“Moita xente non vai a Tribuna ou Preferencia polo prezo e porque non é o ambiente que queren. Temos que deseñar o estadio pensando que o aforo o teñamos que focalizar nas gradas con máis demanda”. Las palabras del concejal de Turismo, Gonzalo Castro, durante una entrevista en la Radio Galega el pasado 29 de diciembre dejan bastante claras las intenciones del consistorio herculino al respecto de la remodelación de Riazor de cara al Mundial 2030.
Castro menciona como ejemplos a seguir los estadios del Liverpool, Anfield, y del Borussia Dortmund, Signal Iduna Park. El objetivo es replicar sus dos famosos fondos que en cada partido se llenan de los aficionados más bulliciosos.
¿Qué tienen de especial esas gradas? Pues que son el corazón de sus estadios, desde donde arrancan todos los ánimos y cánticos. Y arquitectónicamente hablando, son graderíos de una sola altura, que convierten los recintos en asimétricos ya que son el único tendido de todo el estadio con ese condicionante.
The Kop es el fondo sur de Anfield. Con una capacidad actual cercana a los 13.000 espectadores, antiguamente podía albergar a cerca de 30.000 aficionados. La grada se construye en 1906 para celebrar el segundo título liguero del conjunto red. En 1928 experimenta una ampliación que eleva su capacidad de 25.000 a 27.000 plazas, además de añadir una cubierta. En 1994 es demolida y reconstruida en su totalidad para cumplir con el ‘Informe Taylor’, la ley que obliga a los estadios ingleses a contar con asientos en todas sus localidades, y que curiosamente tiene su origen en la tragedia de Hillsborough, en la que 96 aficionados del Liverpool fallecen aplastados por una avalancha en una grada de pie en 1989.
El nombre tiene su origen en una batalla de la Guerra de los Boers, en 1900 en Sudáfrica, cuando los soldados del ejército británico luchan para capturar la cima de una colina llamada Spion Kop, Spioenkop en afrikáans.
Trescientos soldados ingleses fallecen en el combate. Muchos proceden de regimientos de Lancashire, con un amplio contingente de Liverpool, así que los supervivientes optan por honrar a sus camaradas caídos bautizando de manera informal la nueva grada de Anfield con el nombre de aquella colina. La tradición de apodar con ese nombre a las gradas más bulliciosas se expandió más adelante a otros estadios británicos.
Muchos años después, tras la reconstrucción de 1994, el club adopta el sobrenombre popular y lo oficializa. Sus entrañas albergan el museo del club, donde brillan nada menos que 19 Premier Leagues y 6 Champions Leagues.
Die Gelbe Wand (en español, El Muro Amarillo) también es el fondo sur, pero del estadio del Borussia Dortmund. Su capacidad ronda los 25.000 espectadores, prácticamente un tercio (31%) del aforo del Signal Iduna Park, que en partidos de la Bundesliga puede albergar hasta 81.000 personas.
La peculiaridad de Die Gelbe Wand es que en el fútbol alemán sí están permitidas las localidades de pie, al contrario que en España y en Inglaterra. Todos los estadios cuentan con un fondo de animación en el que los hinchas siguen el partido a la vieja usanza. Es por ello que en partidos internacionales el recinto únicamente puede acoger a 66.000 aficionados.
“Si eres el enemigo, te aplasta, pero si la tienes a tu espalda como portera, es una sensación fantástica”, afirma Roman Weidenfeller, exguardameta del conjunto alemán. El apodo es relativamente reciente, pues data de 2005. La grada, construida en 1974 para el Mundial que gana la Alemania Federal de Franz Beckenbauer, duplica su aforo en 1998. La directiva decide ampliarla después de la conquista de la única Champions League de los schwarzgelben (negriamarillos).
Ambas gradas rompen con la composición de los estadios. The Kop es la única de una sola planta de Anfield, que cuenta con una tribuna de tres alturas. El otro fondo (Anfield Road) y el otro lateral (la grada Sir Kenny Dalglish) disponen de dos pisos. En el Signal Iduna Park, Die Gelbe Wand (oficialmente Sudtribüne) es el único tendido sin divisiones. Tanto el otro gol (Nordtribüne) como los dos laterales (Westtribüne y Osttribüne) tienen dos alturas.
Ayuntamiento y Deportivo continúan ante el reto de entenderse al cien por cien. Desde luego, decisiones como la de ampliar las gradas más populares satisfacen parte de las demandas del club. La mínima reducción de aforo, además, ayuda a dar forma a un Riazor más sostenible y menos desangelado una vez quede atrás la histórica cita de 2030. Y es suficiente para la FIFA.