Córdoba y caer contra Osasuna.
Estos cuatro equipos forman parte de un grupo más numeroso que, aunque estaban fuera a estas alturas, ya rondaban los puestos de privilegio moviéndose siempre a un partido de distancia. En todo caso, otro aprendizaje que pone sobre la mesa el repaso de los que llegaron sobre la bocina es que, como los buenos estudiantes, conviene ir llevando el trabajo al día. En estos 15 años de la ‘nueva’ Segunda, solo cuatro equipos que no estaban presentes entre los seis primeros después de la jornada 29 terminaron saliendo victoriosos en el playoff y, por lo tanto, ascendiendo a Primera.
Como suele suceder en estas excepciones, el Dépor fue protagonista en dos. Una fue el Mallorca de la 18-19 que subió en la final ante el equipo blanquiazul y el otro, al año siguiente, el Elche que no habría accedido a las eliminatorias sin el triunfo deportivista en el paripé contra el Fuenlabrada.
Cuando arrancó la temporada, se esperaba esta Segunda División como una de las mejores de la historia. La ausencia de los siempre poco bienvenidos filiales y el regreso de históricos como Deportivo, Córdoba, Málaga o Castellón le daban pedigrí a la cada vez más atractiva ‘Hypertensiones’. Y seguramente esté siendo así a nivel de futbolistas y ambiente, pero también es cierto que en lo que se refiere a la clasificación, la categoría de plata ha dado un giro con respecto a las últimas temporadas.
Los equipos buenos son muy buenos y los que apuntan a caer al abismo de Primera RFEF lo están haciendo rematadamente mal. Esto se traduce directamente en una tabla más partida en la que los equipos que navegan la zona media, como es el caso del Deportivo, se ven afectados y en peligro de relajarse por creerse en tierra de nadie. Esta semana la tentación es mirar hacia arriba y lamentarse lo lejos que está la zona de playoff. Podría ser peor. Porque los once puntos que separan ahora mismo al equipo coruñés de los puestos de privilegio, otros años serían sinónimo de estar peleando por no descender.
De las 14 temporadas que Segunda ha completado con este formato, estar a 11 del sexto puesto significaba peligro en 7 de ellas. El Fuenlabrada en la 2021-22 o el Lugo, que incluso a 10 se encontraba en el pozo, son buenos ejemplos. Aunque el caso más extremo es el del Girona en la 2013-14, cuando a la distancia con el sexto que hoy a los de Gilsanz les permite ser décimos, el equipo catalán era el colista de la categoría.
Lo poco habitual ha sido poder disfrutar de cierta tranquilidad con este margen, ya que las matemáticas en el segundo escalón del fútbol español no suelen permitir término medio. Con 11 puntos por arriba y 8 por abajo, esta es una de las cuatro temporadas en las que la clase media está más extendida.
El Eldense es ahora mismo la única amenaza para encarecer un descenso que por los otros tres implicados apuntaba a ser históricamente barato, mientras que el playoff de ascenso a la máxima categoría apunta a estar entre los más exigentes de los últimos 15 años