Liceo 0-Benfica 0 | Un punto que no se compra con dinero
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17º-23º

Liceo 0-Benfica 0 | Un punto que no se compra con dinero

Titánico empate de los verdiblancos, que secaron al mejor ataque de Europa para dar un paso más hacia la clasificación para cuartos de final en el cierre de la primera vuelta de la fase de grupos
Liceo 0-Benfica 0 | Un punto que no se compra con dinero
César Carballeira y Pau Bargalló | Quintana

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El dinero puede comprar casi todo. Pero hay algo inmaterial como los sentimientos a los que no se les puede poner precio. Visitaba el Palacio el Benfica de los ricos, de los fichajes del millón de euros. Y de los goles:19 en cuatro partidos en Europa, 59 en nueve de la liga portuguesa. Y con cero se marchó de A Coruña, con un conjunto verdiblanco que fue más equipo que nunca y que hizo un titánico esfuerzo defensivo con un portentoso Martí Serra bajo palos y que incluso tuvo sus oportunidades en ataque para haber dado una sorpresa todavía mayor. No se movió el marcador, pero el partido tuvo poco de aburrido por intensidad y dureza. Ninguno cedió ni un centímetro. De poderío físico a fuerza mental. De empuje y resistencia. Primeros puntos que se dejan en la Champions los lisboetas, que siguen líderes con 13. El Liceo se puso con seis para seguir cuarto, aunque la derrota del Valongo en Quévert puede acabar beneficiándole a la larga.

 

El Benfica salió a otra velocidad. Al Liceo le llevó un tiempo adaptarse al ritmo, a esa intensidad de cuatro jugadores, y qué cuatro (Roca, Bargalló, Di Benedetto y Rodrigues), como balas buscando una y otra vez la portería contraria. Los cuatro primeros minutos fueron de asedio, de aguanta como puedas para los verdiblancos, que encima se vieron con un penalti en contra. Bruno Saavedra cayó en el área y la bola le golpeó. Los árbitros no se lo pensaron.

 

João Rodrigues asumió la responsabilidad a bola parada. Tiró arriba a la derecha, buscando la escuadra, pero Martí Serra le leyó perfectamente la intención. El Liceo había pasado lo más difícil, aguantado el chaparrón, que para eso son koruños. Se van a asustar por cuatro gotas. Al contrario. Una vez que le tomaron el pulso al partido ya fue más un tú a tú, sobre todo según fueron subiendo las pulsaciones.

 

Nil Cervera fue el primero en probar a Henriques, por lo menos la dureza de su casco, con el que se tuvo que emplear en uno de sus fuertes disparos. Después Xaus protestó un toque en el suelo de un jugador del Benfica, Nil Roca, una acción similar que en el otro lado había supuesto penalti. Y Dava Torres avisó con dos disparos. Los locales metían al Benfica el miedo en el cuerpo. No iba a ser tan fácil.

 

Gol fantasma

 

En el minuto diez llegó la jugada polémica del partido. En una contra fugaz, Pau Bargalló pasó a Rodrigues y este remató. Ya estaban celebrando el gol. Pero tan rápidos fueron, tanto en la jugada como en el festejo, que los árbitros consideraron que la bola no se había introducido por completo en la portería de Martí Serra, que hacía el gesto de que la bola estaba fuera.

 

Los encarnados se volvieron locos en las protestas (sin consecuencias) de gol fantasma. Incluso hubo lío en la mesa cuando Nil Roca recriminaba la jugaba al árbitro asistente, el coruñés Rubén Fernández, que se llevaba las manos a los oídos y le ordenaba retirarse sin que le hiciera mucho caso (otra vez sin consecuencias). Edu Castro optaba por pedir tiempo muerto para rebajar los ánimos. El público gritaba "¡Fuera, fuera!"

 

No le vino mal la bronca al Liceo. Se maneja bien cuando le toca bajar al barro. Y con algunos de los rivales que estaban sobre la pista ya sabía bien lo que era ir a la gresca por su pasado en el Barça. De menos a más, fue el Benfica el que terminó pidiendo la hora del primer tiempo. El Liceo se permitió el lujo de bailar a las águilas, con unos minutos de ensueño en los que solo le faltó la guinda del gol que rondaron sobre todo los capitanes Carballeira y Torres, que incluso se encontró con el palo.

