OPINIÓN | Ximo y el deportivismo, cuestión de valentía
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OPINIÓN | Ximo y el deportivismo, cuestión de valentía

OPINIÓN | Ximo y el deportivismo, cuestión de valentía
Ximo Navarro, durante el Burgos-Dépor de este domingo en El Plantío con la afición blanquiazul al fondo | FERNANDO FERNÁNDEZ

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Hay quien dice que de valientes están llenos los cementerios, aunque la gloria también está reservada a los atrevidos. Ximo Navarro fue un valiente. O un inconsciente, según la mirada de los primeros. Nadie quería pisar la banda sur de El Plantío, dura coma un croio y resbaladiza como una pista de patinaje. Quien lo hacía, lo hacía como si tuviese bajo sus pies la cama de un faquir. Ximo le pidió la pelota a Pablo Vázquez, consiguió mantener la verticalidad ante un dubitativo Iñigo Córdoba, corrió hacia la línea de fondo y puso un pase perfecto hacia atrás, al punto de penalti. Allí apareció Mario Soriano para marcar el gol de la victoria deportivista en Burgos.

 

Honor a los héroes, a los atrevidos e inconscientes que dejaron El Plantío helado –por si no lo estaba lo suficiente– y al Dépor en una zona un poco más templada, que falta hacía porque el nordés ya estaba soplando más que fresco por estos lares. Como falta también hacía echar el cerrojo a la portería de Helton, después de siete partidos –ocho si contamos la desfeita copera en O Couto– encajando al menos un tanto.

 

La principal lectura de la visita a Burgos es que el Deportivo supo dejar su meta a cero, pero hubo otras luces y, aunque menos, algunas sombras. Vamos primero con lo segundo, porque toda victoria merece rematar su análisis con alabanzas.

 

¿Qué pretende el equipo con larguísimas e inocuas posesiones? ¿Por qué los centrales siguen teniendo tantos problemas en los balones largos a su espalda? ¿Qué puede deparar el sufrimiento de los laterales cuando el rival busca la segunda acción al jugar en largo hacia cualquiera de ellos? ¿Cómo es posible que cueste tanto despejar una pelota en condiciones, lejos de la zona de peligro, cuando queda suelta en el área?

 

En la parte positiva, tenemos a un Dépor que, una vez más, limitó el daño en el balón parado en contra y que supo aguantar un resultado favorable en los últimos minutos frente al empuje del equipo local. Además, los blanquiazules volvieron a generar peligro en la estrategia. Incluso en córners lanzados por José Ángel ante la ausencia de Lucas. Óscar Gilsanz y David Lagar le han dado una vuelta en ese sentido al equipo, que ha ganado una variante para ver portería o, como poco, meter el miedo en el cuerpo al adversario de turno.

 

El Deportivo ganó también la partida de la banda sur. El Burgos intentó poner en jaque al Dépor en varias opciones sobre el costado congelado, pero la zaga blanquiazul fue capaz de contener el peligro. En cambio, Barbero generó una primera gran ocasión gracias a su picardía y al césped congelado, sacando de la jugada a David López con una leve carga para llevarse la pelota. Y sobre la pista de hielo de esa banda se generó la acción del gol que valió los tres puntos.

 

Aunque, sobre todo, el Dépor supo ganar sin correr, sin depender de los contragolpes de Lucas, Mella y Yeremay, argumento casi único en la mayor parte de victorias anteriores.

 

Por último, solamente queda la afición, el ‘otro’ equipo, el que no salta al césped pero también está lleno de valientes. El deportivismo demostró una vez más que se encuentra muy por encima de lo que le ha dado el equipo desde hace un lustro, pese a que en esta ocasión los jugadores sí devolvieron con los tres puntos el esfuerzo y el apoyo desde la grada. No tiene mayor patrimonio el Deportivo que su gente. Hagan el favor de cuidarla.

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