La sensación ante la visita del Dépor al Martínez Valero es que el partido cobra de nuevo tintes de vital importancia. El Dépor no encuentra continuidad en sus resultados. O mejor dicho, no encuentra una continiudad positiva para sus intereses. DDVEDDVE. No, no es un error tipográfico, es la secuencia de resultados del Dépor. Dos derrotas, victoria y empate. Y otra vez lo mismo. Calcado.
Posiblemente, la trascendencia de lo suceda esta noche no sea tanta. Porque sigue quedando un mundo. Después de Elche, todavía restarán 33 jornadas. O lo que es lo mismo, 99 puntos. El deportivismo debe ser consciente, además de que resta un largo camino, de que ni el escudo ni la camiseta ni el estado del césped ganan partidos hoy en día. Por si fuera poco, estamos inmersos en una Liga igualada hasta decir basta, en la que las victorias bien podían valer cuatro puntos por el alto precio que hay que pagar para conseguirlas.
Un campeonato en el que en la séptima jornada todos los equipos ya habían conocido la derrota. La misma Segunda en la que el año pasado nadie logró más de cinco victorias consecutivas. Leganés, Valladolid –dos veces–, Eibar, Albacete y Zaragoza fueron los únicos en conseguir el ‘pleno al quince’. Si esta noche no llega la segunda victoria consecutiva, tampoco hay que encender las alarmas. Por dos razones. La primera, que el Oviedo estuvo a punto de ascender el año pasado sin enlazar más de dos victorias en toda la temporada. La segunda, que el Huesca evitó el descenso a Primera RFEF sin haber ganado dos partidos seguidos. Pero por si acaso, ganen, por favor.