Virtualmente salvado y con demasiada distancia que cubrir hasta los puestos de privilegio, el Deportivo afronta las últimas seis jornadas de la temporada aparentemente sin demasiadas cosas en juego. Pero como siempre dicen los futbolistas que se enfundan la blanquiazul y también sus entrenadores, en el Dépor siempre hay objetivos que conquistar.
Está el equipo coruñés en esa situación en la que aparecen en el horizonte diferentes metas que conquistar, tanto individuales como colectivas, con el deber de fondo de terminar de dignamente la temporada de regreso al fútbol profesional. Encrucijada en la que también se encuentra el club como institución, consciente de que tener la tarea finiquitada a finales de abril tiene que espolear la toma de decisiones para que el proyecto blanquiazul y esa visión de regresar a Primera en menos de cuatro años sea cada vez más real. Con este escenario, repasamos las media docena de retos que el Deportivo tiene para las seis últimas jornadas de la 2024-25.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no es del todo cierto que el equipo deportivista “no se juegue nada” en estas seis fechas. Más allá de que las matemáticas todavía no son definitivas para nadie salvo el Cartagena, la lejanía virtual del descenso y el playoff no quiere decir que el Dépor no tenga objetivos clasificatorios por los que luchar. Objetivos, además, tan jugosos como los económicos.
El reparto de los ingresos por derechos audiovisuales en Segunda División estipula que un trozo de pastel va en función de rendimiento deportivo. Es decir, el puesto que cada equipo ocupa en la tabla cuando termina la temporada regular. La diferencia entre rondar el séptimo u octavo puesto, ahora mismo a seis y siete puntos para Gilsanz y los suyos, o quedarse más cerca de abajo en el decimoquinto o similares, puede superar el medio millón de euros.
Y en un fútbol español cada vez más marcado por los topes salariales, con cada campaña teniendo que medirse a rivales con proyectos faraónicos gracias al seguro de descenso, cualquier ingreso que permita ampliar ese límite de gasto en plantilla deportiva es bienvenido.
Pocos futbolistas quedan en la plantilla blanquiazul que terminen contrato. La renovación de Ximo Navarro sacó de la ecuación a uno de ellos, por lo que, además de futbolistas cedidos como Obrador, Gauto o Tosic, sobre la mesa está el futuro de Jaime, Rama, Herrera y Pablo Martínez. El andaluz, el canario y el de Sigüeiro apenas han contado este año y parece claro que su etapa en Riazor finalizará el 30 de junio. Pero el caso del francés es más delicado y la situación actual del equipo exige también tomar una decisión.
El central renovó el pasado verano tras el ascenso firmando un acuerdo que contemplaba un año fijo y otro en función de objetivos. La lesión de Barcia, que no volverá a jugar este año, ha aumentado su protagonismo y ahora mismo es un fijo en el eje de la zaga junto a Pablo Vázquez. Su hoja de servicio se va a 20 partidos como titular (habitual criterio para que sean válidos en este tipo de acuerdos) en lo que va de curso, 21 si incluimos la Copa del Rey.
Tanto desde el club como por parte de Pablo Martínez han evitado siempre pronunciarse sobre el número mágico que activaría esa temporada extra. Pero en el momento que se acerque, habrá que elegir entre priorizar el rendimiento inmediato y la planificación futura con un futbolista que el pasado mes de febrero cumplió 36 años.
Otro foco de atención que implica decidir cuándo parar tendrán que asumirlo los servicios médicos, Gilsanz y varios jugadores cuyo físico está ya rozando el límite. El que mejor ejemplifica esta situación es José Ángel, frenado por sanción ante el Tenerife, pero al que una pubalgia lleva toda la temporada lastrándolo. El compromiso del mediocentro lo ha llevado a seguir jugando mientras el objetivo no estaba a tiro, pero es probable que una vez dicha la última palabra sobre el césped, centre todas sus energías en recuperarse, fortalecer la zona y establecer un plan, que puede incluso contemplar el quirófano, que permita afrontar con garantías y sin recaídas la próxima campaña.
