Busquemos el aspecto positivo de las cosas: la fortaleza del deportivismo se plasma en que durante el último año y medio se ha prescindido de Fran, Álex Bergantiños y Lucas Pérez y lo digiere. O al menos parece que va pasando. No han sido los únicos en salir del club, pero convengamos en que si se trata de encontrar vínculos que identifiquen personas y entidad estamos ante tres referentes de libro. “El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe”, escribió Mariano José de Larra, pope del romanticismo español del siglo XIX. Soy un romántico, así que todo lo que sigue a partir de ahora está teñido por la sabiduría de aquel gran literato y periodista que hizo de la sátira un arte.
Los profesionales que asumen responsabilidades de gestión en cualquier contexto deben de sentirse libres para trabajar con aquellas personas que consideren. También para manejar los tiempos que estimen para integrarlas en su proyecto. A partir de ahí no caben mayores consideraciones, pero tampoco conviene cerrar los ojos ante las evidencias.
No hay mayor leyenda en el Deportivo que Fran, que llevó el escudo del equipo sobre su corazón durante 700 partidos. Su trabajo al frente de la cantera del club de su vida se tiñó de certezas, pero sobre todo de una idea, la de darle vuelo al talento que se genera en Abegondo. “Hay que ponerlos”, dijo siempre Fran cuando estaba fuera del club. A veces una cosa es predicar y otra dar trigo. Y en tres años a Fran le dio tiempo de repartir mucho trigo. “No dejemos de creer en nuestros jóvenes”, dijo cuando le invitaron a salir del club. El pasado domingo el Fabril alineó de inicio a siete futbolistas que no se formaron en la ciudad deportiva del club.
La fortaleza del deportivismo se plasma en que durante el último año y medio se ha prescindido de Fran, Álex y Lucas y lo digiere. O al menos va pasando
Álex se fue sin ruido del club al que llevaba vinculado varios lustros. Se marchó por una puerta trasera que resulta complicado imaginar que pudiese abrir alguien con su talante prudente, el mismo que todavía muestra a día de hoy para no referirse a su salida ni dar opción a las comidillas. No resulta sencillo el salto de exjugador a directivo, el reto de reubicarse en un nuevo rol que tampoco se acabó de definir porque empezó de portavoz y casi de inmediato se quedó en porta. Quizás en tránsitos como el que acometía todas las ayudas son bienvenidas.
Con la marcha de Lucas se produce en primer lugar un roto futbolístico: el Deportivo se queda en mitad de la temporada no solo al capitán sino a uno de sus mejores futbolistas. Resulta complicado imaginar además que el club vaya a encontrar, además, a alguien de un nivel siquiera parecido que iguale su aportación al equipo y, sobre todo, a su gente, así que tras lo sucedido en las últimas horas nadie gana, todos perdemos. Se marcha Lucas tras deslizar varios reproches, desencuentros y el acuse de recibo de una misiva que delata que la comunicación con el club no era del todo fluida. En el adiós tuvo también tiempo para ponderar el trato y la labor de presidente y vicepresidenta de tal manera que situó el foco sobre aquellos nombres que no salieron de su boca, que ayer ya estaban en la de todo el deportivismo y a quienes habrá que preguntar y escuchar. Y disparó al periodismo que se hizo eco de informaciones que no eran ciertas. A veces la mejor primicia es quedarse quieto.
Se habla de símbolos y de referentes. Y es de justicia hacerlo. Pero, sobre todo, deberíamos hablar de personas.