Ha llegado la hora de Diego Gómez (Amoeiro, Ourense, 2004). La lesión de David Mella, confirmada como una dolencia en el recto femoral de la pierna derecha, prácticamente pone punto final a su temporada. Un contratiempo que se traduce en una ventana abierta para el joven canterano ourensano, que apunta a ocupar el costado derecho en el once titular del Deportivo este domingo ante el Racing de Santander en El Sardinero (16.15 horas), y, previsiblemente, también en los encuentros venideros.
El atacante emerge como principal candidato para suplir al dueño absoluto de la banda diestra, que ha sido titular en 34 de los 36 partidos ligueros disputados por el conjunto coruñés. Con Mella fuera de combate para las próximas cuatro o cinco semanas y el equipo situado en una tierra de nadie clasificatoria —con la salvación casi asegurada y el playoff demasiado alejado—, se presenta un contexto idóneo para que Óscar Gilsanz apueste por una de las promesas que ya conoce bien: Diego Gómez, quien ha ido sumando protagonismo lenta pero progresivamente en la rotación blanquiazul.
El pasado verano, Diego Gómez solicitó salir a préstamo para curtirse en una categoría superior como la Primera Federación. Su destino fue el Arenteiro de Raúl Jardiel, donde se convirtió en un pilar ofensivo. En O Espiñedo firmó una primera mitad de campeonato brillante: 20 partidos como titular, dos goles, tres asistencias y una presencia constante en el juego desde su posición en la banda derecha a pierna cambiada, una fórmula que ya le había funcionado bajo las órdenes de Gilsanz en el Fabril.
Su rendimiento en el conjunto de O Carballiño y la inesperada marcha de Lucas Pérez precipitaron su regreso al Deportivo, esta vez con ficha del primer equipo y heredando incluso el dorsal ‘7’ que había dejado vacante el delantero coruñés. A pesar de los focos, Diego Gómez mantuvo la serenidad y la personalidad que ya había expresado en verano con su decisión de salir cedido. “Tengo paciencia, estoy donde quiero estar y soy consciente de que en el Dépor es una categoría mayor”, expresó el zurdo en febrero de 2025, coincidiendo con el anuncio de su renovación hasta 2030.
La apuesta del club por su figura es firme. Y las circunstancias del tramo final de curso —lesión de Mella, baja de Gauto y falta de impacto de otros posibles recambios— le colocan en una posición privilegiada para mantener la velocidad en su progresión meteórica: de ser pieza clave en el Fabril en Tercera (2022-23) y Segunda Federación (2023-24), a despuntar en Primera Federación con el Arenteiro (2024-25), y ahora, buscar acomodo en el fútbol profesional. Cuatro niveles competitivos en menos de tres años.
Desde su regreso a A Coruña, Diego firmó su redebut con la camiseta del Dépor en los minutos finales ante el Levante (1-2), única derrota en la que ha estado sobre el césped con el primer equipo en la presente campaña. Desde entonces ha participado en diez partidos más, para sumar un total de 146 minutos y una única titularidad: contra el Cartagena en Riazor, reemplazando precisamente a Mella. Aquel encuentro quedó condicionado por la expulsión temprana de Ximo Navarro, lo que obligó al equipo a un esfuerzo extra desde el inicio y al propio Diego a adaptarse a un contexto poco propicio para su juego.
A pesar de que Mella se mantuvo como titular incluso en momentos de visible fatiga, el jugador de Amoeiro ha logrado hacerse un hueco en la rotación. Gilsanz le considera una de sus primeras alternativas desde el banquillo cuando busca dinamizar el ataque. Habitualmente actúa escorado a la derecha, la banda natural de Mella, aunque sus características difieren notablemente.