No es el único castigado al que quizá conviene gestionarle la carga actual pensando en el futuro. La rodilla ha empezado a provocarle molestias a Diego Villares, Obrador se ha recuperado a contrarreloj de un esguince en la misma articulación y David Mella acumula varias semanas dando síntomas claros de pérdida de frescura. El extremo, además, tiene en el horizonte el Mundial Sub-20 de Chile, lo que supondrá una carga extra para la 2025-26.
Por todo lo comentado anteriormente, el cuarto desafío atañe aquí y ahora a Óscar Gilsanz, pero debe tener repercusión en el futuro a medio plazo. Una cosa lleva a la otra y, como bien apunta siempre el técnico, “más que problemas, surgen oportunidades”. Las decisiones de dar descanso, físico o administrativo, a algunos futbolistas conllevan necesariamente elevar los minutos de jugadores que han tenido poco protagonismo hasta la fecha, pero que deben ser importantes de cara a lo que viene.
Ser importantes, o que tengan que ganarse el derecho a formar parte del próximo Dépor y no solo desde el punto de vista contractual. Jugadores como Petxarroman, Genreau, Mfulu, Bouldini o Patiño, cada uno con su situación, han decepcionado en su primer año y quizá tengan la oportunidad de demostrar que pueden ser útiles.
En esa misma línea de ‘inversión’ de futuro debe ir el plan con la cantera. Empezando por supuesto por Diego Gómez, que ya pertenece al primer equipo, pero también con los fabrilistas que a lo largo del curso han ido asomando la cabeza. Este plan dependerá de cómo termine la liga el equipo que dirige Manuel Pablo, que pelea por entrar en playoff. Si finalmente no alcanza la fase de ascenso, los Kevin Sánchez, Guerrero y compañía tendrán cuatro jornadas para levantar la mano.
Faltan seis jornadas y probablemente ya vaya tarde, pero por supuesto que otro de los temas candentes que el club tiene que abordar en el mes que queda de competición es el futuro en el banquillo. A día de hoy suena rocambolesco cualquier escenario en que el inquilino no sea Gilsanz, pero cuando se trata de hablar del Deportivo y entrenadores, especialmente en los últimos años, sería atrevido dar algo por seguro.
El técnico termina contrato en junio y pese a su gran labor nunca ha metido presión al club por su renovación. Tampoco desde la dirección deportiva han sido demasiado claros con sus intenciones. Fernando Soriano habló públicamente hace unos días al finalizar el partido de Anduva para apuntar que no tocaba todavía. Que primero había que conseguir los objetivos de la temporada.
Colocar la primera piedra del siguiente paso del proyecto blanquiazul pasa por poner nombre y apellidos al patrón del barco y sería importante saberlo cuanto antes para que todas las cartas estuvieran sobre la mesa.
En la misma latitud de importancia que el entrenador hay otros dos nombres propios que además condicionan incluso más la planificación de la próxima temporada. Y por eso es importante cruzar ese puente lo antes posible. Uno es Fernando Soriano. El otro, Yeremay.
Ambos tienen contrato, pero sería osado a finales de abril asegurar la continuidad de cualquiera de los dos más allá de verano. En el caso del director deportivo, los objetivos colectivos respaldan su trabajo en estas dos campañas de ascenso y permanencia. Tan cierto es eso como que la configuración de las plantillas ha tenido lagunas y algunas apuestas importantes en lo que respecta a fichajes no han pagado. Soriano está además en el centro de las críticas de buena parte de la afición, por lo que habrá que ver si el Consejo le da un tercer año o decide cambiar de rumbo en los despachos.
Sea el maño o quien ocupe su lugar, la patata más caliente de la cesta este verano será el futuro de Yeremay. Los cantos de sirena que le llegaron al atacante canario en enero se multiplicarán en julio y agosto. Aunque el club logró elevar su cláusula de rescisión por encima de los 30 millones de euros, el fútbol nos ha enseñado que los genios como él terminan jugando donde quieren.
Conocer sus intenciones y establecer una hoja de ruta con plazos marcados debe ser otra de las prioridades para que el Deportivo no tenga que pasarse todo el mercado pendiente de si va a contar, o no, con su jugador franquicia y condicionando los diferentes movimientos como, según apuntó el propio Fernando Soriano, sucedió en la ventana de invierno.