Hace unos meses, allá por mayo de 2024, el Deportivo celebraba con efusividad el regreso al fútbol profesional. El primer peldaño para volver al sitio que le corresponde al club por historia y masa social suponía un gran paso a todos los niveles. Económico, futbolístico y, se esperaba, también arbitral.
El ascenso a Segunda llevaba aparejado estar de nuevo bajo la supervisión del videoarbitraje después de unas temporadas en Primera RFEF en las que la sensación de indefensión, especialmente en los partidos de Riazor, fue mayúscula para aficionados, jugadores y la propia directiva.
Nada más lejos de la realidad. Porque si bien el retorno a los dominios del VAR ha resuelto algunos problemas que había en el barro, han aparecido otros que provocan todavía más incredulidad. No tanto por la gravedad del error en sí, sino porque se cometen teniendo a disposición más herramientas que nunca. El colectivo arbitral cuenta con una ayuda tecnológica por la que sus colegas de décadas anteriores habrían suspirado, pero la disparidad de criterios deja cada fin de semana situaciones difícilmente justificables.
Es así como el Deportivo ha pasado de protestar por las designaciones arbitrales, que durante los cuatro años en la categoría de bronce han tenido su miga, a hacerlo por una secuencia de intervenciones, o la ausencia de las mismas como en Castalia, por parte del VAR. Porque lo que sucedió en Castellón, y que terminó incluso perturbando la habitual mesura de Óscar Gilsanz a la hora de hablar de decisiones puntuales, no fue más que la gota que colmó el vaso después de una temporada en la que prácticamente siempre está saliendo cruz para los intereses blanquiazules.
“Entiendo que para el árbitro en directo es difícil de verlo, pero no entiendo cómo cuatro señores en una oficina son incapaces de ver que le pegan un patadón a Mella antes del gol. Me gustaría que explicaran por qué no le han dicho al árbitro que vaya a verlo”. Así hablaba Pablo Vázquez, otro al que se le ha agotado la paciencia después de ver hace unas semanas cómo desde esa misma “oficina” a la que se refiere le anulaban un gol en el Deportivo-Huesca por intuir que el balón le tocaba en el brazo. El central fue comprensivo entonces, pero en la zona mixta de Castalia decidió no contenerse.
Y es que por la cabeza de cada miembro de la plantilla deportivista pesa la sensación de que no están teniendo nada de fortuna en su reencuentro con los colegiados a distancia, “está claro que todas las decisiones esta temporada parecen que caen del otro lado”, apunta el valenciano.
El primer gran encontronazo fue hace unos meses con un penalti anulado a Lucas Pérez en el Deportivo-Málaga. El colegiado señaló la pena máxima cuando derribaron al de Monelos dentro del área, pero desde el VAR le recomendaron a Muñiz Muñoz que fuera a verlo al monitor. “Me parece que el contacto es insuficiente, no aprecio simulación, con lo cual no voy a amonestar al delantero, pero voy a anular el penalti y voy a reanudar con balón a tierra”.
Es precisamente este tipo de acciones las que peor sientan al equipo blanquiazul (y al resto de protagonistas del fútbol español), a los que le explicaron que la intervención se limitaría a errores claros y manifiestos, no para medir la intensidad de los contactos. Sobre todo, porque lo único que provoca esta inconsistencia en los criterios es el agravio al ver cada fin de semana acciones similares que se juzgan de manera diferente. Eso debió pensar Diego Villares esta semana cuando vio a Ontiveros poner en riesgo la tibia de un rival del Granada por ir con los tacos por delante. El jugador del Cádiz continuó en el campo. El de Vilalba, por un pisotón fortuito en diciembre ante el Mirandés, se fue a los vestuarios antes de tiempo con su nombre anotado en una tarjeta roja.
El malestar deportivista fue todavía mayor en la visita al Cádiz, aunque el resultado final después del hat-trick de Lucas Pérez (2-4) moderó el cabreo por el arbitraje de, curiosamente, Lax Franco.
El encuentro en el Nuevo Mirandilla tuvo de todo, incluidas varias intervenciones del VAR más que polémicas. La primera fue para señalar un penalti de Helton a Carlos Fernández en una salida de puños del portero brasileño. En aquella ocasión el que lo asistía en el VAR era Gálvez Rascón, que esa tarde mostró ser bastante más intervencionista que Milla Alvéndiz, a los mandos de la sala VOR para el duelo del pasado lunes.
Porque minutos después también reclamó su cuota de protagonismo en la otra área, en este caso para anular una pena máxima. Sobre el campo se pitó penalti a favor del Dépor tras derribo a Pablo Vázquez. Como ya sucediera ante el Málaga, la oportunidad se fue al limbo porque Lax Franco también consideró “no suficiente” el contacto... lo mismo que en la acción de Vertrouwd cuando se llevó por delante a Mella. “Parece ser que destacan que Mella no se queja”, apuntó Vázquez en referencia a los árbitros. Irrefutable.
La decisión de Milla Alvéndiz de no avisar desde la sala VOR no solo resultó sorprendente para jugadores y aficionados, sino también para otros árbitros. El colegiado Xabier Rodríguez Campos, autor del libro ‘Arbi, ¿qué pitas?’ sobre las normas del juego, repasa para DXT Campeón la polémica de Castalia. “En la toma que he visto por redes, la sensación es de que hay falta a Mella. Independientemente de que pueda o no tocar balón el rival, porque la sensación es de que el primer contacto es con Mella. La jugada es revisable. El árbitro concede gol y a partir de ahí el VAR tiene que revisar toda la fase de ataque del Castellón, incluida la forma de recuperar la pelota. Lo que ve el VAR no lo sabemos. ¿Por qué no interviene? Entiendo que perciben en alguna toma que el jugador del Castellón llega primero al balón. Yo tengo dudas. Supongo que la interpretación es esa”.
Rodríguez Campos reflexiona sobre el diferente grado de intervencionismo de los colegiados que están en el VAR y cómo la introducción de la tecnología ha abierto la interpretación: “Cada árbitro es un mundo. Desde el Comité enseñan muchas jugadas cada semana para que todos tengan el mismo criterio, pero es complicado. Además ahora las jugadas no son de dos escenarios, son de cuatro. El debate antiguo sería si hay falta o no. Ahora hay que añadir las variantes de si tiene que intervenir el VAR o no en cada uno de los anteriores”. También explica que no hay que esperar por el audio de esta jugada: “No creo que haya porque el protocolo es que se hacen públicos los audios cuando el árbitro va a la pantalla. Otra cosa es que alguien del Dépor haga una reclamación y se lo muestren”.
Lo que sí tiene claro el colegiado es que el error, de haberlo, habría que atribuírselo más a Milla Alvéndiz por no avisar a Lax Franco de señalar la infracción en el momento: “Si lo llaman para ir a la pantalla, anula el gol, seguro. Lo que hizo el árbitro en el Racing de Santander-Tenerife (mantener su decisión de no pitar falta en ataque a pesar de la llamada)... hay que estar muy seguro. Hace falta mucha valentía, porque si vas es que alguien ha visto que has metido la pata”.