(Transcripción por Armando Palleiro)
Empecé a seguir al Deportivo cuando era niño, cuando íbamos con el colegio Calvo Sotelo a la grada de Especial Niños, nos llevaban los profesores a ver al equipo.
Recuerdo que mi primer partido en el estadio de Riazor fue el Teresa Herrera de 1962, en un partido en el que el Dépor ganó al Benfica de Eusébio por 4-2. Personalmente, el portugués me impresionó como jugador porque era de los mejores a nivel mundial. En el Deportivo jugaba Montalvo, que era un extremo izquierdo que me encantaba.
El fútbol empezó a gustarme en serio, al tiempo que también lo practicaba.
Después de esta época comencé a ver los partidos del Deportivo desde los exteriores de Riazor, desde una valla que había en la parte del estadio pegada a Tribuna; el dinero que ganaba en una portería era más bien poco y no me alcanzaba para ser socio.
Ya en la década de los noventa, con un trabajo más estable, pude permitirme ser abonado del Deportivo y hasta hoy en día que seguimos ahí cada fin de semana en el estadio de Riazor.
Tengo que reconocer que mi momento de mayor felicidad vinculado al Deportivo fue el día que conquistamos la Liga contra el Espanyol en la temporada 1999-2000; recuerdo que estaba en la grada de Pabellón cuando se lanzó el córner que remató Donato a la red. Me levanté y empecé a chillar como un loco “gol, gol, gol”. No me podía creer que el balón acabase en las mallas, fue una explosión de satisfacción. Se me puso la carne de gallina con la emoción.
Mi padre era socio del Deportivo pero por horarios casi nunca coincidíamos para poder ir juntos al fútbol; cuando yo era niño él ya me hablaba de Juan Acuña, que volaba literalmente de palo a palo. También me comentaba que Virgilio era un fenómeno y me explicaba el juego de muchos futbolistas.
El sentimiento blanquiazul lo vamos transmitiendo de generación en generación porque mi hija Rebeca es una gran seguidora del equipo, aunque tengo que reconocer que tengo otra hija a la que no le gusta demasiado el fútbol. Mi mujer también me acompañó el día que conquistamos la Liga.
En el plano negativo tengo que confesar que el palo más duro de mi vida deportiva fue el lanzamiento del penalti de Djukic, nunca me olvidaré.
Jugué muchos años al fútbol y no tuve miedo a verlo en directo, quiero decir que no torcí la mirada en absoluto. En este deporte a veces sonríes y a veces te entristeces y nos tocó vivir lo segundo en esa ocasión.
Desde luego que lo que más me dolió no fue el fallo en el penalti en sí a cargo de Djukic, sino la reacción del portero del Valencia.
También estoy convencido de que no perdimos la Liga por el tiro de Djukic, sino por los arbitrajes tan malos recibidos en la recta final de la Liga. A nuestro equipo lo perjudicaron claramente en otros encuentros.
Tuve la fortuna de poder realizar viajes inolvidables con el Deportivo, entre ellos tengo que destacar la visita a Old Trafford en Mánchester para ver el duelo de Liga de Campeones contra el United, en el que perdimos 2-0.
Recuerdo que en la propia mañana de este partido nos llevaron a los aficionados en una excursión organizada a Liverpool, estuvimos viendo la Caverna de los Beatles y todo. En ese momento fue cuando me enamoré de este club inglés, incluso intercambié una bufanda del Dépor con una de los ‘Reds’ gracias a un aficionado con el que me topé por la calle. Desde entonces mi segundo equipo es el Liverpool.
En España me moví mucho, visitando estadios como el del Barcelona, Mallorca, Sevilla, Gijón, San Sebastián, el antiguo y el nuevo de Bilbao, Santander, Ponferrada, León...
La primera y la única vez que lloré de rabia por el Deportivo fue en un desplazamiento a Ponferrada, cuando estábamos ya cerca de descender a Segunda B. Hicimos un partido horroroso en el que nos marcó Yuri, me dio tanta pena que me marché del campo llorando, con mi hija consolándome.
Si tuviera que definir lo que significa ser del Deportivo diría que es un sentimiento que no se puede explicar fácilmente porque lo vives, tu propio cuerpo te indica que amas al club. El lema de mi vida es amar a Dios, a mi familia y al Deportivo como a mí mismo.
Creo que en estos últimos años tenemos que sacarnos el sombrero con tantos chavales que van al estadio de Riazor a animar al Deportivo, en mis tiempos no había tanta pasión. Estoy sumamente orgulloso de la afición del Dépor de ahora, lo viven mucho más que en nuestra generación.
En la presente temporada hemos competido bastante bien salvo en un partido puntual, que fue en casa contra el Mirandés, en el que no estuvimos a nuestro nivel. Mi nota para el equipo en esta primera parte de la temporada sería un ‘8’.
Creo sinceramente que vamos a ir a más con el paso de los partidos y la llegada de los nuevos fichajes, podemos pensar no solo en una permanencia tranquila sino en poder acceder incluso al playoff. Si solucionamos el problema de casa no podemos descartar el ascenso. La salida de Lucas fue dura pero Yeremay es un líder auténtico.