Felicidad a medias, con un gol a celebrar y tablas que lamentar
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17º-23º

Felicidad a medias, con un gol a celebrar y tablas que lamentar

Felicidad a medias, con un gol a celebrar y tablas que lamentar
La hinchada no dejó de animar este sábado. Foto: Alborés

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“Duele más en casa, queremos darle alegrías a la afición y nos están costando las victorias en Riazor”, se lamentó Imanol Idiakez tras el partido.


Felicidad a medias para los seguidores. Vieron al Dépor marcar de nuevo pero no pudieron celebrar el triunfo. Solo ha podido cantar dos goles la hinchada este curso en Riazor. El de Bouldini de este sábado fue el segundo, tras el ya lejano de Yeremay Hernández, a primeros de septiembre contra el Racing de Ferrol.
Con la ciudad inmersa en un súper sábado –con la carrera ENKI, el Nacional de surf y el posterior partido del Básquet Coruña– los fieles al templo herculino coparon los bares de los aledaños del estadio, donde se servían comandas a buen ritmo. Con el partido a las 16.15 horas muchos optaron por comer al lado de Riazor.


Buen ambiente en las horas previas, con el cielo enladrillado y amenazando tormenta. Al final terminó lloviendo. No le cayó chaparrón de silbidos a Mackay en su vuelta, más bien algún tímido pitido y aplausos discretos. La música de viento era para Idiakez y las ovaciones más sonadas para Yeremay, David Mella y un Charlie Patiño que todavía no se ha estrenado en Riazor. Tampoco lo hizo este sábado, pese a estar su padre en las gradas del estadio.


Los resbalones protagonizaron la primera parte, con los jugadores perdiendo el equilibrio, el campo muy rápido y el balón circulando a gran velocidad. Las hostilidades comenzaron para Mackay cada vez que se recreó a la hora de sacar de puerta. Silbidos para el arquero, que precedieron a los gritos ahogados ante el gol del Eldense, casi al inicio del choque.


Unos segundos en los que Riazor enmudeció antes de empezar a animar con más fuerza. Marcó Bouldini y la grada blanquiazul celebró el poder volver a cantar una diana. El delantero se fundió en un abrazo con Pablo Martínez, que lleva varias jornadas sin jugar, ante la irrupción de Dani Barcia en la zaga.
La afición disfrutó con cada subida por banda de Yeremay y Mella, pero no acabó de llegar el tanto de la remontada. Comenzó el segundo acto pero el Dépor, pese al empuje de la grada, erró varias ocasiones claras.


Subieron los decibelios cuando Patiño salió a calentar, aunque no tuvo minutos y ante las pérdidas de tiempo de Mackay, que vio amarilla. Cinco escasos minutos y reparto de puntos en Riazor. 

Felicidad a medias, con un gol a celebrar y tablas que lamentar

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