E l despido de Imanol Idiakez abre una nueva etapa en el Deportivo. El técnico del ascenso a Segunda, después de cuatro largos años fuera del fútbol profesional, fue clave para poner punto y final a la peor etapa de un club con casi 120 años de vida. Nunca el Dépor estuvo tan abajo. Salir de pozo costó más de la cuenta. Y ese éxito lleva la firma también de Idiakez. Su salida, como la de todos los anteriores inquilinos del banquillo de Riazor, siempre deja un poso de tristeza.
Se han podido ver llorando a muchos de los entrenadores que el Dépor ha ido teniendo y despidiendo en estos últimos años. Que te despidan de tu trabajo siempre es una mala noticia. Un anuncio público de que los que mandan creen que no eres la persona indicada para un trabajo. Normal el enfado con el que se marchaba de Abegondo Imanol. Cargando en bolsas de basura, se llevó sus pertenencias y dijo adiós a su etapa en a A Coruña.
Cada uno tiene su opinión sobre Idiakez. Y, como en la vida, no todo son blancos o negros. A nivel personal era un gran tipo. Eso nadie lo discute. Pocos manejan mejor un vestuario que él. A nivel futbolístico, las certezas de su Dépor, incluso en esta temporada, invitaban también a ser muy optimista. Las lagunas que mostraba el equipo, su falta de colmillo, o su constante falta de tensión defensiva, invitaban a todo lo contrario. En todo caso, volvemos a lo de siempre. ¿Con qué te quedas? ¿Tiene arreglo? O centrando más la pregunta: ¿Qué es tener un proyecto en el fútbol? Mi respuesta, y creo que no ando desencaminado, sería algo así: “Proyecto” es el engaño para fichar entrenadores y engatusar al aficionado. Y la realidad es más concreta. Se trata de resultados y de confianza. Si no tienes esa confianza, la cosa acaba mal. Y Si también fallan los resultados, la bomba estalla. Si no ganas estás fuera. No hay más.
Pasó en el Dépor muchas veces. Richard Barral, por poner un ejemplo, ya en múltiples ocasiones no confiaba en sus entrenadores. El resultado acababa crujiendo para unos y para otros.
Pues bien, tampoco ahora Benassi y Soriano confiaban en Idiakez. No era un entrenador de su gusto. No se embarcarían como Braulio con Jagoba en ese barco hasta las últimas consecuencias. El final acabó siendo una Crónica de una Muerte Anunciada.
Sin embargo, lo más coherente quizás sería haber emprendido otro camino. Si ya en verano tienes tus dudas, lo más honesto con el propio Idiakez y con la famosa idea de un proyecto, hubiese sido darle las llaves en pretemporada a otro.