Cerceda y Sada también ganan la Copa
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Cerceda y Sada también ganan la Copa

Repaso a los orígenes coruñeses de Jonathan Barreiro y Tyson Pérez, con otro pedacito para Carballo y Betanzos
Cerceda y Sada también ganan la Copa
Jonathan Barreiro y Tyson Pérez con el trofeo de campeones de la Copa del Rey | ACB PHOTO MARIANO POZO

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Sada y Betanzos. Cerceda y Carballo. A Coruña en general celebró casi como propio el título de campeón de la Copa del Rey de baloncesto del Unicaja de Málaga. Hay muchos kilómetros de distancia con la Costa del Sol, pero el hilo invisible que une a ambas latitudes está tejido a nivel profesional y personal por dos jugadores como Jonathan Barreiro y Tyson Pérez. Uno nacido en Cerceda, que jugó en el Xiria de Carballo y en el Sant Yago de A Coruña. Otro criado a partir de los nueve años en Sada y adoptado deportivamente en Betanzos por el Santo Domingo y su eterno presidente, José María Valeiro. “Hoy alguien estaría aún más contento que el propio Tyson Pérez. ¡Enhorabuena!”, se emocionaron en el club brigantino.


En todos estos escenarios estaban muy atentos a sus hijos pródigos. Tanto Barreiro como Pérez tuvieron un protagonismo similar en la lucha por el título contra el Madrid. Sin puntos en los 10 y 14 minutos que estuvieron sobre la pista del Gran Canaria Arena, su trabajo fue defensivo, ocupándose de esos intangibles que a veces no se ven, pero imprescindibles en un equipo campeón en el que cada uno entiende su rol. No todo el mundo puede marcar 27 puntos como Kendrick Perry, MVP de la Copa. Pero alguien tiene que parar a la artillería rival y los dos coruñeses secaron a Mario Hezonja y Dzanan Musa para dejar al Madrid sin puntos (93-79). Un orgullo para el baloncesto coruñés.

 

La perla de Cerceda


A Jonathan Barreiro (Cerceda, 1997) se lo rifaron desde que era pequeño la mayoría de las canteras de la ACB porque aunque empezó un poco tarde en el baloncesto, no tanto como Tyson Pérez, destacó muy pronto, primero en las filas del Xiria de Carballo y después en las del Sant Yago coruñés. En esos años también lo dirigió Javi Prieto, ahora presidente del Baloncesto Cambre, en la selección coruñesa. “Muchos niños empiezan en prebenjamín o benjamín, pero él no lo hizo hasta alevín, pero no importó porque ya prometía: Era un chico con gran envergadura, buen dominio de balón y año a año iba mejorando muchísimo”, recuerda Prieto. 


“Ya se hablaba de que prometía mucho y que iba a llegar lejos, igual que otro jugador que era de la generación de un año más, Carlos Martínez”, reconoce. Al final este se fue al Baskonia y Barreiro eligió el Real Madrid, a donde llegó en 2012 y llegó a debutar tanto en ACB como en Euroliga. Buscando minutos después de una lesión dio un paso atrás fichando por el Ourense de LEB Oro, pero el Zaragoza le abrió las puertas de la ACB y tras cinco temporadas, y debut con la selección absoluta mediante, dio el gran salto al Unicaja, donde suma cuatro títulos.


“En Málaga ha encontrado su sitio y creo que seguirá creciendo allí con Ibon Navarro”, opina Óscar Viana, uno de sus hombres de confianza en A Coruña, que fue preparador físico del Obradoiro y del Breogán y con quien coincidió en la selección española sub-20, proclamándose campeones de Europa, y desde entonces se machaca a nivel físico a sus órdenes cada verano. Un trabajo fundamental cuando llegó a la élite. “Los entrenadores le pedían un cambio a nivel de fuerza, hacerse más grande para poder jugar tanto de 3 como de 4”, comenta Viana, “y necesitaba un poco de supervisión y control de una preparación que hasta entonces había hecho un poco por su cuenta”.


Para Viana, Barreiro es “trabajador, de las personas más honestas en cuanto a esfuerzo y compromiso y al que hay casi que pedirle que descanse”. “Tiene una gran visión de juego y de la parte táctica y defensivamente es muy listo”, añade. Eso le convierte en “un jugador de equipo”, también por sus virtudes personales, “amigo de sus amigos” y que dentro de los vestuarios “se hace querer” porque “siempre suma”. “Los títulos están al alcance de muy pocos y es una persona que lo pasó mal porque se fue de casa siendo muy niño y lo pasó mal lejos y con las lesiones”, apunta.

 

Hijo adoptivo


Tampoco la vida se lo puso fácil a Tyson Pérez (Santa Domingo, 1996). Él no fue una promesa ni pasó por ninguna selección. La primera en la que jugó fue ya en la nacional absoluta. Su historia es la de un niño que desde la República Dominicana llegó a Sada cuando tenía nueve años y que con trece, su madre, Ramona, preocupada porque pasaba demasiadas horas en la calle y por sus compañías, y su profesor de Educación Física lo empujaron al baloncesto.


Así lo recuerda Javier Codesido, entrenador en el Santo Domingo Betanzos. “Vino primero un par de días y desapareció del radar. Entonces el profesor insistió y el presidente, José María Valeiro, que es la figura clave en todo esto, me dijo que lo cogiera de mi mano y que había que fidelizar al niño como fuera”. Y esa fue su misión el primer año junto a la de inculcarle las nociones básicas a un ya adolescente que no había jugado más que en las pistas callejeras. 


“Me encargué de acompañarlo, de tutelarlo, lo llevaba a casa después de entrenar desde Betanzos a Sada todos los días para que no anduviese por ahí porque ya no había bus, y de enseñarle a entrenar, la actitud de la cultura deportiva, que viniera  a entrenar y que fuese a los partidos. Cuando acabó la temporada ya empezamos a trabajar con él aparte, porque se veía que potencialmente su físico era privilegiado, tiene unos muelles en los pies”, dice.


La ascensión fue meteórica: equipo júnior, EBA, donde le ve Pepe Laso y se lo lleva a Madrid, Canoe, Andorra, selección y Unicaja. “Y siempre había quien dudaba de él”. Y ahora, campeón. “Del primero que me acordé fue del amigo que perdí (el pasado mes de julio). Sé de la apuesta personal, de los esfuerzos y de las horas, y de dar la cara por este chico que hizo José María en vida. Sin él Tyson no estaría ahí. Ha sido un camino muy tortuoso, muy difícil, lleno de penalidades, de momentos muy duros fuera de casa, con la lesión, que tuvo que operarse dos veces, en un mundo de los profesionales que no espera por nadie. Y siempre fue José María quien le ayudó”, reclama.


Obviamente, también le otorga su mérito al propio Pérez: “El éxito es también de todas las horas, horas y horas de trabajo, trabajo, trabajo, fuera de las pistas que él ha hecho. Evidentemente tiene unas condiciones físicas muy buenas, pero no hay otro secreto”. 

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