La undécima jornada del grupo 1 de Primera Futgal se resume en una palabra, lesiones. Y lo que es peor, según entienden los entrenadores, lesiones que se llevan tiempo produciendo a causa del mal estado de las instalaciones en A Coruña.
Por todo ello, la paciencia estaba a punto de agotarse. Y la gota que la colmó fue el Torre-Relámpago del pasado domingo a las 10.00 horas en el campo de Elviña. Un horario y escenario de lo más inusual, que originó un partido en el que los jugadores pusieron en riesgo su integridad física.
Para entender por qué se jugó allí, hay que remontarse unos días atrás. El anuncio de la huelga de conserjes acarreó una reestructuración de los partidos del fin de semana y el calendario, que ya suele estar tremendamente comprimido por la escasa cantidad de instalaciones, era irrealizable en los campos más utilizados en los últimos tiempos. La solución, mandar cuatro partidos de esta categoría a Elviña.
Solo hizo falta esperar al primero de ellos para ver un cúmulo de despropósitos. Merece la pena escuchar la clara narración de Jordi Uriach, entrenador del Torre, sobre lo que allí sucedió. Sin cortes.
“Desde que entras a Elviña, te da una sensación de insalubridad terrible. De falta de limpieza, de mantenimiento. Puede parecer exagerado, pero es entrar y quieres salir de allí y ducharte. Esa es la sensación de suciedad que da. No se puede practicar deporte en esa instalación. El túnel de vestuarios con diez o quince cubos porque hay goteras, etc. Está todo derruido, es que no hay otra palabra. Y luego está el tapete, que es donde ponemos a jugar a los chavales, que vienen a disfrutar del deporte que les gusta, pero se marchan lesionados de mucha gravedad. Y lo que es peor, los estamos fastidiando para cosas externas al fútbol, porque esta gente tiene su trabajo, su vida, etc.”, inicia Uriach.
“En el minuto 45 un jugador nuestro, Alexito, sufre un importante esguince de tobillo. ¿Por qué? Porque en las áreas han puesto unos parches sin caucho que tienen unos desniveles bastante profundos. Y nada, metió el pie ahí, se le fue, y hubo que hacer el cambio al momento”, expone.
“Luego llega la más grave. Al jugador del Relámpago (Eloy Ozores) se le queda la rodilla enganchada -seguramente tenga el cruzado afectado- y en la caída se hace daño en el hombro. A partir de ahí le atienden los sanitarios de su equipo, pero no se deja tocar por el dolor que tiene. Por tanto, se llama a la ambulancia, que tarda veinte minutos en llegar. Una vez están allí, los sanitarios intentan moverlo, pero no pueden y piden que entre el vehículo al campo”, prosigue.
“Claro, no había posibilidad. La conserje no estaba en la instalación de Elviña grande, algo que es entendible porque según me dice, y la creo, es ella sola para el campo de fútbol once y el pabellón. Entonces a un jugador nuestro, Sergito, se le ocurrió ir a la garita. Vimos que había 30 o 40 llaves y se consiguió una para abrir la puerta trasera, que da a la carretera. En ese tiempo llegó otra ambulancia y se situó en la puerta, pero no hubo forma de que entraran. No está habilitado. Finalmente entraron con la camilla, cruzaron todo el campo, consiguieron sacar al chaval y se pudo reanudar el partido”, explica.
“Después se nos lesionó un jugador también en la rodilla. No tan grave como lo de ellos, pero estará un par de meses fuera. En el tapete, en un apoyo, se le fue la rodilla”, finaliza Jordi Uriach.
Una exposición de los hechos que coincide con la de Dani Casal, técnico del Relámpago. “En la charla previa dije que con que no se lesionara nadie ya me iba contento. Y ya ves...”, desvela.
Casal pone otro ejemplo de cómo está el campo. “Tiene muchos tapetes y hay zonas en las que ya es cemento”. Por todo ello, habló con los que iban a jugar el partido siguiente. “A los del Oza y Ural les dije que no sabía hasta que punto les interesaba jugar”, cuenta.
Jano Teixeira, entrenador del Oza Juvenil, es muy crítico con lo que vio mientras esperaba. “No pasó nada grave, pero si llega a ser algo urgente, la persona en cuestión queda en el sitio. Que no pueda entrar la ambulancia en la instalación es tremendo”, denuncia.
Y pone más ejemplos del deterioro que sufre la instalación. “Las porterías no están ni siquiera ancladas como antes y entrenando, cuando llueve, te quedas sin luz”.
También presenció todo lo ocurrido Adrián Cagigao, técnico del Ural Español, que coincide en la crítica al tema de la ambulancia y da su opinión sobre la situación de las instalaciones de la ciudad. “La Ciudad Deportiva de A Torre, Visma, Eirís e incluso A Grela, que todavía está bastante bien para jugar, se salvan, pero el estado del resto es bastante deficiente. Los clubes llevamos tiempo pidiendo soluciones”, zanja.
Y si el domingo fue negativo, el lunes también. El equipo juvenil del Calasanz acudió al campo de Visma 1 a realizar su entrenamiento y se encontró que parte del césped artificial, en una de las porterías, había sido levantado. Pero no de cualquier manera, sino formando una especie de ‘U’. Ya se le ha intentado poner solución cubriendo con caucho por encima, algo que no termina de convencer a representantes de los clubes.
En el Calasanz denuncian que es el fiel reflejo del estado de las instalaciones. Destacan que hace unas semanas disputaron un partido ante el Pabellón de Ourense en A Grela y los aficionados se mojaron debido a las goteras. No en vano, el techo tiene una grieta bastante grande.
¿Y cuál será el futuro? En principio está previsto que en los próximos meses los campos de Leyma y Elviña sean reformados. Es algo que les consta a los clubes y que desean para, como señalan desde el Calasanz, “poder equipararnos a lo que pasa en las demás ciudades”.