Compaginar deporte profesional y estudios académicos no es sencillo, pero la determinación de Miguel Juane fue crucial para poder, una vez ‘colgadas las zapatillas’, seguir su vida enfocada en la abogacía, especializada en derecho deportivo. Un cambio de vida que admite que no es sencillo.
“Poca gente está preparada para esa transición. El mundo del deporte profesional tiene unos códigos, normas de conducta, un lenguaje... Y después en el mundo civil tienes que adaptarte a otro tipo de vida personal y profesional. En el deporte, cuando te retiras, eres un veterano, aunque si miras la edad eres joven. Al pasar a trabajar al mundo laboral eres júnior e inexperto. Pasas de ir en chándal todos los días a tener que ponerte traje y corbata”, reconoce. El momento en el que tuvo que compatibilizar la actividad deportiva con la académica no fue sencilla.
“Faltaron conexión y ayudas. Recuerdo un entrenador, en un viaje antes de un partido, que me vio con libros y me dijo que no se me ocurriese estudiar. Es cierto que el estudio tiene un componente de desgaste físico, al margen de que haya un agotamiento intelectual. Y tuve el caso contrario, a un catedrático de la facultad de derecho le pedí un cambio de examen (debido a un partido). Lo que me dijo fue: ‘Mucha suerte en la carrera deportiva, porque en la académica lo tienes muy crudo’. La realidad es que son dos mundos muy disociados, el mundo de la educación y el del deporte, a diferencia de lo que pasa en Estados Unidos”, indica. Pese a su amplio bagaje ya en el mundo de la abogacía, muchas personas aún lo recuerdan por su etapa en el baloncesto.
“Después de 31 años de ejercicio de abogado todavía hay mucha gente que me sigue vinculando al mundo del deporte. Al final mides dos metros, calzas un 49 y eso es algo que en el mundo del deporte es normal y es inusual en el mundo civil (risas). Por ejemplo, la toga que yo uso en los juicios me la tuvieron que hacer a medida”, comenta en tono jocoso.
Aclara que el foco que tiene el deportista se pierde en el ‘mundo real’. “Cuando eres deportista lo que haces es descolgar el teléfono para que la gente te haga ofertas y cambias a una actividad en la que eres tú en el que tienes que marcar. Y claro, para esa transición hacen falta recursos económicos. Tienes que tirar una temporada de los tuyos propios y no entra nada. Al final es el gran salto entre la vida profesional y el mundo civil. Pasas de ser un ‘personajillo’ al que le facilitan las cosas, te dan coche, una casa... A tener que buscártelo tú”, matiza. ¿Con cuál de los dos mundos se queda? “Puede que te vuelvas más nostálgico del deporte, porque estabas en tu plenitud física y vivías despreocupado. Pero soy una persona positiva y en ambos encuentro cosas buenas”, dice.
“El deporte se regula de una manera muy distinta y no funciona igual un club deportivo que una empresa normal, en la que no quieres ayudar a tus competidores. En el deporte está el principio de cooperación necesaria, necesitas al rival para competir por ciertas connotaciones y ese plus de emoción. Lo mejor que le puede pasar al Dépor y al Celta es el coincidir en la misma liga. Necesitas a tu rival para competir y esto solo pasa en el deporte”, afirma.
Un pionero
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Miguel Juane Sánchez (Vigo, 1965) nació en la ciudad olívica pero es coruñés de adopción. Dio sus primeros pasos en el mundo del baloncesto en el desaparecido Bosco. Internacional absoluto con España, en la ACB pasó por las escuadras del Clesa Ferrol, Fórum Filatélico Valladolid y Taugrés Vitoria. Pionero en la abogacía deportiva y se acogió al decreto 1006 para poder cambiar el Clesa Ferrol por el Fórum de Valladolid, pagando el millón de pesetas de su cláusula de rescisión. Formó parte de la administración concursal del Atlético de Gil y fue secretario, no consejero del Deportivo. Es un reputado abogado y fue presidente del Comité Gallego de Disciplina Deportiva.
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