Necesidades invernales
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Si el Leyma tiene un amplio margen de tiempo para reforzarse de cara al decisivo mes de marzo tras el parón por la Copa del Rey y la ventana FIBA, el reloj apremia al Dépor. El club blanquiazul está ante la última semana de un mercado de invierno que cierra sus puertas en la medianoche del próximo lunes. La dirección deportiva de la Plaza de Pontevedra se encuentra ante la recta final para dar con refuerzos acordes a la situación del equipo. De momento, la pérdida es más que notable, diría que mayúscula. Sin desmerecer el brillante futuro que le espera a Diego Gómez, la salida de Lucas es mucha salida. Demasiada. No parece probable, con las limitaciones salariales actuales y el momento del curso en que nos encontramos, que pueda aparecer la oportunidad de firmar a un futbolista que siquiera se acerque al nivel del delantero de Monelos.


La necesidad de reforzarse en el mercado de invierno es un problema en sí mismo. Por diversos motivos. El primero, que si necesitas dos, tres o cuatro fichajes es por algo has hecho mal durante el verano y en la primera mitad de temporada. El segundo, que la oferta es mucho más reducida que en época estival. Las posibilidades invernales son menores porque nadie, salvo sudamericanos y escandinavos, acaban contrato en diciembre o enero. El tercero, que para fichar a un jugador de tu misma Liga tiene que haber disputado menos de cinco partidos hasta ahora o que arregle una salida de su club con carta de libertad, algo de lo que suelen protegerse todos los equipos, que lógicamente les apetece entre poco y nada reforzar a sus rivales directos. El cuarto, que cuando la hambruna llama a la puerta, el vendedor pretende sacar tajada precisamente de esos apuros del comprador, lo que pone en bandeja algo que ha sucedido infinidad de veces —a todos los clubes— en estos treinta años de ventana de fichajes a mitad de curso: pagar un sobrecoste por cualquier espantajo.


El compromiso de Yeremay y la continuidad de Mella son, de momento, las mejores noticias. El Deportivo tiene que construir los cimientos de su permanencia sobre ellos y sobre la mejoría en defensa que caracteriza al equipo —salvo las excepciones de Mirandés y Levante— desde la destitución de Imanol Idiakez. No hay otra opción en este “camina o revienta” del siglo XXI.


A día de hoy, solo Elche, Huesca, Málaga y Deportivo no han incorporado futbolista alguno en esta ventana. En el caso de los primeros y los segundos, es lógico, porque sus resultados están por encima de lo esperado. Los ilicitanos ocupan posiciones de ascenso directo. Los oscenses, que empezaron la temporada con catorce fichas profesionales, son séptimos. Los terceros, también recién ascendidos como el Deportivo, son uno de los equipos más sólidos y más difíciles de batir. El equipo malagueño, cómodamente instalado en media tabla, solo ha perdido cinco partidos, uno más que el Levante, el conjunto con menos derrotas.


¿Y el Deportivo? Solo ha encontrado el premio cuando tuvo espacio para correr, sus resultados son una auténtica montaña rusa y acaba de perder a su futbolista más determinante. Quizá lo más positivo en el horizonte es que esta semana juega dos partidos lejos de Riazor.

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