Hola míster.
Me extrañó mucho que no hubiera una rueda de prensa para que te despidieras del Deportivo y de su afición. Estamos en una época que cualquiera, importante o insignificante, convoca una rueda de prensa para anunciar que la vejiga le aprieta y que inmediatamente se va a ir al urinario. Desde que llegué a esta bendita ciudad, de la que tú te vas a ir por exigencias del guion, he conocido a 26 entrenadores de la primera plantilla del Real Club Deportivo de La Coruña.
Desde el señor con mayúsculas, Eusebio Ríos, hasta estos días que has sido tú el entrenador del club. Pasando por todo tipo de ‘especímenes’ de banquillo. Te cuento.
Marco Antonio Boronat, que lo mejor que tenía era el agente. John Toshack, un vividor. Solo le preocupaba ‘el butano y el Marca’ (sic). José Manuel Corral. Carlos Alberto Silva. Buen tío. Un poco despistado. Javier Irureta, que con sus logros no hay nadie que le pueda o deba poner una ‘pega’. Joaquín Caparrós, que jugara quien jugara la final de Copa él iba a ir a Madrid. Miguel Ángel Lotina, entrenador que hablaba de fútbol, que curioso. José Luis Oltra. Domingos Paciencia, que por cierto no aplicó lo que pregonaba su apellido. Fernando Vázquez, auténtico a su manera. Y encantado de ocupar el banquillo de Riazor. Víctor Fernández, que dicen que solo trabajaba al equipo de mediocampo para adelante. Víctor Sánchez del Amo, del que sigo acordándome más como jugador marcándole al Barça el gol del triunfo en el minuto 91 en el Nou Camp. Gaizka Garitano, entrenador profesional como el que más pero que tuvo un mal aterrizaje en Riazor al cántico “Garita-No”. Pepe Mel, al que radié como jugador en el Alcalá 30 años antes. Cristóbal Parralo, ahí está haciéndolo bien. Clarence Sedoorf, ejemplo magnífico de que ser buen jugador no es sinónimo de ser buen entrenador. Natxo González, ‘El Vela’, que daba una luz esplendorosa y se apagó, aún no sabemos por qué. Josep Lluis Martí, del que sigo esperando que me cuente algo de Mallorca. Juan Antonio Anquela, una anécdota. Luis César, el hombre récord. Rubén de la Barrera, buen amigo. Muy muy muy teórico. Borja Jiménez, tan buen entrenador como engolado de sí mismo. Óscar Cano que lo único que aportó para entrenar al Deportivo fue ‘un carnet’. Me faltas tú y Arsenio.
Yo era amigo de Arsenio así que puedo decir mucho de él al traicionarme la admiración que le tenía. En el cruce de las calles Emilia Pardo Bazán y Notariado estaba hablando con un compañero. Mi tono es alto. Mucho. Pero en plena calle escucho detrás de mi ¡Gerardiño! Últimos años. Salía a pasear vestido elegantemente pero ya con unas gafas de sol que denotaban alguna deficiencia en la vista. Me conoció por la voz y me dio tanta alegría como fuerza tenía el abrazo que yo le di a él.
Y ahora tú, querido Imanol. Con el que apenas he tenido contacto más allá de seguir tu trayectoria. Y que como todos los demás has demostrado características personales y profesionales. Y que como siempre hace la afición, esa incondicional y maravillosa del Deportivo, te ha aplaudido hasta dejarse la piel de las manos cuando el equipo ha ganado 2-0 a la Ponferradina o que te silban cuando el equipo pierde 1-2 contra el Racing de Santander.
Es el fútbol.
Yo personalmente, como aficionado, he cuestionado alguna de las decisiones que has tomado. No puede ser de otra forma. Cada uno somos un entrenador en potencia. Pero ¿sabes lo que me ha sorprendido? Lo que me han contado de ti varios jugadores. Alguno personal y privadamente. Apunto lo de privado porque también si te hubiera puesto a caldo lo entendería en el concepto de la reunión.
Pero es que esa opinión se ha visto ratificada por lo que han dicho muchos de los jugadores de la plantilla sobre ti ahora que te vas. Yo le pregunté a uno de los referentes de tu plantilla que qué tal eras, a su juicio, como entrenador. Como persona no tengo juicio pero desde la lejanía no me parece que seas un ‘destroyer’.
Y el jugador en cuestión, con una trayectoria más o menos dilatada, me contestó que como entrenador eras muy bueno.
Que la plantilla estaba contigo. Lo sé. Pero pueden ser incondicionales tuyos porque les das todo lo que piden. Pero no, buen entrenador en el sentido real de la palabra. Y eso me gusta y hace que me agrade menos que te hayan echado. Pero es lo que espera, más tarde o más temprano, a todos los entrenadores de fútbol.
Eso que piensan de ti, sobre todo los que han estado a tus órdenes, hará que cuando pienses fríamente tu paso por A Coruña te sentirás orgulloso.
Atentamente.
José Gerardo Fernández
Periodista