Un Dépor con menos fútbol y más colmillo
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Un Dépor con menos fútbol y más colmillo

Un Dépor con menos fútbol y más colmillo
El recién renovado David Mella arranca hacia la portería del Eibar en una de las dos claras ocasiones que malogró en los primeros minutos | QUINTANA

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El Deportivo ganó al Eibar en un partido de los que antes no ganaba. Esa frase resume con creces lo acontecido en Riazor en una noche en la que la afición sacó a pasear su cabreo con el fútbol de los lunes a la par que el equipo, cosas del fútbol, amplificó su idilio con el primer día de la semana.

 

Óscar Gilsanz apenas tocó nada. Solo los laterales. El derecho, por obligación, con Petxarroman en lugar de los lesionados Ximo y Jaime. El izquierdo, por decisión técnica, con Obrador de nuevo en el verde por Escudero. Y pudo contar con Yeremay. Los responsables de la selección sub-21 fueron flexibles. Desde luego, no era justo obligar al canario a estar el lunes en Madrid tras haber liberado de esa obligación al malacitano Antoñito, con la sub-19, precisamente contra el Deportivo.

 

El Eibar no vino a Riazor a colgarse del larguero, pero tampoco a buscar a Helton. Los cinco defensas previstos fueron finalmente cuatro. En mediocampo, marcas individuales. Efectivamente, another football is possible.

 

El Dépor tardó cinco minutos en generar una oportunidad clara. Barbero conectó Lucas y este puso a Mella cara a cara con Magunagoitia. El canterano se escoró demasiado y el portero le tapó el disparo. Barbero, en el minuto 11, pescó un balón suelto en el área que había golpeado en la chepa de  un despistado Petxarroman. El ‘9’ disparó excesivamente cruzado. Corría el minuto 18 cuando Mella volvió a perdonar solo ante el portero. Barbero le había puesto un balón de oro que no pudo cortar Hodei. Pero el santiagués hoy no tenía la mirilla en donde debía.

 

Mario Soriano anduvo sobresaliente en labores defensivas, pero también estuvo atento al ataque. En el minuto 21 enganchó una volea con la izquierda al borde del área, tras el rechace de la defensa armera a una falta lateral. Magunagoitia frenó el disparo en dos tiempos.

 

El primer acercamiento del timorato Eibar se produjo mediado el primer acto. Fue, como no, a balón parado. Puertas colgó la pelota en el segundo palo, donde Obrador se desentendió por completo de Corpas. El lateral eibarrés, por fortuna, mandó su derechazo a las nubes. Menos mal. La primera del rival no acabó dentro de la portería.

 

A partir de ahí, se vio al peor Dépor. Incapaz de encontrar salida por el centro. Sin profundidad por las bandas. Y dominado por un rival con escasa capacidad para crear. Sorprende que Joseba Etxeberria deje en la banqueta a futbolistas de la clase de Jon Guruzeta, autor de una soberbia actuación el pasado curso en Riazor con la verdinegra del Sestao River. Otra historia es la de Martín Merquelanz, el zurdo que empujó al Dépor al abismo de Fuenlabrada, que viene de cuatro operaciones de rodilla y dos temporadas en blanco.

 

Jorge Pascual pudo adelantar al Eibar con un cabezazo en el minuto 38. Por primera vez apareció Helton para negarle el gol a los vascos. Ya en tiempo añadido, el goleiro blanquiazul se tragó un centro del exdeportivista Peru Nolaskoain desde la izquierda, pero reaccionó a tiempo para evitar el tanto de Jorge Pascual.

 

El Dépor espabiló con el arranque de la segunda mitad. Mella no llegó a un centro de Yeremay en el minuto 48. Instantes después, Arambarri dejó pasar, inexplicablemente, un nuevo balón al área de Yeremay. Barbero no contaba con ello y vio pasar la pelota por delante de sus narices. En Riazor, hubo un tiempo en que los delanteros realizaban el gesto del remate porque el defensa siempre puede pifiarla.

 

Yeremay insistió, en sus mejores minutos, cuando en el 52 se escapó entre dos rivales y sirvió al hueco para Barbero. Carrillo se cruzó ante el delantero para desviar a córner. Ese saque de esquina fue el primero de tres consecutivos para el Dépor, con el resultado habitual. Otro aspecto que, una semana más, sigue pendiente de mejora.

 

Esa jugada fue el principio del fin. El principio del principio, según se mire, por el feliz desenlace. Porque desapareció el Deportivo. Y apareció Helton.

 

El guardameta sacó, en el minuto 59, un disparo desde la frontal de Nolaskoain. Previamente, Petxarroman había rechazado, prácticamente bajo palos, un primer lanzamiento de Carrillo. Dos minutos después, Helton volvió a aparecer para impedir que renaciesen los fantasmas del balón parado. La grotesca defensa de un saque de esquina acabó con un testarazo a bocajarro de Puertas que pasó mejor vida por obra y gracia del cancerbero y de la madera.

 

Entre arrancadas de Mella, que reclamó un penalti, y Pablo Vázquez, el partido se dirigía a un nuevo empate. En el tiempo añadido, llegó el milagro. Lucas jugó un córner en corto, Yeremay contemporizó y se la dejó a Mario Soriano. Con el Eibar hundido, el alcalaíno encontró el camino expedito, la diagonal perfecta. Le pegó con el alma. Celebró en silencio. Y Riazor explotó. Segunda victoria consecutiva. El premio para un Dépor con menos fútbol y un poco más de colmillo.

Un Dépor con menos fútbol y más colmillo

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