La hinchada blanquiazul se llevó el premio al final, tuvo que esperar para saborearlo, pero lo disfrutó por todo lo alto cuando Ximo Navarro marcó en el tiempo añadido. Así lo atesoran los vídeos que circulaban posteriormente por redes sociales, con una afición que vibraba con los tres puntos cuando todos contaban solo con uno. Los cerca de 2.000 seguidores ya habían tomado posiciones el sábado en la ciudad, en una previa en la que se hicieron notar en Oviedo.
Mientras en A Coruña se celebraba el desfile de carrozas de Carnaval, algunos hinchas herculinos también hacían lo propio el sábado en Oviedo, con disfraces blanquiazules. Camisetas, bengalas, cánticos y todo bañado en sidra, como manda la tradición en Asturias.
El periplo para conseguir las entradas no había sido sencillo. 800 había mandando el cuadro ovetense y las peticiones de billetes se desbordaron en la urbe herculina. Pero la necesidad agudizó el ingenio y los aficionados buscaron la manera de hacerse con uno de esos preciados billetes de cara a uno de los desplazamiento más cercanos en Segunda, sin contar el que queda pendiente a A Malata para medirse al Racing de Ferrol. Algunos seguidores pudieron hacerse con aquellos tickets que había puesto a disposición el Dépor, pero otros tuvieron que recurrir a socios del Oviedo. Algunos se rascaron el bolsillo para pagar hasta 55 euros por una localidad.
Pero todo el esfuerzo tuvo sobre la bocina su recompensa. Primero por el ambientazo vivido en el día previo y ya posteriormente las horas anteriores a la celebración del choque. Y después, ya en el Carlos Tartiere, con una grada coloreada de blanquiazul que no dejó de animar y que se hizo notar. Vibró con el gol de Mario Soriano y no se apagó por el empate de Ilyas. Muchas veces se escuchó más a los aficionados visitantes que a los locales y eso que el Tartiere registró una muy buena entrada.
Cuando el encuentro afrontaba su recta final se empezó a apreciar como parte de los aficionados ovetenses abandonaban sus asientos, pues el choque parecía condenado a las tablas. Lo que no sabían es que Ximo se iba a disfrazar de mago para, en un premio a su constancia y para delirio de la grada visitante, marcar casi al final. La hinchada del Dépor pudo celebrar por partida doble: el Carnaval y la victoria.