 

Resistencia infinita

 

La segunda parte iba a ser otro ejercicio de resistencia al principio para ir creciendo poco a poco, sobre todo con cabeza, manteniendo el corazón a raya. El partido del Reus le enseñó a los verdiblancos que en encuentros así lo importante es no regalar. De las derrotas es de lo que más se aprende. La defensa verdiblanca parecía de coreografía. Se movían todos a una, cada cual con su pareja, solidarios en las ayudas, atentos a esos remates en el segundo palo, en el área, los toques, los rechaces. No se escapaba una. 

 

Sin escatimar esfuerzos. Una bola dividida le dio unos metros de ventaja a Pau Bargalló, que se fue como una flecha a la contra. Parecía que se plantaba solo frente a Serra, pero Saavedra fue todavía más rápido. Llegó justo a tiempo para bloquear en el último suspiro el disparo del exazulgrana, que lucía una máscara por un golpe en la nariz que se llevó en el partido del fin de semana contra el Tomar.

 

Los verdiblancos pasaron por unos grandes minutos en ataque, con combinaciones al área, las dos con Bruno Saavedra como asistente. La primera vez encontró a Xaus, la segunda a César Carballeira, que remató demasiado forzado. Saavedra repitió, César también. La insistencia por el gol era local.  Sin embargo, el que dejó temblando el palo de la portería de Martí Serra fue Roberto di Benedetto, respondido en la acción siguiente por Arnau Xaus. Empate a prácticamente todo. No a bola parada. Porque por más que Jacobo Copa cayera en el área, los árbitros no pitaban penalti. 

 

Se entró en los últimos diez minutos con la sensación que el cero a cero solo lo movería una auténtica genialidad. Porque al Liceo le faltó el último remate. Y el Benfica se encontraba con Martí Serra, que completó su mejor partido desde su llegada a A Coruña (justo en la semana que se hizo público que no continuará la temporada que viene), bien colocado, multiplicando esfuerzos, llegando a todas. Cubriendo huecos. Tapando bocas. Eso es personalidad.

 

El Palacio reconocía el esfuerzo del equipo cuando con menos de tres minutos salió a pista tras el último tiempo muerto. Quedaban 2:47, tiempo en el que había que medir si era mejor el vaso medio lleno o medio vacío. Aguantar el empate. O arriesgar para ir a por los tres puntos. El Valongo, a priori su rival por la plaza en cuartos de final, acababa de perder en Quévert no solo el partido, sino una oportunidad de sumar. Así que el punto sabía a gloria. Aun así, con veinte segundos en el marcador, tuvo una contra con César Carballeira y Bruno Saavedra, que se entretuvo demasiado con la bola, para ir a por todas. Cierto que un momento antes Roberto di Benedeto se había metido hasta la cocina en una jugada típica, bien conocida en A Coruña, pero sin premio. Sonó la bocina. Los verdiblancos lo celebraron. Acababan de secar a la máxima potencia goleadora de Europa. El vaso estaba medio lleno. Seguro.

 

Liceo 0 - 0 Benfica

Liceo: Martí Serra, César Carballeira, Nil Cervera, David Torres y Bruno Saavedra -cinco inicial-. Arnau Xaus, Jacobo Copa y Fabrizio Ciocale.

 

Benfica: Pedro Henriques, Nil Roca, Roberto di Benedetto, Pau Bargalló y João Rodrigues -cinco inicial-. Gonçalo Pinto, Zé Miranda, Lucas Ordóñez y Diogo Rafael.

 

Árbitros: Filippo Fronte y Claudio Ferraro (Italia). Sin tarjetas.

 

Incidencias: Quinta jornada de la Liga de Campeones disputada en el Palacio de los Deportes de Riazor ante 1.500 espectadores.

 

Liceo 0-Benfica 0 | Un punto que no se compra con dinero

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