Las mujeres tenían sus propios Juegos en la Grecia Clásica. Se celebraban en septiembre, una vez terminados los masculinos, y se limitaba a una carrera de 160 metros, lo que equivale a una vuelta a la pista del Palacio de los Deportes de Riazor.
Pierre de Fredy, Barón de Coubertin, puso en marcha a finales del siglo XIX los Juegos de la Era Moderna, cuyo inicio fue Atenas en 1896. Eso sí, sin ninguna prueba para las mujeres, que tuvieron que esperar hasta los Juegos de Ámsterdam 1928. Serían solo cinco pruebas y no estuvo exenta de polémica esta edición. Quedará para el triste recuerdo del deporte en la despedida del barón de Courbertin, al que sucedería en el cargo Henry de Bailleet-Latour (este sí, gran defensor de la incorporación de la mujer al movimiento olímpico), la polémica frase en su discurso: “Para ellas, la gracia, el hogar y los hijos. Reservemos para los hombres la competición deportiva”. Frase que hoy en día, por desgracia, sigue teniendo defensores.
De las cinco pruebas, la carrera de los 800 lisos sería determinante para avivar la lucha entre los defensores y detractores de la incorporación de la mujer al movimiento olímpico. De las veinticinco participantes en esta carrera, varias se retirarían agotadas, otras llegaron en un estado lamentable y tuvieron que ser atendidas por los servicios médicos. Esto dio pie para iniciar de nuevo el debate de la conveniencia de su participación en los Juegos, de tal forma que hasta intervino el Papa Pio XI en la polémica. El veredicto fue que las mujeres no debieran de realizar carreras superiores a los 200 metros, y esto se mantuvo hasta los Juegos de Roma en 1960.
Gradual
A partir de ahí, la incorporación de las pruebas femeninas se hizo de forma gradual. Fue la Olimpiada de Los Ángeles 1984 el punto de inflexión, donde las mujeres corren todas las distancias. Mientras que la paridad llegaría en Sydney 2000, donde las mujeres ya pueden realizar todos los concursos. Pero hasta los Juegos de 2008 en Pekín no se incluirían los 3.000 metros obstáculos para cerrar el ciclo.
Pero quedaba y queda una asignatura pendiente, las pruebas de marcha. El COI no contempla la prueba de 50 kilómetros femeninos dentro del programa olímpico. Esto hizo que se movilizaran un grupo de atletas, entre las que se encontraba la española Ainhoa Pinedo, que presentaron ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) una petición para incluir esta prueba en Tokio. Pero el TAS se declaró incompetente ya que no tiene jurisdicción para dictaminar sobre esas apelaciones, por lo queda todo en manos del COI, que tendrá que decidir sobre la inclusión de esta prueba.
Para ahondar en esta decisión, hemos pedido que las tres voces más autorizadas del atletismo gallego en cuestiones de marcha atlética: Santi Pérez, responsable nacional de esta modalidad, su homólogo gallego, Carlos Morales, y Dolores Rojas, juez internacional que estará presente en Sapporo, donde se realizarán las pruebas de marcha para evitar las altas temperaturas de Tokio en verano y que no suceda como en el último Mundial de Doha.
Sin lógica
Para Santi Pérez, la decisión no tiene lógica. “Es evidente que se trata de un caso de desigualdad. No hay una razón lógica que explique por qué se realiza esa distancia en hombres y no en mujeres. Este hecho exigía ser subsanado. Dicho esto también es verdad que cuando hablamos de los JJOO estamos hablando de uno de los mayores eventos a nivel mundial, el mayor desde el punto de vista deportivo, y que su organización es tan compleja que todas las decisiones, sobre todo con aquellas que tienen que ver con el programa, se toman con tanta antelación que todos éramos conscientes de la enorme dificultad que entrañaba conseguir esto para el 2020 y que el objetivo real pasa porque en los próximos Juegos de París 2024, como si parece que será, por fin el programa de pruebas atléticas de las mujeres sea igual que el de los hombres”.
Dolores Rojas es una de las jueces fijas en los grandes eventos mundiales. “En principio había que defender que el Comité Olímpico aceptara las mismas pruebas de la Federación correspondiente, en este caso las normas de World Athletics. Si ya se han celebrado los 50 kilómetros marcha femeninos en los anteriores Mundiales, lo normal es que el Comité Olímpico aceptara igualmente la prueba en el programa y más en esta edición, ya que el cambio de sede, hecho por cierto con nocturnidad y alevosía de Tokio a Sapporo, no les iba a influir negativamente”.
Quien más se ha explayado en las explicaciones, con argumentos a favor y en contra es Carlos Morales.
“Por la información que manejaba desde hace tiempo he ido asumiendo tanto la no inclusión de los 50 kilómetros marcha femeninos en Tokio (no queda otra opción que aceptar las decisiones de instituciones como el COI y ahora en último caso del TAS, así como asumirlo), como también un futuro cambio de distancias en la marcha atlética.
Pero sí espero y confío en que haya dos distancias para ambos sexos, que a mí me parece el mayor problema de este asunto, ya que muy probablemente se pase a dos distancias aún por elegir entre opciones similares a 10 y 30 kilómetros ó 20 y 35.
En mis argumentos a favor tengo que decir que las mujeres que durante estos años han sido pioneras y han competido en diversos campeonatos como el Campeonato del Mundo o de Europa por Equipos, Europeo y el Mundial de Doha, merecían participar también en Tokio ya que competirían en otra sede, Sapporo, junto a los demás marchadores y maratonianos.
Por igualdad y equidad, por los derechos de las mujeres, y similares argumentos muy de actualidad y que cada vez se defienden más, debería haber esta prueba.
No voy a ser yo quien tumbe o discuta los argumentos de quienes iniciaron la lucha hace ya tiempo y parece que se ha perdido definitivamente con la decisión del TAS. Sobre todo vuelvo a incidir en estar a favor de que tanto hombres como mujeres realicen dos distancias diferentes y por tanto haya cuatro pruebas. En estos JJOO sólo habrá tres. Nos perdemos una prueba los aficionados, perdemos atletas representantes de España con opciones reales de diploma olímpico.
Por sacar algo positivo de no haber 50 kilómetros marcha femeninos, resaltar que la prueba de veinte aumentará algo el nivel, al crecer algo la competitividad por ser de la partida.
Dadas las circunstancias actuales, acepto cambios o reducciones en las distancias clásicas de 20 y 50, incluyendo en ésta a las mujeres, más que nada porque no hay mejor opción y hay que adaptarse a los nuevos tiempos o a un formato televisivo más atractivo para el espectador en general. Los específicos disfrutamos de un 50 marcha completo, pero entiendo que no es el formato más comercial y mediático.
Más que esté en contra, que no, estoy a favor de la adaptación para la mejor funcionalidad posible de la marcha atlética e incluso mejorar.
Personalmente pienso que las mujeres deberían competir en los 50 kilómetros en Sapporo dentro de los Juegos Olímpicos de Tokio pero también había asumido que esta opción era muy remota. Es una noticia triste para mí”.