No pude ver el encuentro contra el Sestao en directo. A esa misma hora, el Amarelle, equipo con el que colaboro gustosamente, jugaba un partido vital para la permanencia en la categoría. Y mi sitio estaba en el pabellón de la Sagrada Familia.
A través del móvil seguí las incidencias del partido y al llegar al coche sintonicé mi radio preferida, a Sobrino y compañía, y pude escuchar las valoraciones finales y protagonistas.
El partido lo vi por la noche, tranquila. ¡Y qué tostón! El duelo valía por su trascendencia, pero si le quitamos el gusanillo del resultado, que ya lo conocía, el resto fue insufrible. Pero igual que digo eso, digo que me dio exactamente igual.
Dadas las circunstancias, el Depor hizo lo que tenía que hacer, intentar que no pasara casi nada y que ese casi fuese en su beneficio. Y ahí estuvo un penalti, en mi opinión inexistente, y el temple de Lucas para transformarlo. Fantástico.
Y ahora nos encontramos con una situación inmejorable. Claro que tengo en mente episodios pasados. Anda que no me duele el alma al recordar el día del Albacete, el del Castellón…pero también tengo presentes tantas tardes de gloria y tantas alegrías. El camino se hace al andar y en él hay momentos para todo. Por eso somos grandes, por nuestra historia jalonada de éxitos y no éxitos.
Esas sombras no me restan ni un ápice de ilusión porque además, objetivamente hablando, tenemos las de ganar.
El equipo nos ha dado argumentos para creer en él, no es un partido a vida a muerte para nosotros, para ellos sí.
Los nuestros tienen tres balas, el rival una y no disparan primero. Un final sin serlo, una bendición.
En mi casa ya hemos puesto la bandera en la ventana. No me gusta celebrar lo que no se ha conseguido pero nadie me va a privar de disfrutar esta previa. Celebro la buena racha del equipo, celebro la posibilidad de salir del pozo, celebro la unión de toda una ciudad, celebro ser del Depor porque no se me ocurre una mejor opción.
Porque mi ADN está marcado por la Sala Calvet, la Orquesta Canaro, el equipo ascensor, el incendio ante el Murcia, el gol de Vicente, la llegada a Primera con Lendoiro, la gloria del SuperDepor, los títulos del EuroDepor, el primer descenso, la paulatina caída al charco, la continuación en el charco, el puñetero charco… ¿y ahora no voy a poder imaginar y disfrutar con la ilusión de revertir la curva? Anda y “que me quiten lo bailao”.
Pero este instante de emoción plena no me impide ver que este hipotético ascenso era una obligación absoluta para un club como el Deportivo. Me encanta ver a los más jóvenes ansiosos por celebrar la fiesta, quieren fiesta y se merecen fiesta, pero tampoco pongamos galones a lo que se antoja básico.
Salud y suerte!