Seis victorias en otros tantos partidos, 40 goles a favor y 12 en contra son los números que presenta el Benfica esta temporada como local. El Pavilhão Fidelidade, al lado del majestuoso Estadio Da Luz, es la casa del millonario proyecto del hockey portugués que lo quiere todo. Hasta la parroquia lisboeta de São Domingos de Benfica se desplaza hoy el Deportivo Liceo (21.00 horas, World Skate Europe TV) para empezar la segunda vuelta en la fase de grupos de la Champions. Con el fresco recuerdo del empate sin goles, la semana pasada en Riazor, el equipo coruñés sueña con asaltar el nido de las Águias.
Dejar a cero al ataque más goleador de Europa refuerza el plan de Juan Copa y los suyos para el segundo cara a cara en ocho días. Las cifras del Benfica son mareantes: suma 115 goles en 19 partidos (los 22 en la Taça de Portugal contra dos rivales menores y los 15 en otros tres encuentros de la Elite Cup, incluidos). Y no solo por sus números anotadores: el club portugués rompió el mercado el pasado verano con el contrato más elevado en la historia del hockey mundial, el millón que firmó Pau Bargalló por cinco temporadas.
El sistema defensivo que ordenó Copa, el abnegado esfuerzo de todos los jugadores y una inspiradísima noche de Martí Serra bajo los palos fueron las claves para contener al Dream Team del hockey rodado actual: João Rodrigues, Nil Roca o los exliceístas Roberto di Benedetto y Lucas Ordóñez se unen al pequeño de los Bargalló en un ataque sin parangón.
Necesita el Liceo replicar el partido del jueves pasado, con el mismo grado de sacrificio defensivo e intensidad, para frenar el efectivo bloqueo y continuación de Bargalló y Rodrigues (52 goles entre los dos desde que empezó el curso, solo cuatro menos que todo el equipo coruñés) o enmarañar la velocidad y precisión con la bola en el cuatro para cuatro a media pista que propone el técnico Edu Castro.
Castro, Rodrigues y Bargalló son los tres exbarcelonistas que pescó el Benfica en el mercado, un movimiento impensable en cualquier otra disciplina deportiva. ¿Cómo es posible que un grande de Europa fiche a los tres pilares de un rival directo en la Champions? La firme apuesta del club lisboeta y el mal momento económico que atraviesa Can Barça tienen la explicación. Perro no muerde a perro, decían.
El Liceo parece un club modesto al lado del súper proyecto benfiquista, aunque presenta las cuentas saneadas y una reestructuración de la parcela directiva. Sin perder la cabeza, pero con ambición, aspira a competir por todo, con especial acento en la Champions, un título que se le resiste desde 2012, el mismo año que se clasificó para la última fase del torneo continental, el primero gran objetivo del nuevo año.
No está en mala posición el equipo coruñés. Ocupa el cuarto puesto del grupo B con seis puntos, el último que da acceso a las eliminatorias. En cinco partidos suma una victoria (en Francia contra el Dinan Quévert, 1-6), tres empates (en casa ante Oliveirense, 1-1, y Benfica, 0-0, y en el feudo del Valongo portugués, 3-3) y una derrota (el debut en la pista del Trissino italiano, 5-2). Con otra media docena de puntos en la segunda vuelta debería acceder a los cuartos de final, que serán a doble partido.
El Benfica, por su parte, es el líder del grupo con solo un tropiezo, el empate de la pasada semana en Riazor, después de ganar los cuatro primeros partidos de la competición: Valongo en casa (5-0), fuera contra el Quévert (0-5) y el Trissino (3-6) y de nuevo como local ante el Oliveirense (3-1). Si ganan hoy y el equipo francés, quinto con tres puntos, no vence en Valongo, sexto con solo uno, las Águias podrían estar virtualmente en los cruces.
Coruñeses y lisboetas llegan a la cita con otro partido en las piernas tras su primer cara de la semana pasada en Riazor, aunque de exigencia muy diferente. El Liceo tuvo que lidiar con el incómodo viaje a Cataluña (avión, noche de hotel, autobús y volver) para medirse al necesitado Voltregà (1-3), mientras que el Benfica solo tuvo que moverse 120 kilómetros por autopista para visitar al débil Alcobaçense (4-10) de la segunda división portuguesa en los dieciseisavos de final de la Taça.
Otra diferencia es el número de efectivos en la rotación. Mientras Edu Castro puede elegir entre doce hombres (los jóvenes Martim Costa y Viti suelen ser los descartes, aunque Nil Roca no estuvo en el último duelo de Taça), Juan Copa solo cuenta con nueve jugadores a su disposición. Siguen en proceso de recuperación Pablo Cancela, que se operó en octubre de una rotura de ligamento cruzado en una rodilla, y Tato Ferrucio, ausente por una pubalgia desde el último partido del año, el 15 de diciembre contra el Vilafranca.
La expedición liceísta ya no pasará por A Coruña tras el partido de hoy. Pondrá rumbo a Alcoi, donde el sábado disputará el primer partido de la segunda vuelta de la OK Liga, una plaza exigente, por las características del viaje y el buen momento del conjunto alicantino, quinto en la fase regular, pero esa será otra historia.
Y es que el equipo coruñés, una suerte de aldea gala en el hockey mundial, vive una constante dicotomía: pasará de jugar ante uno de los gigantes de Europa en un lustroso pabellón de los años 2000 y, dos días después, a pisar el terrazo de una pista del siglo pasado.