La historia de la ACB está salpicada por conocidas sagas de hermanos: los Gasol, Pau y Marc, leyendas del baloncesto español y mundial; los Martín, el llorado Fernando y Antonio; los Llorente, José Luis y Toñín; los Jofresa, Rafael y Tomás; los Reyes, Alfonso y Felipe, los Angulo, Alberto y Lucio, o los Hernangómez, Willy y Juancho, entre otros. No son tantas las parejas extranjeras que compartieron espacio-tiempo en la Liga. Es el caso de los canadienses Scrubb: Thomas (33 años), alero del Tenerife, y Phil (32), escolta del Básquet Coruña. Ambos vistieron la camiseta del Obradoiro a la vez (2021-2023). Este sábado coincidirán otra vez, pero como rivales, en el Santiago Martín de San Cristóbal de la Laguna (19.30 horas), escenario de otra final para el Leyma.
Phil y Thomas cumplen su décima temporada como profesionales en proyectos con objetivos diametralmente opuestos. Mientras el equipo canario ya tiene el billete para los playoffs de la ACB y jugará la Final Four de la Champions, el cuadro coruñés agoniza por la permanencia en su primera temporada en la élite.
Pese a la distancia, los hermanos tienen un rol similar y, curiosamente, clavan sus estadísticas individuales: Thomas promedia 6,8 puntos, 3,5 rebotes y 0,6 asistencias para 8,1 de valoración en 24:24 minutos de juego y Phil presenta 6,6 tantos, 3 capturas, 2,1 asistencias para 7,6 de eficiencia en 22:54 minutos en la pista. Los dos, sin embargo, han perdido protagonismo con el cambio de equipo. El mayor, que jugó una campaña más en el Obradoiro (2021-2024) y es top 3 en el ranking histórico de valoración, minutos, rebotes y recuperaciones de balón, tenía un estatus de jugador importante en el equipo santiagués.
Sus números esta campaña son inferiores a unos sólidos promedios de carrera en la ACB: 10,7 puntos por partido, 5,1 rebotes, 1,5 asistencias y 1,1 robos para 13 créditos de valoración en 28:43 minutos. No ha bajado tanto su rendimiento Phil, que estaba llamado a ser uno de los líderes del Leyma por su experiencia en la ACB con Estudiantes (2019-20) y Obradoiro (2021-2023). En cuatro temporadas acredita unas medias de 8,9 tantos, 2,2 capturas y 3 pases de canasta para 9,3 de valoración en 24:02 minutos de juego.
Más allá de su hoja de servicios, la ascendencia de Phil y Thomas en A Coruña y Tenerife es innegable. El mayor no se ha perdido un solo partido con el equipo canario y es el integrante de la plantilla con más tiempo en la pista. Comodín exterior y buen defensor por su envergadura, aunque no destaca en nada, hace de todo a un nivel aceptable.
Su hermano, que se perdió cuatro partidos entre diciembre y enero por una lesión muscular, es uno de los hombres importantes en la rotación del Básquet Coruña. Capaz de jugar al ‘uno’, al ‘dos’ o al ‘tres’, Diego Epifanio le ha devuelto la confianza en los últimos partidos y Phil responde cuando más quema el balón. No es de extrañar que se juegue tiros decisivos en finales ajustados o que asuma el papel de manejador y generador principal del equipo en momentos de respiro para Brandon Taylor y en ausencia de Thomas Heurtel, como en la última victoria contra el Granada.
Los Scrubb nacieron separados por 428 días, poco más de un año. Se criaron juntos en Richmond, en el corazón de la Columbia Británica y se aficionaron al baloncesto cuando la NBA se expandió hacia Canadá con la creación de los Vancouver Grizzlies en 1995. Los Scrubb crecieron viendo a aquel joven equipo liderado por los prometedores Shareef Abdur-Rahim y Mike Bibby, pero que nunca ganó más del 30% de sus partidos. El lockout de 1998 [cierre de la Liga por las protestas de los jugadores] anticipó el final de una franquicia ahogada por los problemas económicos y que se acabó mudando a Memphis, la cuna estadounidense de los Gasol.
La semilla del básquet ya estaba plantada. Thomas y Phil la regaron durante su etapa de secundaria en el Vancouver College como compañeros de equipo. Extendieron esa relación con los Carleton Ravens, encadenando cinco títulos universitarios, una auténtica dinastía a nivel nacional, y en los equipos nacionales inferiores, pero lejos de los focos de la NCAA estadounidense.
Separaron al fin sus caminos cuando dieron el salto al baloncesto profesional en 2015, los dos con destino a Europa: el mayor eligió Finlandia y el menor se enroló en el AEK Atenas griego. Volvieron a cruzarse un año después en la Bundesliga, pero en equipos distintos, su primera vez como rivales, el mayor con los Giessen 46ers y el pequeño con los Skyliners de Frankfurt. Thomas dejó Alemania el verano siguiente, pero los hermanos se juntaron cada verano en la casa familiar o con la selección.
Unidos de nuevo en 2020 por los Ottawa BlackJacks de la liga de su país, la llamada del Obradoiro les dio la oportunidad de jugar en la mejor Liga de Europa. Este sábado volverán a cruzar sus caminos, pero en escenarios totalmente opuestos. En la primera vuelta ganó Thomas (62-87). ¿Se tomará Phil la revancha?