Presente y futuro chocan en el Giro de Italia, una carrera fiel a las tradiciones y que siempre mira al pasado. Primoz Roglic y Remco Evenepoel, llamados a protagonizar un duelo extático por la 'maglia rosa', personifican dos mundos distintos que engloban el ciclismo de ayer, hoy y mañana como nadie.
Roglic, 33 años y esloveno de un pequeño pueblo minero, llegó tarde al profesionalismo. Prometedor saltador de esquí en edad juvenil, se subió a la bicicleta cuando se recuperaba de una terrible caída, ya nunca se bajó y en el último lustro se ha convertido en uno de los grandes vueltómanos de la historia.
Evenepoel, 23 años y belga de una pequeña ciudad en el corazón de Flandes, donde el ciclismo es religión, destacó como futbolista en la cantera del Anderlecht y las selecciones inferiores de su país. A los 17 cambió el balón por la bici y un año después explotó con el doble título mundial júnior, en ruta y contrarreloj. En enero de 2019 dio el salto a profesionales. Era muy pronto, decían, pero desde entonces no ha dejado de ganar.
El veterano Roglic viste desde 2016 el maillot del Jumbo, uno de los tres equipos más ricos del pelotón, con decenas de entrenadores y expertos en biomecánica que analizan los números al milímetro para sacar el mejor rendimiento de sus ciclistas.
El esloveno corre con la calculadora y no suele regalar un esfuerzo de más. Su potencia en la contrarreloj y punta de velocidad le valen para amasar victorias en clásicas y pruebas por etapas: tres Vueltas, una Lieja, el oro olímpico contra el crono, dos Tirrenos, dos Itzulias, Romandía, París-Niza, Dauphiné, Catalunya...
El imberbe Evenepoel defiende los colores del Soudal (el apellido Quick-Step le delata), un equipo de toda la vida, también rico y con muchos recursos, pero menos científico y más pasional, como su patrón, Patrick Lefevere. Y como Remco.
El belga es un caballo loco. Ataca desde lejos, cuanto más lejos mejor, como los grandes campeones de antaño, y como los que desde hace unos años están poniendo el ciclismo patas arriba (Pogacar, Van der Poel, Van Aert...). Corre para la historia. A los 23 años ya tiene dos Liejas, un Mundial y una Vuelta, entre otros éxitos.
Precisamente en la última ronda española chocaron por vez primera Roglic y Evenepoel, pero una caída del esloveno cuando iba segundo en la general acabó con el duelo. El cara a cara más reciente fue en Catalunya: dos etapas cada uno y la general para Primoz por sólo seis segundos.
En el Giro será otra historia. Entran en juego la experiencia y el fondo en carreras de tres semanas –Remco naufragó hace dos años en Italia–, la importancia del bloque –el Jumbo se ha resentido por el covid y el Soudal no presume de escaladores– y también el escenario: la carrera más bella en el país más bonito del mundo. O eso dicen los italianos.
De los Abruzzos a Roma –será el tercer final de la historia en la ciudad eterna–, el recorrido de la 106ª edición presenta 70 kilómetros contrarreloj (siete son cuesta arriba en la cronoescalada del inédito y terrible Monte Lussari) y mucha montaña: 46 puertos puntuables (13 de Primera y 17 de Segunda), seis finales en alto y media docena de cumbres por encima de los 2.000 metros.
Fiel a su historia, el Giro irá 'in crescendo'. En la primera semana destacan la media montaña camino del Lago Laceno, la preciosa e interminable subida al Campo Imperatore –le llaman el Pequeño Tibet– en el macizo del Gran Sasso y la crono larga y llana de Cesena.
El segundo bloque visita Suiza con el paso por el Gran San Bernardo –techo del trazado con sus 2.469 metros de altitud– antes de finalizar en la estación de esquí de Crans Montana y ofrece una mini-clásica de Lombardía con final en Bérgamo.
La tercera semana guarda el temible final en el Monte Bondone –no se subía desde 1992 con Indurain de rosa–, un encadenado explosivo con final en Valdi Zoldo y otro en el 'tappone' de los Dolomitas –que no falte– con nombres que asustan y evocan a la épica: Campolongo, Valparola, Giau y Tre Cime di Lavaredo.
Por si fuera poco, la cronoescalada al desconocido y temible Monte Lussari (7,3km al 12,1% de pendiente media con rampas que superan el 22%) decidirán la 'maglia rosa' y el orden del podio a un día del paseo final por las calles de Roma.
Con todos los focos sobre Roglic y Evenepoel, una pléyade de aspirantes esperan su turno. Tao Geoghegan Hart, único campeón en la salida –ganó el Giro de la pandemia–, es una de las múltiples bazas del potente Ineos, junto a Geraint Thomas, Pavel Sivakov o Thymen Arensman.
El poder del bloque no es exclusivo del Imperio británico: João Almeida lidera el UAE en compañía de Jay Vine y Brandon McNulty; Damiano Caruso, Jack Haig y Santiago Buitrago se reparten los galones del Bahrain y Rigoberto Urán y Hugh Carthy comparten jefatura del EF Education (ojo a Bean Healy).
Van por libre Aleksandr Vlasov (Bora), Thibaut Pinot (Groupama) o Domenico Pozzovivo (Israel), otros nombres a tener en cuenta cuando la carretera se empine para arriba.
¿Y los españoles? Con sólo siete representantes –la cifra más baja desde 1986– , Carlos Verona (Movistar) y Luis León Sánchez (Astana) contarán con la libertad en sus equipos para hollar una victoria de etapa.