La curiosidad, tantas veces insana, del periodista nos lleva a realizar preguntas que necesitan varias respuestas. Hace años tuve una conversación con Fernando Vázquez sobre la cantera, los viveros de futbolistas y salió a escena el caso de Gijón, donde durante un tiempo no cesaban de salir excelentes camadas de futbolistas. Se trataba de una ciudad de un número de habitantes similar a A Coruña, con un área de influencia más poblada. Pero allí también estaba Oviedo y no salía tanto futbolista. Así que le pregunté a Vázquez:

—¿Tú crees que les echan algo en el agua? ¿Es la comida, el cachopo, les fabes...? ¿Por qué A Coruña no es Gijón? ¿Son tan malos los de aquí?

—Olvídate, lo que pasa en Gijón es que confían en ellos.

Años después un compañero asturiano me dio una clave más: cada vez que el Sporting dejaba de mirar hacia Mareo el equipo se despeñaba. Es decir, su nivel aumentaba o disminuía en la medida que se promocionaban camadas de futbolistas hacia el primer equipo y les daban tiempo para consolidarse. O sea: confiaban en ellos.

El caso es que yo siempre, y a través de los años, pensé que en A Coruña había gente que sabía jugar muy bien al fútbol. En Monte Alto nació un Balón de Oro, en la calle Vizcaya uno de bronce... El caso es que la Liga se ganó sin gente de la ciudad en el equipo y nos dio igual. De hecho nos sigue dando igual.

En aquel plantel inolvidable había dos coruñeses del Barbanza. José Ramón puede que sea la persona que conozco que más sabe de fútbol. ¿Qué es saber de fútbol? Él tiene la respuesta. Así que ahorraré líneas. Fran dirá que en realidad el que más sabe de fútbol es él, pero le voy a poner de segundo en mi particular clasificación porque como jugador ya era el número uno. Lo que desde luego tiene, y desde hace mucho tiempo, es un diagnóstico claro sobre la cantera y como trabajarla. Básicamente se asienta en un pilar, el de la confianza. Y el del trabajo, claro, labor que empieza desde la captación, la identificación del talento.

Fran es un excelente catador de fútbol, así que podría señalar a un futbolista en la hora punta del metro de Tokyo. Incluso aunque fuese japonés. Pero su regreso al Deportivo fue tardío y su salida extemporánea. Por el camino el club se había encontrado con una generación excelente de futbolistas de los que Fran apenas recogió los restos y aún así trazó un plan que funcionaba. Muchos ya habían volado. Miremos ahora hacia esos chicos e imaginemos un plantel en el que se agrupasen Nico González con otros gallegos que crecieron en el club como Álvaro Carreras, Hugo Novoa, Trilli, Noel, Mella, Dani Barcia, Rubén Pérez, Diego Gómez o el adoptado Yeremay. Incluso Chumi. O que Tasende (y su hermano Angeliño, claro) se hubiesen quedado en casa. Imaginemos también los refuerzos foráneos justos, con el gasto pertinente, para cubrir los puestos donde haya carencias. Imaginemos, incluso en la ciudad en la que nadie es forastero, que salta al césped de Riazor un equipo con mayoría de deportivistas de cuna y corazón. Si, también con Lucas Pérez.

Si Nico vale 60 millones de euros, ¿cuánto valía Fran?

En realidad lo que queremos es ganar. Pero, ¿alguien garantiza que confiar en lo que maduras en casa es peor plan para hacerlo que buscar fichajes random en el zoco invernal?

Tosic, Genreau y Eddahchouri se acaban de incorporar al Deportivo, que ya hace un mes que necesitaba refuerzos. Ojalá triunfen por todo lo alto. Ojalá lo haga también Nico González en el Manchester City. Con 60 millones de euros es el sexto jugador español y el primero gallego por el que se ha pagado una mayor cantidad en toda la historia. Coruñés y deportivista.

De todos modos aún tengo una última pregunta:

—Si Nico vale 60 millones de euros, ¿cuánto valía Fran?