Nunca antes una segunda ronda olímpica había generado tanto hype. A un lado, Nadal y sus 22 títulos de Grand Slam, 14 en su amada Philippe Chatrier, pista central de Roland Garros, sede del tenis en los Juegos de París. Al otro, Djokovic, 24 grandes, el goat, mal que nos pese. Entre los dos, 60 duelos directos que son historia viva del deporte mundial: 31 para el serbio, 29 para el español. En la (pen)última batalla gana Nole por 6-1 y 6-4. La alopecia y las lesiones de un Rafa acartonado nos recuerdan el inexorable paso del tiempo. No perdona.
Saltan a la arena los dos mitos, ambos de rojo: el manacorí con un aparatoso vendaje en su cuádriceps derecho, el de Belgrado con una rodillera para proteger su maltrecho menisco, también el derecho, que se lesionó precisamente en cuartos de final de Roland Garros. Nadal repite después de batir el domingo al modesto Fucsovics y estrenarse el sábado en el ilusionante dobles junto a Alcaraz. Tres partidos en 72 horas. No es una excusa, es la realidad. Djokovic no compite por parejas y se presenta más descansado, con sólo una plácida primera ronda ante el desconocido Ebden en sus piernas.
Rafa sufre para desplazarse más allá de la línea, ya no es aquel tenista que corría y llegaba a todas las bolas, el gladiador de los golpes imposibles y las remontadas impensables. Nole no le da ni una opción en el primer set. Domina a placer, suda lo justo. Es un martillo con el revés y la derecha, maneja los tiempos con su saque y al resto y hace correr al español con las dejadas y lo ajusticia con el juego en la red. La diferencia es abismal, una mancha injusta en el cara a cara más repetido en los libros del tenis. Nadal lo sabe. Y en el segundo parcial se regala una reacción marca de la casa. Del 4-0 al 4-4, cambia la energía del partido y de la Chatrier. No es suficiente. Djokovic sofoca la rebelión y abrocha su pase a octavos de final.
El partido empieza con un 40-0 del serbio, pero el español iguala con un smash, una derecha liftada de toda la vida y un error no forzado de Nole, que ya no concede más y cierra el servicio. Cambia de lado y se adelanta 0-30, pero Rafa se defiende. Primer punto de break, primer momento delicado. Se lo lleva Nole, que acelera en su segundo turno de saque y pone el 3-0, una declaración de intenciones.
Sufre Nadal al servicio y salva otras dos pelotas de rotura, la segunda con un revés que el juez de línea canta fuera, pero Djokovic le otorga el punto, pisando la huella de la bola sobre la misma raya. Tiene una tercera oportunidad. El zurdo de Manacor salva el rosco y la Chatrier celebra tímidamente su primer juego después de media hora larga. Necesita poco para venirse arriba el español. Y lo hace con el 0-15, pero es un espejismo. Nole no quiere darle vida y sentencia el primer set con un 6-1 categórico.
El último coletazo de Nadal llega con 4-0 abajo en el segundo set. Saca adelante su saque y rompe por vez primera en el partido. El serbio le regala el break con una doble falta y ruge la grada: “Rafa, Rafa”. Es su momento. Aprieta los dientes y se acerca un paso más con su servicio. 4-3.
El español inicia el resto con un ganador paralelo, su icónico banana shot, para el 0-15 y sigue arriba con una dejada para el 15-30. Saca el puño y Nole se desconecta con un revés largo. Dos puntos de rotura, pero el serbio evita el primero con un saque abierto. No puede con el segundo: renace una vez más Nadal, que responde a un revés cruzado y dos derechas del serbio, también a un smash, para pasarlo, ya vendido en la red. Estalla la Chatrier. Es el punto del partido y un partido nuevo. 4-4.
Aún hay más. Levanta un 15-40 y otra ventaja de Djokovic, pero no puede con la cuarta bola de break, una espectacular dejada que el serbio celebra con un innecesario y desafiante gesto hacia el público, llevándose la mano a la oreja. Se gana algunos abucheos. No le importa. Es el primer favorito y cierra el partido con dos aces. El mejor deportista español de la historia sucumbe al paso del tiempo, pero deja París con la cabeza alta, aunque no del todo. Le queda una opción de medalla: el dobles con Carlitos. Merci beacoup, Rafa.