Yeremay se consagró en el Cerro del Espino con una genial actuación que confirmó el ilimitado talento y el descaro del extremo canario, al que no le pesó la responsabilidad de tener que tirar del carro por las bajas de Lucas Pérez y David Mella.

Las ausencias del delantero de Monelos y del extremo de Teo habían generado cierto nerviosismo en el deportivismo... pero aún quedaba otro 'jugón' para liderar la máquina. Yeremay, quien, desde el principio, se cargó el peso del ataque a la espalda y brilló ante un Rayo Majadahonda serio y ordenado  que no le puso las cosas fáciles a los blanquiazules.

Pero ante la calidad, la locura, el descaro y el desequilibrio no hay nada que hacer. Yeremay decidió que era su tarde y lo fue. Forzó un penalti que convirtió él mismo a lo Panenka y, en la segunda mitad, rompió a Ceballos y Joao Dias para, desde la frontal, sacar una rosca con la izquierda que se clavó en la escuadra. Dos golazos que sellaron el triunfo de un Deportivo que, pese a no brillar, retornó a la senda de la victoria —tras enlazar dos empates a un gol ante el Nàstic y el Sabadell— para reforzar su liderato y seguir en la ‘pole position’ en la lucha por el ascenso.

Pese a intentar generar suspense durante la semana al asegurar que no tenía claro quiénes cubrirían las bajas de Lucas y Mella, Imanol Idiakez se ciñó al guion esperado y alineó a Davo y a Hugo Rama, quien protagonizó la primera ocasión del duelo a los tres minutos con un disparo raso desde la frontal del área que atajó Sarr.

De llegar al arco contrario, al susto apenas un minuto y medio después, cuando un desajuste entre Pablo Vázquez y Pablo Martínez permitió a Cortés lanzarse hacia la portería de Germán Parreño, pero el delantero majariego se durmió y se quedó sin opción de remate.

No fue la tarde de Pablo Martínez, que aún protagonizaría tres liadas más durante los primeros 45 minutos que propiciaron nuevas ocasiones de los majariegos. Pero la mala toma de decisiones de los pupilos de Jon Erice evitaron que dichos fallos acabaran convirtiéndose en goles.

Tampoco salió demasiado concentrado Germán Parreño, quien, en el minuto 10, calculó mal al lanzarse a atajar el balón y lo soltó al ver que se salía del área, lo que provocó que Pablo Hervías se hiciera con el cuero en la línea de fondo y buscara el gol a puerta vacía, pero su remate salió desviado.

El cuadro herculino tenía la pelota, pero pese a fogonazos individuales, se mostraba sin profundidad frente a un adversario que conseguía sujetar a los blanquiazules con su intensa presión media alta.

Rozó el gol Barbero en el minuto 17, tras un buen centro de Davo, pero la volea del ‘9’ se marchó ligeramente alto.

Sangre fría

Fue una doble genialidad de Yeremay a la media hora la que rompió el encuentro. El canario se internó en el área y se lanzó hacia el arco defendido por Sarr hasta que Ceballos lo derribó y el colegiado pitó penalti. Y con ese descaro y talento tan propios suyos, la jover 'perla' deportivista superó al guardameta local lanzando la pena máxima a lo Panenka con tanta pausa, que la tensión se apoderó de los blanquiazules hasta que el esférico superó la línea de gol.

El 0-1 abrió la lata y el Depor jugó con mayor libertad, disponiendo de hasta cuatro acercamientos más en el primer tiempo.

El propio Yeremay enganchó un balón muerto en el 35’, pero chutó desviado. Y siete minutos después, volvió a disparar fuera tras una gran acción personal.

También la tuvieron Barbero en el 43’, tras un centro de Davo, pero su remate salió alto, y Hugo Rama al borde del descanso, pero su chut lo atajó el arquero local.

La segunda mitad arrancó con un Depor que ya era claro dominador. Tenía la pelota, la amasaba y la hacía circular con fluidez a través de Hugo Rama, quien se movió muy bien en la zona de tres cuartos.

Locura total

Tras un par de avisos del propio Rama, llegó la locura total, la genialidad máxima de Yeremay, que puso en pie a los aficionados blanquiazules que se desplazaron al Cerro del Espino. El canario recogió un balón en la frontal del área, cuerpeó, rompió a Ceballos, sentó a Kike Hermoso y la clavó por la escuadra con el interior. Necesitaba un partido así el extremo insular para confirmar —si es que había alguna duda— la clase de jugadorazo que es y su importancia en el ataque blanquiazul, no sólo por sensaciones e incidencia, sino también en números. No estaban Mella ni Lucas, pero tranquilos, que nos queda Yeremay y él también sabe liderar al equipo.

El 0-2 llevó al cuadro majariego a bajar los brazos. Los locales asumían su derrota, su novena jornada consecutiva sin saborear el triunfo. El Deportivo, por su parte, volvía a ganar, era su octava victoria en los diez últimos encuentros. De ahí que los de Idiakez decidieran controlar el choque y dormirlo, con lo que el partido bajó mucho la intensidad.

El técnico vasco aprovechó la superioridad en el juego y en el marcador para realizar permutas y sentar a jugadores como Hugo Rama, que acusó su falta de continuidad y pidió el cambio en el minuto 68, fundido, o Balenziaga, que acabó vacío y dejó su puesto a Iano Simao.

Hasta Salva Sevilla, que llevaba sin jugar desde el pasado 10 de febrero, cuando el Depor ganó 0-5 a la SD Logroñés en Las Gaunas, entró en los instantes finales para disfrutar del importante triunfo blanquiazul. El centrocampista almeriense entró precisamente por la gran estrella del encuentro, Yeremay, despedido por el público como se merecía tras la exhibición que había regalado.

Antes, en el 87', Germán Parreño evitó que Expósito marcara el 1-2 con una gran estirada.