Un vino en el 'txoko' de Ipurua
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Un vino en el 'txoko' de Ipurua

Un vino en el 'txoko' de Ipurua
Borja Bastón, en la derrota deportivista en Ipurua el 15 de diciembre de 2013 | ARCHIVO EL IDEAL GALLEGO

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Siempre es una alegría saber que este Dépor 2024-25 juega lejos de Riazor. El rendimiento como visitante de los blanquiazules mejora de largo el balance casero porque, entre otras cosas, esto ya no es la historia de antaño. Ya no existe el temor a las encerronas, a las artimañas. No hay miedo al césped sin cortar, al manguerazo y a las líneas de banda más o menos cercanas a los banquillos. El rival te recibe con tu escudo en la puerta del vestuario coronado por un buenrollista “bienvenidos” y con una cesta llena de fruta fresca. Y los entrenadores se invitan a un vino en el cuarto de las botas del equipo local. Incluso en Ipurua ese encuentro puede producirse en el txoko, la cafetería del estadio en la que confluyen jugadores, dirigentes, técnicos, administradores y personal de mantenimiento. Vamos, lo que por estos pagos conocemos como cantina o ambigú.

 

Ante las bajas y la amplitud de los banquillos del fútbol moderno, Óscar Gilsanz se ha llevado a Eibar a las dos nuevas incorporaciones. No parece probable que Eddahchouri y Genreau vayan a estrenarse de blanquiazul en Ipurua, pero es la mejor forma de que el neerlandés y el franco-australiano entren cuanto antes en la dinámica del grupo y comiencen a establecer asociaciones, aunque sea fuera del campo, con sus nuevos compañeros. O sea, a hacer equipo.

 

Las derrotas de Eldense, el viernes, y Burgos aclaran aún más el panorama hacia abajo. ¿Y hacia arriba? El Málaga cayó en El Sardinero y sumar los tres puntos en Eibar garantiza dar caza al equipo armero. Hay que mirar hacia arriba con optimismo. Y ganar, claro.

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