Diego Gómez es mediapunta de formación y ha evolucionado hacia un extremo capaz de generar superioridades partiendo desde el costado derecho, a pierna cambiada. Su tendencia a las diagonales y su capacidad para combinar le permiten ofrecer soluciones distintas. “Cuando juega en banda tiene recursos para salir por fuera y jugar más abierto, pero cuando va hacia dentro también tiene incidencia en el juego. Son las zonas del campo en las que más lo veo, la derecha, para poder irse hacia dentro, y en zonas interiores”, comentaba Raúl Jardiel tras los primeros entrenamientos con él en el Arenteiro. Allí formó una sociedad genial con el lateral Jordan Sánchez en el carril derecho, mezcla de entendimiento táctico, verticalidad y determinación. Ese cóctel busca ahora un nuevo equilibrio en Riazor.
Óscar Gilsanz, su técnico actual y mentor en su etapa en el Fabril y en juveniles, es quien mejor conoce sus virtudes. “Conozco a Óscar muy bien, he estado con él varios años, en el Fabril y en juveniles. Me pide que entrene, que siga mejorando, que al final entrenar es para mi mejora personal. Es un proceso en el que tengo paciencia, mi único objetivo aquí es ayudar al equipo y crecer con él y estoy muy tranquilo”, explicó el propio Diego Gómez en una de sus primeras comparecencias tras su vuelta.
Su último partido refleja bien el punto en el que se encuentra. Con 0-0 en el marcador frente al Tenerife, Gilsanz lo introdujo como mediapunta, retrasando a Mario Soriano. Aunque la intención era clara, el plan no se tradujo en resultados y Diego Gómez regresó al extremo con la entrada de Hugo Rama. Ese cambio ilustra su versatilidad, aunque todo indica que será en la banda derecha donde encuentre mayor continuidad.
Por ahora, su impacto en el juego sigue siendo limitado. Con balón, no ha logrado aún mostrar su potencial con regularidad, y aunque sin balón destaca por su entrega y capacidad para ofrecer líneas de pase, su volumen de participación sigue siendo bajo. No obstante, en el último duelo dejó destellos de lo que puede ofrecer: dos pases de gol que pudieron cambiar el signo del encuentro. Uno, filtrado al desmarque de Hugo Rama, que finalizó cruzando en exceso; otro, un centro con rosca que Genreau cabeceó alto mientras Barbero se lamentaba por la ocasión perdida. “Mis sensaciones fueron buenas e intento aportar lo máximo al equipo. Con trabajo y esfuerzo, la recompensa llega”, declaró al término del choque.
En lo que a la finalización se refiere, ha dispuesto de dos oportunidades nítidas para estrenarse como goleador. Ante el Córdoba, con empate a uno, eligió recortar y buscar la portería con su pierna buena, aunque el remate se marchó desviado. Contra el Cádiz, antes del tanto de la victoria de Soriano, se animó con la derecha y David Gil repelió su disparo. La sensación es que el gol está cerca, pero aún se le resiste.
Aunque Diego Gómez se perfila como la opción más lógica para suplir a Mella, no es la única. Cristian Herrera también podría ocupar esa demarcación, aunque su protagonismo con Gilsanz ha sido testimonial. Desde la salida de Imanol Idiakez apenas ha contado: en 2025 ha jugado únicamente 22 minutos repartidos en cuatro partidos. Su actual rol en la plantilla está muy lejos de la primera línea.
Otras alternativas, como Hugo Rama o la entrada de un tercer centrocampista o un segundo delantero, parecen poco probables. Los zurdos Gómez y Herrera están mucho más habituados a desenvolverse en ese sector, a pierna cambiada, que otros perfiles que obligarían a trastocar la estructura.
Todo indica que El Sardinero puede ser el punto de partida de una nueva etapa para Diego Gómez. El futuro del joven ourensano en el Deportivo podría empezar a definirse desde ahora. Tiene la oportunidad de escalar un peldaño más, de acercarse un poco más a ese rol estable dentro del primer equipo. La puerta está abierta. Ahora, depende de él atravesarla con determinación.