ANÁLISIS | Un triunfo que alegra el corazón
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ANÁLISIS | Un triunfo que alegra el corazón

El Dépor va de menos a más y domina a uno de los aspirantes al ascenso en su feudo. El triunfo sobre la hora, y tras el cara o cruz del gol fallado por Alemao, refuerza al equipo y a Gilsanz
ANÁLISIS | Un triunfo que alegra el corazón
Ximo Navarro observa como el remate que supuso el triunfo va camino de la red | F. FERNÁNDEZ

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El cara o cruz del deporte, quizás también de la vida, se evidenció una vez más en el Tartiere. Alemao galopó con José Ángel a rebufo en unos eternos segundos en los que el deportivismo contuvo la respiración. Hubiera sido injusto que el Oviedo ganase en una acción aislada, una desatención deportivista en el repliegue, un nuevo error que hubiese castigado a un equipo que fue a más en el partido. Todo lo que sigue en las próximas líneas seguramente se hubiese escrito en otro tono. Desde luego las lecturas hubiesen sido muy diferentes. “Nos pagan por los resultados”, concluyó Óscar Gilsanz en la sala de prensa. Pero al técnico también le gusta incidir en el crecimiento del equipo, en que se valore ese paso adelante que ha dado. La segunda parte en Oviedo, ante uno de los mejores equipos de la categoría, volvió a plasmarlo. Fue un tiempo fantástico que culminó en gozo porque a Alemao se le fue alto el mano a mano ante el gigante Helton Leite y, sobre la hora, el inesperado Hugo Rama encontró una autopista por la que Ximo Navarro avanzó casi hasta Luarca. Ganar así siempre alegra el corazón, hacerlo tras dominar y controlar al rival es aún mejor, conseguirlo en Oviedo es una maravilla y lograrlo con el tiempo casi vencido parece hasta orgásmico. 

 

Así es este Deportivo, que nos hace pasar de la decepción a la fantasía sin previo aviso.
El mérito del equipo radicó en encontrar soluciones a los problemas que le planteó un rival bien estructurado. El Oviedo es audaz en la presión adelantada y tiene argumentos para golpear, juega con pasión y pelea el ascenso. ¿Tiene, uno por uno, mejores futbolistas que este Deportivo de media tabla? No lo parece. Pero la química de los colectivos suma puntos en campeonatos tan parejos. 


El Deportivo trata de encontrar esa alquimia y más tras perder por el camino a su futbolista más determinante. Y ahí se percibe el valor del grupo. También en la tenacidad para buscar los caminos que el Oviedo le negó de inicio. Se encontró en un laberinto el Dépor para sacar la pelota desde atrás hasta que llegó el auxilio de Mario Soriano o la clase de Dani Barcia para conducir y romper líneas. Sin balón sufrió el equipo de Gilsanz, pero no necesitó tenerlo en los pies para encontrar el gol, que llegó en otra de esas suertes que alertan sobre el crecimiento del equipo: el dominio de las acciones de estrategia. 
Las lonas de Abegondo acunaron el gol de Soriano, finísimo en la definición con el interior para colocar el balón entre palos. Otro tipo de golpeo hubiese enviado la redonda al Naranco, pero el joker tenía un enésimo truco en la chistera.

 

El gol asentó al Deportivo, pero el castigo llegó a través de un saque de esquina evitable y otro golazo, esta vez de Ilyias. Le dolió a los amarillos, pero ya todo había cambiado. Ya se habían establecido conexiones con los atacantes. Y ahí, y más fuera de casa cuando brotan los espacios, radica la gran fortaleza de este equipo que ahora también busca atornillarse en el otro lado del campo. No se precisó de la mejor versión de Yeremay para sembrar el pánico en la zaga azul. Eddahchouri estuvo bullidor, Mella conectó con Soriano y el segundo gol debió de llegar en el epílogo de la primera parte.


El Deportivo se fue reforzado al receso y ahí ya sintió que el partido era suyo. No tuvo dictado el Oviedo, su codicia en la presión descabalgó ante la precisión de los zagueros y José Ángel para generar superioridades en la salida desde atrás. Gilsanz, que domina ya determinados resortes, le dio valor también al aliento de la cla blanquiazul que se había dado cita en Oviedo. Tanto ánimo tanto sentimiento detrás ayudan a escribir la épica, a que un veterano como Ximo Navarro, inasequible al desaliento se desate las bridas en el minuto 92, galope hasta el corazón del área, remate, se trastabille, remate otra vez, presencie la agonía del balón que baila sobre la línea de gol y besa al final un pedacito de red.


El triunfo desata las emociones y vuelve a situar al club y a su gente ante la disyuntiva de mirar hacia arriba o hacia abajo. Casi mejor que los que dirigen miren al frente, hacia promover ese crecimiento del que hace bandera Gilsanz. El fútbol demuestra que cuanto más sufrido todo resulta más sabroso. Y que su relato se escribe en función del marcador, más todavía en una competición en la que librar de la cuarta plaza del descenso se encarecía cada vez más hasta que, también sobre la hora, el Eldense se desplomó ante el Levante y concedió dos goles que alejan al Deportivo ocho puntos del descenso y con otros tantos equipos por medio..  Un marcador que también deja el playoff más lejos. 

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