Emma Lustres (O Grove, 1975) fue más una deportista pasiva que activa, espectadora apasionada de los grandes acontecimientos como los Juegos Olímpicos y una “friki” del fútbol. De niña, aprendió a amar el fútbol en Baltar, el campo del Portonovo, a donde acudía cada fin de semana a seguir al equipo local junto a sus abuelos. Después la pasión fue creciendo y pasó a crearse sus propios álbumes, como el del Mundial de México 1986, y ya en sus primeros años de adulta, seguía diariamente la prensa y los programas deportivos de la radio. Se desconectó del fútbol cuando este empezó a acaparar la oferta televisiva diaria. Pero con el nacimiento de su hijo se volvió a enganchar.
¿Cómo fue la relación de Emma pequeña con el deporte?
Soy la típica que hacía deporte cuando iba al colegio. Siempre fui habilidosa de movimiento. No soy nada torpe y fui la típica niña que se le daba muy bien jugar al balonmano, al fútbol, incluso al baloncesto, al brilé... Pero practicar deporte fuera del colegio, solo balonmano dos o tres años. Pero nunca he sido una gran deportista. Cuando ya me hice mayor, siempre intenté hacer deporte y lo conseguí muy poco. Me apuntaba al gimnasio y soy esa que está ocho meses pagando sin ir y sin pisarlo. Así desde los veintipico años hasta los cuarenta y pico.
¿Qué cambió?
Ahora llevo como seis o siete años súper concienciada con el hecho de hacer ejercicio y hacer deporte. Hace años le daba más importancia a la alimentación como valor de salud, ahora se la doy al deporte mucho más. Me parece que es lo mejor que podemos hacer por nuestro cuerpo. Y así se lo inculco a nuestros hijos y les mando vídeos y artículos. Para envejecer mejor entreno dos días a la semana y salgo a caminar rápido a diario.
¿Y como espectadora?
Sí que he sido siempre muy seguidora del deporte. Recuerdo desde pequeñita los Juegos Olímpicos, por ejemplo, como un evento de estos que estaba pegada a la tele. Puse el despertador para ver la final de baloncesto en Los Ángeles 84. Tenía 9 años. También estaba muy pendiente de cuándo era la final de los 100 metros y sobre todo del piragüismo, porque yo soy de O Grove, y había varios deportistas de allí y quería ver cómo lo hacían.
¿Y cuándo empezó la obsesión por el fútbol?
Mis abuelos eran de Portonovo, eran muy futboleros y me inculcaron esa pasión. Yo pasaba mucho tiempo con ellos los fines de semana y me llevaban todos los domingos a ver al Portonovo, que jugaba en Regional. Si era en casa, lo veíamos allí en el campo de Baltar, y cuando iban fuera, nos íbamos en autobús. Hablo de que tendría 5 ó 6 años y fui durante muchísimos años al fútbol con ellos y también veía mucho fútbol con ellos en casa.
"Durante años fui la típica que se apuntaba al gimnasio y estaba ocho meses pagando sin ir y sin pisarlo”
¿También en el fútbol fue más pasiva que activa?
Con 10 años era la típica que jugaba al fútbol con los niños en el patio durante todos los recreos. Y una vez me nombraron capitana del equipo. Para mí eso era la leche porque los niños solían menospreciarnos. Pero sí que me identifico un poco con ser más deportista de sofá, aunque no obesa y comiendo hamburguesas, como lo ha retratado tanto el cine. Y era bastante friki de seguir el deporte en la prensa diaria, en la radio y prensa deportiva. Pero desconecté en un momento determinado, yo creo que coincide cuando se empiezan a liberar los derechos televisivos del fútbol. De repente ya no había partidos los sábados y los domingos, hay también los viernes, los lunes... Me empieza a saturar un poco la verdad. Me costaba seguirle la pista a todo lo que había y desconecté.
¿Cuándo se reenganchó?
Cuando fui madre y mi hijo pequeño empezó a jugar, con 4 ó 5 años, en el equipo del colegio. Ahí me volví a enganchar otra vez mucho. No solo porque él juegue y yo le vaya a ver, sino porque él es muy futbolero, pero que muy, muy, muy futbolero. Él está muy pendiente del fútbol desde que tiene uso de razón diría, muy deportivista, una cosa terrible. Terrible en el sentido de que sufre mucho, llora, se queda triste cada vez que hay malos resultados. Mi hijo me ha vuelto a reconectar con algo que me gustaba mucho y que seguía a diario.
Hace una semana en estas páginas, David Perdomo hizo el llamamiento para que se hiciera una película sobre el Dépor. Usted que tiene una productora y fue directiva...
Es curioso, pero las películas que se han hecho sobre el fútbol ni son muchas ni han gozado de mucho éxito. Quizás la industria de Hollywood no mire mucho al fútbol porque allí no es el deporte rey y haya mirado más a otro tipo de deporte. Pero incluso en Inglaterra, que sí que el fútbol es muy relevante, no ha habido muchas películas. Está Quiero ser como Beckham, lo que pasa es que yo creo que habla del fútbol pero también del tema de las niñas que quieren ser futbolistas, de las diferencias raciales y las relaciones de distintas razas allí. Hace un par de años o así, sí que hubo ahí una historia que a Borja [Pena] y a mí nos hizo gracia que tiene que ver con el fútbol y tiene que ver con la rivalidad del fútbol. No voy a contar mucho, no vaya a ser que algún día sí nos pongamos a hacerla. Pero del Deportivo... No es que dé para una película, da para tres o cuatro. Pero cuando haces una película tienes que aspirar a una audiencia global. El Deportivo yo creo que nos interesa mucho a nosotros los deportivistas, pero no sé si tanto como para hacer una película.
Están de moda los documentales de temática deportiva.
Es delicado. Porque al final, ¿qué enfoque tienes que darle para que eso funcione? ¿Cuánto de dispuesto está la marca en sí, sea la del Deportivo o sea la de cualquier otro equipo, de ser transparente? No me parece fácil, me parece mucho más fácil hacer lo que hacemos nosotros, que es inventarnos historias desde cero. Tienes la libertad de inventar y ficcionar lo que quieras para que eso funcione dramáticamente. Es complicado coger una marca como el Deportivo y hacer un relato que funcione, sea entretenido, la gente se enganche y además no manches la marca, no la menosprecies, no enfades a parte de las personas que le tienen cariño o amor, no decepciones a otros porque el relato que estás haciendo no es exactamente el real... No sé, francamente, no me parece fácil.